Antología Fantástica es una colección de cuentos de fantasía surgida de la colaboración entre Valentina Marini y Anna O’Malley para publicar obras que de otra forma habrían quedado olvidadas. Los mayores desafíos incluyeron la convocatoria de autores, la mejora de las historias y el tiempo necesario para pulirlas, lo que extendió el proceso a cinco años, según contó Marini entrevistada por Empresas & Negocios. En otro orden, la autora reflexionó sobre el panorama editorial uruguayo y la demanda de nuevas propuestas literarias.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
¿De qué se trata Antología Fantástica y cómo surgió su creación?
Antología Fantástica es una colección de cuentos de diferentes autores, con diversos estilos y varios subgéneros. Pero, aunque se trate de la desaventura de un matrimonio de vikingos o de unos jóvenes que intentan resolver el misterio detrás de un robo de cadáveres en Montevideo, todos los cuentos del libro son de fantasía. El proyecto surgió por una loca idea que tuve junto con Anna (mi socia en esto); cada una había escrito un cuento que le gustaba mucho, pero un cuento por sí solo es casi impublicable. Entonces se nos ocurrió que, si encontrábamos a otros autores que también tuvieran un dilema parecido, podíamos armar un libro. Como forma de unificar la obra, decidimos que todos los cuentos iban a ser de fantasía, un género que amamos. Básicamente, íbamos a hacer una antología de fantasía, es decir, una Antología Fantástica.
¿Cuáles fueron los mayores obstáculos a la hora de la compilación de los cuentos y por qué el proceso llevó tanto tiempo?
El primer obstáculo fue hacer que la gente se enterara de la convocatoria. En ese momento no nos conocía nadie, por eso le pusimos muchísimo esfuerzo a armar un Instagram que reflejara nuestro compromiso con el proyecto. Después apareció el segundo obstáculo: nos encontramos con cuentos que estaban buenísimos pero que tenían muchísimo potencial para seguir creciendo. Anna y yo trabajamos junto con los autores para alcanzar el mayor potencial de cada obra, y para eso tuvimos que estudiar herramientas que ayudan a construir la estructura de una historia y a diagnosticar sus problemas. Y el tercero: el tiempo. Todos los cuentos que están en el libro tuvieron por lo menos seis versiones. No solo necesitábamos tiempo nosotras para leerlos y analizarlos, también necesitaban tiempo sus autores para trabajar las versiones nuevas. Así fue que todo el proceso terminó durando cinco años, con una pandemia de por medio.
Este es el primer libro uruguayo de fantasía que se publica bajo el sello Minotauro. ¿Qué significado tiene para ustedes este logro?
Minotauro es un sello emblemático para las publicaciones en países hispanohablantes, con el que se publica a semejantes gigantes literarios como Tolkien y Ursula K. Le Guin, y series tan queridas como DragonLance. Eso significa una apuesta por parte de una editorial multinacional por este proyecto y por la escritura de fantasía a nivel local.
¿A qué se debe la elección de los colores amarillo y negro para la portada del libro?
Es una combinación con mucha fuerza. En Uruguay suele evitarse por temas… deportivos. Y, ya que nadie más se animaba, nos pareció que era una oportunidad para usarla. A mí, como diseñadora, me gustaría que estuviera más normalizado su uso.
¿Desde cuándo se dedica a la escritura? ¿Ha tenido otras experiencias editoriales?
Desde que era muy chiquita. La primera historia que recuerdo escribir era sobre robots que les robaban la identidad a las personas, pero fue alrededor de los 14 que empecé a escribir con la intención de lograr algo que eventualmente se pudiera publicar. Si bien tuve algunas devoluciones de concursos, Antología Fantástica es el primer libro que llevé a una editorial.
El desafío del mundo editorial uruguayo para la ficción
¿Cómo analiza el mundo editorial uruguayo? ¿Cree que hay público ávido de nuevas propuestas de lectura?
En Uruguay la oferta de ficción por autores locales, para un público joven y adulto, es acotada. Sin embargo, sabemos que el público está, porque esos mismos lectores son los que consumen los títulos importados como Juego de Tronos, Percy Jackson, Alas de Sangre, Una Magia más Oscura, Los Asesinos del Emperador, y las obras de autores como Brandon Sanderson, Stephen King, Jennifer Saint, Ken Follett y Mariana Enríquez; así como los clásicos Asimov, Pratchett, Bradbury, Orwell y Lovecraft.