Por Luis Porto (*) | @Luis_A_Porto
“Como sabemos, hay hechos conocidos-conocidos; hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay incógnitas conocidas; es decir, sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también hay incógnitas desconocidas, las que no sabemos que no sabemos. Y si uno mira a lo largo de la historia de nuestro país y de otros países libres, es esta última categoría la que tiende a ser la difícil”.[1]
Donald H. Rumsfeld
América Latina se enfrenta a múltiples transiciones y disrupciones y en una trayectoria hacia un futuro distópico que es necesario cambiar[2].
Las transiciones más importantes que hemos analizado brevemente en estas páginas son las que refieren a la gobernanza global[3], a la transición hacia un desarrollo sustentable[4] y a las transiciones relacionadas a la cuarta revolución industrial[5].
Frente a los desafíos propios de cada transición se esbozaron lineamientos para una agenda que cada país de América Latina debe elaborar de acuerdo con sus especificidades para la construcción de una trayectoria de desarrollo que sea sustentable desde el punto de vista social y ambiental.
No obstante, la incertidumbre propia de este momento histórico hace que cualquier intento de cambio de trayectoria se pueda ver amenazado por un nuevo shock externo negativo. Porque más allá de las diferencias y las especificidades propias a cada país de la región, todos los países de América Latina y el Caribe comparten al menos una característica: la alta exposición a los shocks externos.
Los riesgos a que se exponen, las vulnerabilidades y las capacidades para enfrentar los shocks determinarán la duración y consecuencia de esos shocks.
Y al mismo tiempo, las consecuencias sociales, políticas, ambientales o económicas, asociadas con los shocks externos impactan sobre el bienestar de las personas, las capacidades y las vulnerabilidades del sector productivo y del propio Estado.
Los países de la región se enfrentan en forma periódica a un verdadero círculo vicioso que les dificulta incrementar su producto potencial, sintéticamente porque cada shock destruye capacidades que le dificultan la inversión en capital físico y capital humano, más allá del “rebote” que se produce luego de cada shock.
Por una parte, el círculo vicioso y las dificultades de los países en desarrollo para romperlo por sí mismos genera incertidumbre y por tanto se pierde capacidad de atracción de inversiones.
Por otra parte, estos mismos países nunca tienen recursos suficientes para reducir las vulnerabilidades e invertir en capacidades de forma de poder anticipar el próximo shock y, al mismo tiempo, invertir en las reformas necesarias para incrementar su competitividad y, de esa forma, atraer inversiones que generen incrementos de productividad, que le permitan generar recursos adicionales para reducir vulnerabilidades y desarrollar capacidades.
Enfrentar este círculo vicioso es particularmente importante en este momento histórico.
En una encuesta reciente[6] del World Economic Forum, entre 1.500 expertos a nivel global, solo el 1% de los encuestados espera “tiempos de calma” tanto en el corto plazo (dos años), como en el largo plazo (10 años).
La pregunta más común que los agentes (gobiernos, organizaciones) suelen plantearse refiere a los riesgos que habrá que enfrentar, así como a la forma de gestionar esos riesgos.
Sin embargo, este enfoque sobre los riesgos puede llevar a considerar cada shock en forma dicotómica: ¿Es un shock transitorio o permanente?
Este enfoque dicotómico pierde de vista el círculo vicioso señalado entre shocks, vulnerabilidades, capacidades y próximo shock. Al perder de vista el círculo vicioso, la discusión y el diseño de políticas se centra en medidas frente a los efectos transitorios o permanentes, pero no medidas frente a la exposición a los shocks.
Quizás las preguntas a realizar no sean solamente sobre los riesgos, sino también sobre si se está preparado para cualquier tipo de riesgo, lo que lleva a los conceptos citados en el encabezamiento (Rumsfeld): en los próximos años la región se enfrentará a shocks externos que ni siquiera sabemos que no sabemos que ocurrirán.
El enfoque, entonces, debe ser ir más allá de la gestión de riesgos y la identificación de vulnerabilidades y capacidades para enfrentar esos riesgos. El enfoque debiera ser el de prepararse para enfrentar cualquier shock externo negativo, aun aquellos que no sabemos que no sabemos. Esto es, poner el foco en la resiliencia, más que en los riesgos.
La pregunta pertinente quizás no es sobre los riesgos (que ni siquiera conocemos) sino sobre cómo desarrollar resiliencia frente a cualquier riesgo.
La resiliencia se entiende como la capacidad de una entidad (país, región, sector, agente) de responder y recuperarse a shocks externos en general, en particular en una determinada variable (o conjunto de variables) de desempeño[7].
En economía se ha usado el concepto de resiliencia macroeconómica para hacer referencia a la capacidad de un país de retomar la trayectoria de crecimiento potencial.
El punto es que América Latina y el Caribe presentaban en el período previo al covid-19 y a la invasión de Rusia a Ucrania y a la suba de tasas de interés internacional, una trayectoria de crecimiento que tenía varios desafíos en materia de productividad, equidad y pobreza.
Por lo que es importante distinguir entre resiliencia para la convergencia hacia la trayectoria previa (de falta de dinamismo, problemas de productividad, equidad y pobreza), de la resiliencia para la creación de una nueva trayectoria de desarrollo sustentable que permita enfrentar esos desafíos. O, para ponerlo en términos más usados por los economistas, no es lo mismo recuperar la tasa de crecimiento potencial después de un shock, que recuperarse de forma de incrementar la tasa de crecimiento potencial post-shock.
La ruptura de las trayectorias y/o la emergencia de nuevas trayectorias dependerán de: el grado de exposición al shock, la sensibilidad al mismo, las vulnerabilidades y las capacidades de resiliencia que afectan la duración del impacto y a su vez afecta la trayectoria.
Cuando se pretende identificar las variables en juego a los efectos de diseñar políticas, se llega a la conclusión de que son tantas (en general, más de 100) que es necesario desarrollar algún tipo de metodología que permita priorizar las mismas a los efectos de identificar políticas para un desarrollo resiliente.
Se presentan a continuación los hallazgos de tres ejercicios: un modelo de supervivencia para las exportaciones de los países del hemisferio durante el covid-19, un análisis de componentes principales de un indicador multidimensional de resiliencia y un modelo de supervivencia para el producto bruto per cápita para 160 países[8].
Mediante estas tres aproximaciones, se pueden identificar elementos para el desarrollo de agendas de resiliencia en América Latina, siempre recordando que es una región heterogénea, desigual y es necesario profundizar caso por caso estos lineamientos.
Los factores más importantes para que los países puedan desarrollar resiliencia a nivel del PIB per cápita son, según estos trabajos:
- Salud económica: respeto a los equilibrios macroeconómicos (sustentabilidad fiscal y de la deuda, crecimiento, inversión y balanza comercial).
- Clima de negocios: la facilidad para hacer negocios, los permisos de construcción, el registro de la propiedad, la accesibilidad al crédito y el cumplimiento de los contratos.
- Reducir el riesgo comercial: política cambiaria que sostenga la competitividad del sector real, incremento de conectividad, innovación.
- La capacidad del Estado de brindar bienes públicos con particular énfasis en las infraestructuras y la transparencia gubernamental, así como el gasto social para reducir la vulnerabilidad de los hogares.
- Fortalecimiento de las instituciones democráticas.
- Reducir la fragilidad del Estado: relacionada con derechos humanos, democracia, recursos domésticos, límites al poder del gobierno.
- Capacidades de las instituciones formales: la aplicación efectiva de regulaciones gubernamentales, el acceso y la imparcialidad en la justicia civil y penal, la corrupción en el gobierno, la publicación de leyes y datos gubernamentales, así como la participación cívica y los mecanismos de denuncia.
- La cohesión social: tejido político, social y económico. Desarrollo de “los medios”, pymes y diversificación productiva para mayor complejidad. Es ya reconocido en toda la literatura que la falta de diversificación productiva es una de las mayores vulnerabilidades de la región frente a cada disrupción.
En suma, en los próximos años la región se enfrenta a una nueva versión de la necesidad de reformas estructurales para el desarrollo resiliente y de cambio estructural para el desarrollo sustentable a nivel ambiental y social. La agenda que surge de los trabajos presentados contiene puntos ya desarrollados por la ciencia económica, en particular por los institucionalistas.
Hay un punto de la agenda, sin embargo, que no siempre se recoge en las recomendaciones de políticas públicas y refiere a la importancia del tejido económico, social y político para el desarrollo de las sociedades.
Sobre este punto será necesario profundizar.
(*) Consejero Estratégico de la OEA. Las opiniones son personales y no comprometen a la Organización.
Referencias:
[1] http://archive.defense.gov/Transcripts/Transcript.aspx?TranscriptID=2636
[2] América Latina y el Caribe en un mundo en transición – Crónicas (cronicas.com.uy)
[3] La transición en la gobernanza global – Crónicas (cronicas.com.uy)
[4] La región frente al cambio climático y la degradación ambiental – Crónicas (cronicas.com.uy)
[5] Cuarta revolución industrial y relocalización de empresas: ¿Qué pueden hacer los países de Latinoamérica? – Crónicas (cronicas.com.uy) y Los desafíos de la cuarta revolución industrial en la esfera productivo-laboral – Crónicas (cronicas.com.uy)
[6] Global Risks 2024: At a turning point – Global Risks Report 2024 | World Economic Forum (weforum.org)
[7] Maya Jolles, Eric Meyermans and Bořek Vašíček: “Determinants of macroeconomic resilience in the euro area: An empirical assessment of policy levers” untitled (worldbank.org)
[8] Los dos primeros ejercicios fueron realizados en la OEA por David Vega y el tercero por Diego Vallarino, 2024. «Temporal Dynamics of Countries’ Journey to Cluster-Specific GDP per Capita: A Comprehensive Survival Study«, Review of Economic Assessment, Anser Press, vol. 3(1), pages 1-19, February.