El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social junto con el Ministerio de Desarrollo Social presentaron, el miércoles 24, los resultados y la evaluación de impacto del programa Yo Estudio y Trabajo. Además, anunciaron el lanzamiento de su sexta edición. Cada año se inscriben entre 20.000 y 30.000 personas para unos 650 cupos promedio. Según el vicepresidente de la República, Raúl Sendic, el gobierno tiene el objetivo de acercarse, al final de este período, a los 3.000 cupos.
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
Respecto al objetivo del gobierno de alcanzar las 3.000 plazas para Yo Estudio y Trabajo, Sendic dijo que «no es fácil de alcanzar» y que «requiere de un compromiso fuerte de algunas instituciones públicas que tienen que abrir más espacios, pero la evaluación que se ha hecho ha sido positiva». El director del Instituto Nacional de Empleo Formación Profesional (Inefop), Eduardo Pereyra, valoró que se mantuviera el presupuesto para mantener esta política activa de empleo y de acompañamiento a los jóvenes en el sistema educativo, que forma parte de una cartera de políticas educativas con las que cuenta Uruguay.
La convocatoria a los jóvenes interesados se realizará el 28 de agosto, pudiendo inscribirse hasta el 7 de setiembre. El sorteo se realizará el 13 del mismo mes y, luego de esa fecha, comenzarán los trabajos de recepción de jóvenes y su preparación para el ingreso a los organismos públicos. En noviembre, los jóvenes que salgan sorteados comenzarán su actividad laboral en las distintas instituciones.
El objetivo del programa Yo Estudio y Trabajo se puede dividir en tres componentes. En primer lugar, ofrecer una primera experiencia de trabajo formal. Segundo, desarrollar competencias transversales para el trabajo y, por último, asegurar la continuidad en el sistema educativo. Los becarios entrevistados por la Unidad de Estadística del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social destacaron como principales motivaciones para participar del programa la ganancia de autonomía, posibilidades de consumo, y la experiencia, tanto personal como a nivel de currículum.
El pasaje por el programa como primera experiencia de trabajo formal, para los participantes, implicó comenzar a participar del «mundo de los adultos», según detallaron algunos de ellos. Pudieron incorporar normas y pautas de comportamiento que, en muchos casos, les resultaban ajenas.
En cuanto a las competencias transversales, los jóvenes adquirieron capacidad de comunicación y trabajo en equipo. Aprendieron cómo adaptarse al cambio y a la flexibilidad, y adquirieron valores como la responsabilidad y el compromiso para el cumplimiento de las tareas. Sin embargo, según algunos supervisores, las faltas sin aviso y llegadas tarde fueron situaciones no generalizadas, pero sí frecuentes.
Todos los jóvenes dijeron haber tenido éxito a la hora de compatibilizar el trabajo y el estudio, uno de los grandes objetivos del programa. En general, pudieron organizar sus horarios sin que se vea afectada su asistencia a clases ni su rendimiento. Por lo tanto, las autoridades concluyen que el programa lograría una beca flexible, adecuada para compatibilizar ambas actividades.
Del discurso de los entrevistados surgió que las poblaciones trans y con discapacidad fueron las que presentaron mayores complicaciones durante el programa. Por lo tanto, el programa no contó con los recursos humanos y técnicos para poder cubrir los temas emergentes que el trabajo con la población de grupos demandaba desde el nivel central. Los orientadores destacaron que las empresas no cuentan con los suficientes apoyos para la integración de jóvenes pertenecientes a esas poblaciones.
En cuanto a formalidad laboral, se identificaron efectos positivos de la participación en el programa y el acceso a un empleo formal en el período evaluado. Los jóvenes tratados por el programa aumentaron en siete puntos porcentuales la probabilidad de acceder a un trabajo formal en 2015 en comparación con los jóvenes que no fueron tratados.
La mayoría de los participantes de Yo Estudio y Trabajo pertenece a Bachillerato y UTU. Un porcentaje de casi un 20% son universitarios, y casi un 15% de ciclo básico. Al analizar la situación post-programa en trabajo y educación, comparando los jóvenes que participaron y los que no, se observa que en trabajo formal y en estudio, siempre, los tratados tienen un porcentaje mayor que los no tratados.
«El programa Yo Estudio y Trabajo cambia la vida de los jóvenes», afirmó Santiago Soto, director del Instituto Nacional de la Juventud (INJU). «No cambia la vida de los jóvenes porque el programa les hizo un bien, sino que, si no hubieran pasado por el programa, su vida sería peor», añadió. El director del INJU se refirió a que, según la evaluación de impacto, a los jóvenes que participaron de Yo Estudio y Trabajo les fue y les va mejor que a aquellos que no.
Según Sendic, el programa muestra que los jóvenes necesitan oportunidades en Uruguay. «Las oportunidades tienen que ser flexibles. Tenemos que generar instancias flexibles que permitan la inserción laboral y, fundamentalmente, a nivel de los estudios y de la currícula de estudio de los jóvenes», dijo.
Murro calificó en forma positiva esta experiencia, tanto para las instituciones como para los participantes. Aseguró que se trata de un llamado transparente, e instó a seguir el camino de confiar en los jóvenes y darles las oportunidades que necesitan.
El director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Álvaro García, opinó que se trata de una herramienta fundamental por lo que significan sus tres objetivos: acceso a una primera experiencia laboral, hacerlo sin abandonar los estudios y adquisición de capacidades transversales (códigos laborales).