Daniel Pérez, viceministro de Trabajo
Sobre el cierre de la gestión, Daniel Pérez, en entrevista con CRÓNICAS, evaluó de forma positiva la creación de 111.304 nuevos puestos de trabajo en la actual administración y destacó que, en términos de masa salarial, en comparación con 2019, los niveles actuales están 6% por encima. Por otro lado, el viceministro dijo, referido a los empleados de Yazaki, que ya hay un preacuerdo que lo hace pensar que se “llegará a buen puerto” y subrayó, ante las propuestas del PIT-CNT realizadas al gobierno entrante, que “no se puede reducir la jornada laboral” sino existe una “mejora en la productividad”.
-Esta administración va a cerrar con 111.304 nuevos puestos de trabajo. ¿Cómo evalúa estas cifras?
-La evaluación es muy positiva. En el período pasado se habían perdido más de 50.000 puestos de trabajo, la pandemia provocó una caída muy importante de los empleos y hubo acontecimientos como la sequía y la brecha cambiaria con Argentina que se deben tener en cuenta. Pero terminar el período con más de 111.000 puestos de trabajo, comparado con 2019, habiendo recuperado los empleos perdidos en la pandemia, es algo que evalúo de forma muy positiva, particularmente cuando se ve que las tasas de empleo llegan a niveles que hay que ir hasta 2014 para encontrar cifras mejores. Además, hemos reducido la informalidad en tres puntos. No solo generamos más empleo, sino que ese empleo es de calidad, porque hubo una recuperación del salario, luego de que la pandemia provocara una pérdida salarial en todo el mundo. Nosotros estamos por encima del nivel de salarios prepandemia, y cuando se miran los datos de la masa salarial la realidad es que estamos más de un 6% por encima de 2019 en esa materia. Los resultados son muy positivos, pese a que siempre quedan desafíos pendientes y cosas que se podrían haber mejorado.
-¿Cuáles son los pendientes que menciona?
-Nos queda pendiente resolver el desempleo juvenil, que es una dificultad que hemos mantenido, sobre todo lo que tiene que ver con la primera experiencia laboral. También queda pendiente seguir mejorando los niveles de empleo para las mujeres. Pero cuando se mira el global de los resultados, la evaluación es muy positiva.
-La evolución de los ingresos de los hogares entre los primeros semestres de 2019 y 2024 muestra que el 10% más pobre tiene, en promedio, menos ingresos que en 2019, mientras que el resto de los quintiles ha mejorado su ingreso a lo largo del quinquenio. ¿Esto se contempla a la hora de evaluar?
-Estas cosas no se pueden comparar por períodos tan cortos. Hay que comparar años enteros y cuando hay una evolución global, cuando se miran los promedios, las situaciones son distintas en ese sentido. No todo el mundo crece del mismo modo y ese es uno de los desafíos que tiene el país por delante, que es seguir trabajando y mejorando todo lo relacionado a los niveles de pobreza. Hay que reducir los niveles de pobreza, y en ese sentido no hemos logrado reducir los datos de 2019. Es un tema que todavía está pendiente, sobre todo la pobreza infantil, que es un debe que el país sigue manteniendo. Si tenemos un volumen de pobreza infantil importante para nuestro país quiere decir que hay hogares que siguen manteniéndose en niveles de pobreza, que es un desafío que seguimos teniendo.
-¿A qué atribuye el dinamismo que ha tenido el mercado laboral?
-El dinamismo del mercado laboral está asociado a que se generaron las condiciones para que exista más inversión, pero además se trabajó mucho con las condiciones laborales. Cuando vino la pandemia, buena parte de la discusión era si cerrábamos todo o manteníamos los motores de la economía funcionando. La elección de Uruguay fue mantener los motores encendidos, lo que nos permitió recuperar rápidamente los niveles de empleo. También, todo lo relacionado con las obras y el sector de la construcción, que tracciona trabajo y mueve otros sectores. Muchos decían que después de que se terminara la última planta de UPM el empleo en la construcción se iba a ver afectado, pero lo cierto es que no ha sido así. Además, en torno a eso se generaron otras fuentes laborales en la medida en que la planta empezó a funcionar.
-¿Hasta qué punto es cierto que los niveles de empleo dependen, en cierta medida, de grandes obras como la de UPM que traccionen los puestos laborales?
-Ese tipo de grandes obras tienen un peso muy importante e influyen, pero no olvidemos que en este período de gobierno ha habido una inversión muy importante de parte del Estado en materia de obra pública, en todo lo relacionado con rutas, caminería y puentes, que también ha traccionado mucho al empleo. También hay otro montón de obras que influyen en las cifras, como las escuelas, liceos y hospitales, que sin ser de gran dimensión, sí repercuten por la mano de obra que utilizan. Si se mira uno a uno, no es lo mismo que puede generar una planta como la de UPM, pero cuando se mira el conjunto, se ve que son obras que traccionan. La prueba es que cuando terminó la obra de UPM el empleo en la construcción no cayó, cuando todos estaban muy preocupados porque cayera abruptamente, cosa que no ocurrió.
-¿Cómo han transcurrido las reuniones por el cierre de la planta de Yazaki?
-El martes de noche llegamos a un preacuerdo entre la empresa y el sindicato, donde el ministerio actuó como mediador. Falta la confirmación de la asamblea de trabajadores, pero ya hay un preacuerdo que nos hace pensar que se va a llegar a buen puerto. Eso implica, por un lado, una estrategia del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), que tiene que ver con la orientación laboral y con lograr armar un plan de ocupación acorde a cada uno de los trabajadores, con una retribución que está por encima del despido legal y un seguro especial, teniendo en cuenta que el 70% son mujeres y que están en el interior del país.
-La empresa, al momento del cierre, argumentó costos laborales y el presidente electo, Yamandú Orsi, habló de un problema de competitividad. ¿Cómo se abordan estos problemas estructurales?
-El principal tema tiene que ver con un desafío que tiene el país, donde nosotros avanzamos algo, pero nos hubiese gustado avanzar más, que tiene que ver con la productividad de las empresas. El año pasado convocamos a una comisión tripartita, porque queríamos discutir el tema de la productividad con trabajadores y empresarios, en el marco del Consejo Superior Tripartito, que terminó su primer informe a principios de 2024 como estaba previsto, pero la verdad es que nos quedamos con gusto a poco, en términos de cuánto avanzó esa comisión. Hubiéramos querido que los actores sociales profundizaran más en este tema. A mi entender, este es un aspecto clave, porque cuando se habla de competitividad, se habla del precio del dólar, que tiene dos problemas. Primero, que su precio es algo que no controlamos porque es una variable independiente de Uruguay. Segundo, si nosotros mejoramos los niveles de productividad, el impacto que tendríamos en la competitividad sería mayor que lo que puede generarse por el precio del dólar.
-Marcelo Abdala llamó a tener mesura para que no ocurra una corrida de industrias. ¿Ve eso como una posibilidad?
-No lo veo como una posibilidad, pero está bien que se tenga mesura. Nosotros desde el MTSS hemos tenido mucha mesura. Hemos sido muy cuidadosos de todos los procesos, particularmente teniendo en cuenta lo que es la defensa del trabajo y de las fuentes laborales. No sé por qué Marcelo Abdala dirá esto, pero claramente no lo dice por el MTSS.
-¿Qué sabe de los supuestos 106 paros que llevaron a cabo los trabajadores de Yazaki?
-Nosotros no tenemos un registro de eso. No llevamos un registro de cuántos paros hay en general y además hay muchos paros de los que nosotros ni siquiera nos enteramos. No puedo confirmar que esto haya sido así o no.
-¿Cómo se miran desde el MTSS las propuestas que ha realizado el PIT-CNT a la próxima administración para reducir la jornada laboral sin tener pérdida salarial?
-Lo miro como una aspiración y filosóficamente estoy de acuerdo con esta propuesta, pero no se puede reducir la jornada laboral si no tenemos una mejora de la productividad. Si una empresa produce cierta cantidad y factura determinado dinero con 44 horas laborales de cada uno de sus empleados, para que esa jornada laboral se reduzca y poder mantener el salario, deberá generarse la misma cantidad de valor agregado, porque, de lo contrario, se perderán puestos de trabajo. En definitiva, filosóficamente estoy de acuerdo con la propuesta, pero creo que no se debe hacer mediante una ley general, sino que es un caso para discutir, sector por sector, en el marco de los Consejos de Salarios, teniendo en cuenta las particularidades de cada uno. Acá hay que tener claro que no es lo mismo el sector industrial o el sector servicios, además de que los niveles de productividad no son los mismos para mega emprendimientos o empresas grandes que para empresas medianas o chicas. No es aconsejable hacer una ley general, sino que es mejor negociar sector a sector.
-¿Cómo se viene llevando a cabo la transición?
-La transición ha sido muy buena. Nosotros tuvimos tres reuniones con el ministro designado y lo mantenemos informado de toda la situación, además de que todos los directores se han reunido con los directores que asumirán en marzo. Hasta ahora no hemos tenido ningún inconveniente de nuestra parte. Apuntamos a dar la mayor cantidad de información posible y generar las mejores condiciones para que el gobierno entrante sepa el estado de situación con el que asume y sepa qué desafíos tiene por delante el país.
“Toda transformación tecnológica afecta los empleos, lo que significa que muchos puestos van a desaparecer o van a transformarse”
-Un estudio del Banco Mundial arrojó que la inteligencia artificial generativa va a afectar 600.000 empleos en Uruguay. ¿Han evaluado el impacto de esto?
-Si, es algo que hemos evaluado y sobre lo que estamos preocupados. Lo importante es lograr generar capacidades en los trabajadores. Toda transformación tecnológica afecta los empleos, lo que significa que muchos puestos u ocupaciones van a desaparecer o van a transformarse, pero a su vez también se van a generar otros. La cuestión es cómo logramos ensamblar y cómo logramos acompasar las competencias que demanda el nuevo mercado laboral, con las competencias que tienen los ciudadanos y los trabajadores, para que nadie quede por el camino y reducir los períodos de aprendizaje.