El director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay, Ignacio Bartesaghi, conversó con CRÓNICAS acerca de la realidad del gigante del sur y cómo el actual escenario de la región puede afectar negativamente a la economía uruguaya. El analista contradijo un informe publicado por el Banco Itaú de Brasil que afirma que dicho país posee amortiguadores para alivianar los golpes internos y externos y la incertidumbre política que atraviesa. “No solo les afecta a ellos sino que tiene consecuencias directas e indirectas para Uruguay”, resaltó.
Por María Noel Durán | @MNoelDuran
El pasado 26 de mayo el banco Itaú de Brasil presentó el estudio “Brasil: menos vulnerable a los choques” que, en líneas generales, asegura que el país norteño será capaz de sortear sin mayores consecuencias económicas, la crisis política que atraviesa en este momento. Sin embargo, para el director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica, Ignacio Bartesaghi, esas afirmaciones distan mucho de la realidad.
“Una inestabilidad política de la profundidad que atraviesa Brasil, siempre afecta a la evolución económica; de hecho, ya está afectando”, indicó Bartesaghi y explicó que las proyecciones de crecimiento del vecino país están revisadas a la baja con el antecedente de una caída de la economía que se ubica en el entorno de un 4% anual en los últimos dos años. “A su vez, la crisis inicial de Dilma Rousseff provocó una devaluación del tipo de cambio que notoriamente tiene efectos en la economía”, señaló el analista internacional.
Con el arribo de Temer al poder, volvió a reinar una cierta estabilidad basada en una serie de propuestas de reformas estructurales que el actual presidente hizo en relación con el peso del Estado. “Esas reformas le generaron confianza a los privados y, fundamentalmente, al sector financiero que es muy importante para Brasil”, apuntó Bartesaghi.
“Brasil está a la deriva en un momento convulsionado para la región y el mundo”
Esas reformas que dependían de la aprobación del Congreso brasilero se sacudieron con los recientes casos de corrupción que involucran a Temer. “Ahora las reformas pueden quedar por el camino y son las que le daban la confianza económica”, comentó.
Bartesaghi explicó que lo que está en cuestionamiento en Brasil son sus instituciones, tanto públicas como privadas. “Esto tiene repercusiones en la confianza y una economía que genera desconfianza asusta a las inversiones”.
Con esta precuela es fácil entrever que el informe presentado por Itaú quiera, de alguna manera, enfocarse en los aspectos positivos para ahuyentar los fantasmas de la desconfianza y promover la captura de inversiones internacionales. En este sentido, Bartesaghi reflexionó, desestimando que el informe esté sesgado, que en una desconfianza generalizada las instituciones el banco apuesta a dar una imagen de menor riesgo. En su visión, las certezas son muy difíciles de comprobar cuando no se puede visualizar a corto plazo una renovación política que no esté salpicada por la corrupción.
“Lamentablemente no comparto el estudio de Itaú porque esto tiene consecuencias negativas para Uruguay”, comentó.
Sufrir las consecuencias
Según Bartesaghi, Uruguay es víctima de consecuencias directas e indirectas de las convulsiones padecidas por Brasil.
Las consecuencias directas ya comenzaron a percibirse durante el primer shock que se experimentó con la caída de la presidenta Dilma Rousseff.
“Puede repetirse con la renuncia de Temer o que aumenten las presiones sociales, todo eso genera incertidumbre y puede derivar en el tipo de cambio, porque al devaluarse la moneda Uruguay inmediatamente se vuelve más caro y a lo primero que perjudica es al turismo”, detalló.
En esta línea, el analista explicó que la confianza retomada cuando Temer asumió como presidente fue positivo para el comercio entre ambas naciones. “Con la crisis se devalúa de vuelta el real y Uruguay pierde competitividad por más que realice ajustes”, enfatizó.
Otra consecuencia directa es el precio de la soja que desciende a causa de que Brasil opera como un jugador importante en esta materia.
“El canciller dice que hay que abrirse al mundo pero después no se concreta”
Por otro lado, Uruguay también está sujeto a consecuencias indirectas provocadas por el efecto de la economía brasilera en Argentina.
“Argentina estaba empezando a recuperarse gracias a su comercio con Brasil. Si Brasil se cae, Argentina no se recupera y esto puede tener efectos económicos y políticos porque Argentina tampoco tiene al presidente Macri fuerte en la interna de su país”, analizó Bartesaghi.
Atados al Mercosur
La inestabilidad brasilera y sus consecuencias le genera preocupación a Bartesaghi y lo lleva a cuestionarse cómo Uruguay permanece atado a una región que no logra estabilidad. “En un eventual acuerdo con la Unión Europea, ¿van a firmar un tratado con un Brasil que no tiene presidente o que tiene un presidente debilitado?”, preguntó y señaló que es uno de los escenarios que grafican la forma en la cual la crisis política afecta directamente a la economía. “Obviamente no cerrar un acuerdo con la Unión Europea a Uruguay le genera un problema económico”, comentó.
Para el analista, las necesidades de Uruguay radican en tener un Brasil y una Argentina sólida “que logren tener más de tres o cuatro años de estabilidad”, sostuvo y precisó: “No logran sostener un modelo que enseguida viene otra persona y cambia todo lo que hizo el gobernante anterior y por eso es que Uruguay debe mirar hacia otros mercados”.
“Hay que lidiar con la región, Argentina y Brasil no son sustituibles pero como esa relación va a ser tensa e inestable hay que tener un plan b”, indicó Bartesaghi.
“En Uruguay existe un error de lectura de lo que pasa en el mundo”
La opción alternativa para Bartesaghi es generar acuerdos bilaterales que permitan diversificar el comercio.
Esta alternativa coincide con los dichos del canciller Rodolfo Nin Novoa pero, según Bartesaghi, esto no se condice con las políticas que se llevan a cabo en los hechos.
“En el discurso, el canciller dice que hay que abrirse al mundo pero después no se concreta porque las fuerzas internas del gobierno, sectores empresariales que están muy arraigados a la región y los sindicatos no ven lo que sucede a nivel internacional y se aferran a todo lo que haga al Mercosur. ¿Y si el Mercosur no cierra ningún acuerdo en 20 años tenemos que estar acompañándolos?, se preguntó”.
En la misma línea aseguró que además de ser un tema de ideología, en el país existe “un gran desconocimiento y un error de lectura de lo que pasa en el mundo”, indicó y agregó que esta patología la padecen algunos empresarios y sindicatos y parte del gobierno. “A esta altura del partido es más una restricción cultural que tiene el país para asumir los cambios. Hay que reaccionar, no podemos esperar 25 años más para que el Mercosur cierre un acuerdo”, concluyó.