El organismo multilateral actualizó sus perspectivas, que prácticamente no tuvieron cambios en sus números generales, aunque sí se observaron movimientos significativos en las perspectivas entre regiones, que se compensaron entre sí. Se advierte que las perspectivas de crecimiento a mediano plazo siguen siendo “decepcionantes” y que los riesgos se inclinan a la baja, en un contexto de elevada incertidumbre en torno a las políticas.
Las proyecciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año y el próximo, del 3,2% para el conjunto de la economía mundial, prácticamente no se movieron en comparación con las anteriores actualizaciones de su informe Perspectivas de la economía mundial (informe WEO, por sus siglas en inglés) de julio ni de abril. Sin embargo, advierte que, por debajo de la superficie, se concretaron “revisiones notables”, y las correcciones al alza de las previsiones para EEUU permitieron compensar las revisiones a la baja de los pronósticos relativos a otras economías avanzadas, en particular los de los mayores países europeos. Del mismo modo, en las economías emergentes y en desarrollo, las perturbaciones en la producción y el transporte de materias primas -sobre todo el petróleo-, los conflictos, los disturbios civiles y los fenómenos meteorológicos extremos, llevaron al FMI a concretar revisiones a la baja de las perspectivas para Oriente Medio y Asia Central y para África subsahariana. Estos fueron compensados por las revisiones al alza de los pronósticos para las economías emergentes de Asia, en las que el fuerte aumento de la demanda de semiconductores y productos electrónicos, impulsado por inversiones significativas en inteligencia artificial, ha intensificado el crecimiento.
“El pronóstico más reciente de crecimiento mundial a cinco años, del 3,1%, continúa siendo mediocre en comparación con el promedio observado antes de la pandemia. Los persistentes factores adversos de índole estructural, como el envejecimiento de la población y la escasa productividad, están frenando el crecimiento potencial en muchas economías”, advierte el organismo.
El FMI destaca la reducción de la inflación mundial y espera que el promedio anual baje del 6,7% en 2023 al 5,8% en 2024 y al 4,3% en 2025, con las economías avanzadas alcanzando sus metas antes que las emergentes y en desarrollo. “El proceso de desinflación mundial continúa avanzando, en general, de manera acorde con el escenario base, pero todavía es posible que aparezcan baches en el camino hacia la estabilidad de precios”, señala el informe.
Riesgos a la baja
Los riesgos para las perspectivas mundiales se inclinan a la baja en un contexto de elevada incertidumbre en torno a las políticas. Se advierte que las perturbaciones al proceso de desinflación, potencialmente desencadenadas por nuevos repuntes de los precios de las materias primas en un contexto de tensiones geopolíticas persistentes, podrían impedir que los bancos centrales relajen la política monetaria, lo que plantearía importantes retos para la política fiscal y la estabilidad financiera.
A su vez, señala que una contracción más profunda o prolongada de lo esperado en el sector inmobiliario chino, especialmente si causa inestabilidad financiera, podría desanimar a los consumidores y generar efectos secundarios transfronterizos negativos, dado el gran peso de China en el comercio mundial.
Por otra parte, una intensificación de las políticas proteccionistas agravaría las tensiones comerciales, reduciría la eficiencia del mercado y perturbaría aún más las cadenas de suministro.
El informe del FMI entiende que se requiere de reformas estructurales para elevar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo, pero también deben mantenerse el apoyo a los más vulnerables y las redes de protección social. Por último, se señala que “la cooperación multilateral es más necesaria que nunca para acelerar la transición verde y apoyar los esfuerzos de reestructuración de la deuda”.