HERNÁN BONILLA, PRESIDENTE DEL CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO (CED)
Para Hernán Bonilla, la coyuntura económica del país cierra el 2024 con un panorama “muy” positivo, donde resalta la baja de la inflación y el nivel actual del salario real, ubicado un 3% por encima de los niveles prepandemia. Sin embargo, el economista cree que queda en el debe el incumplimiento de la regla fiscal. A su entender, es necesario abrir la economía a mayores niveles de competencia para mejorar la competitividad de las empresas uruguayas y bajar precios y argumenta que, por el bien del país, es deseable que el próximo gobierno, en materia económica, siga la línea que impulsará Gabriel Oddone.
¿Cuáles fueron los puntos altos y las debilidades que tuvo el gobierno en materia económica este año?
En términos generales, la coyuntura económica del país cierra 2024 con un panorama muy positivo. Tanto en términos de creación de empleo, como de incremento del salario real, así como del control de la inflación, los números son muy buenos. Cuando un precandidato presidencial en las elecciones de 2019 prometió que en el siguiente quinquenio se podrían crear 100.000 empleos parecía que planteaba un objetivo de imposible cumplimiento y, sin embargo, esa va a ser la cifra creada durante estos años. El salario real se encuentra casi 3% por encima del nivel prepandemia, otro logro si se toma en cuenta que fue compatible con una fuerte generación de empleo. La reducción de la inflación es otro aspecto positivo. Luego de casi dos décadas de inflación en torno al 8% que nos colocaba en el podio continental, sólo después de Venezuela y Argentina, hoy hemos logrado bajar un escalón al ubicarse cerca del 5%. A esto se suma que se concretó un año y medio cumpliendo el objetivo de inflación que establece el Banco Central del Uruguay (BCU) por primera vez desde la crisis de 2002.
En el debe puede señalarse el incumplimiento este año de la regla fiscal, que aunque sea por razones atendibles y con un panorama fiscal sensiblemente mejor al de 2019, no deja de ser un aspecto negativo. Esto debe contextualizarse, de todas formas. Uruguay hoy tiene el menor riesgo país de América Latina, lo que no ocurría en 2019, ha mejorado sensiblemente su calificación crediticia, cuando en aquel año estuvo cerca de perder el grado inversor, y ha colocado deuda pública a tasas históricamente bajas. Adicionalmente, cuando se mide el déficit fiscal en términos estructurales, que es lo que nos da una verdadera medida de la situación más allá de los aspectos coyunturales, vemos que se encuentra un punto por debajo de la situación prepandemia.
¿Cómo evalúa las propuestas económicas de las autoridades recientemente electas?
Las ideas que ha manejado públicamente el ministro de Economía designado, Gabriel Oddone, son compartibles en términos generales. En especial, la idea de que la economía uruguaya necesita crecer a tasas más altas para satisfacer las demandas de bienestar de la población de nuestro país. Si miramos las propuestas de las bases programáticas del Frente Amplio (FA), por otro lado, hay señales de preocupación, como las que pueden dar pie a un incremento de impuestos o un análisis pasado de moda de las relaciones internacionales en que se mira con desconfianza a Estados Unidos o a la OTAN. Por el bien del país, es deseable que le próximo gobierno, especialmente en materia económica, siga la línea que impulsará el ministro Oddone.
En materia económica, ¿cuáles son los temas más urgentes a resolver en el corto y mediano plazo?
El principal tema para el país es lograr incrementar su tasa de crecimiento. Para alcanzar este objetivo no existe una bala de plata, sino que deben implementarse una serie de reformas. En primer lugar, debemos abrir mucho más la economía, alcanzado acuerdos con otros países y bloques, pero también podemos avanzar en temas que dependen sólo de nosotros, como bajar los aranceles o eliminar la tasa consular. Asimismo, es necesario abrir la economía a mayores niveles de competencia para mejorar la competitividad de nuestras empresas y bajar precios. En el mismo sentido, es necesario cambiar la regulación de varios mercados en que las normas vigentes limitan la competencia, encareciendo el costo de vida para las personas y los costos de producción para las empresas. Es necesario también tener un Estado más chico, más barato y más eficiente, lo que el avance tecnológico cada vez posibilita de forma más sencilla. Reducir los tiempos y los costos de la burocracia sería muy relevante para toda la economía, especialmente para las mipymes. También se debe actualizar la legislación laboral, atendiendo los pedidos de trabajadores y empresarios. Incorporar la productividad a las negociaciones sólo será posible si se incorpora mayor realismo al análisis y eso sólo es posible con mayor descentralización, atendiendo a las condiciones de las empresas, su tamaño y localización, entre otras variables.
¿En qué contexto cree que se desenvolverá la economía uruguaya en 2025?
El contexto internacional parece que será especialmente desafiante, con una región con señales mixtas. Brasil está entrando en una zona de turbulencias de la que no es claro hoy cómo y cuando saldrá, y Argentina, finalmente, esta rebotando, lo que es una buena noticia.
¿Qué pasos se deberían dar para ser más competitivos, un aspecto en el que poco se avanza?
La apertura y la desregulación de algunos mercados son aspectos claves para que la economía sea más competitiva. Son reformas que no son fáciles de procesar y requieren mucho diálogo con los actores, pero también determinación política para avanzar.
¿Cómo evalúa lo hecho por la actual administración en materia de inserción comercial internacional? ¿Se pudo haber hecho algo más?
En el actual período se alcanzaron algunos logros concretos, pero la presión de los países del Mercosur para cerrarnos el paso ha resultado infranqueable hasta el momento. Debemos seguir insistiendo en este aspecto, por lo cual nuestros intereses hoy están más alineados con lo que propone Argentina que con lo que propone Brasil, como quedó de manifiesto en la última cumbre en Montevideo. Mientras los avances en materia de tratados comerciales generales no sean viables, o sean lentos, debemos ir por acuerdos más específicos y por aquellas reformas que dependen de nosotros mismos, como las que ya fueron señaladas.