Las agencias calificadoras de riesgo crediticio DBRS y S&P, mantuvieron la calificación para la deuda uruguaya dentro de Grado de Inversor, y ven una perspectiva estable en la misma. Destacan que la calificación podría mejorar si se logra “una mayor consolidación fiscal”, pero advierten que podrían empeorar “si la dinámica presupuestaria se deteriora más o se erosionan los amortiguadores externos, debilitando la resistencia del Uruguay a los shocks adversos”.
Mantener el Investment Grade o Grado de Inversor, ha sido uno de los objetivos prioritarios establecido por las autoridades económicas. Para ello, se aplicaron diversas medidas que dieran señales hacia el exterior (como el plan de consolidación fiscal) para que a las agencias que evalúan el riesgo crediticio del país, no se les ocurriera bajar la calificación y colocar al país en un nivel especulativo, como ocurriera en 2002. La corrida bancaria que se registraba a inicios de ese año y la débil situación del sistema financiero, llevó a que Uruguay perdiera el grado de inversión, y que recién lograra recuperarlo una década después.
Esas medidas parecen haber logrado el objetivo buscado, ya que dos agencias de calificación crediticia mantuvieron al país en el grado de inversión, según informes publicados en los últimos siete días.
La primera en mantener la calificación fue la canadiense DBRS, que otorgó al país una calificación de BBB (bajo) a largo plazo y R-2 (medio) en el corto plazo, en ambos casos con tendencia estable. Entre los factores que apuntalan la calificación de Uruguay, se destacan las fortalezas de las instituciones públicas, el manejo reservado de la deuda pública y suficientes reservas externas (ver recuadro).
Por su parte, el pasado martes fue el turno de Standard & Poor’s (S&P) que cambió de “negativa” a “estable” la perspectiva de la deuda uruguaya y mantuvo la calificación crediticia en el nivel de BBB en el largo plazo y A-2 en el corto plazo, lo que implica dos escalones por encima del grado de inversor.
“A pesar de las difíciles condiciones económicas, Uruguay demostró resistencia y el PIB real creció 1,5% en 2016”, señala el comunicado publicado por S&P, que agrega que “las perspectivas económicas para 2017 y 2018 son favorables”.
La agencia evalúa que “la continuidad de las medidas de consolidación fiscal allanarán el camino para reducir gradualmente el déficit fiscal en línea con el presupuesto quinquenal del gobierno”. “La perspectiva estable refleja nuestra visión de que mejores perspectivas económicas equilibrarán los riesgos de choques adversos y nuestra expectativa de que el gobierno implementará políticas correctivas oportunas para permanecer en el camino de la consolidación fiscal”, agrega.
Gradual
S&P espera que la economía uruguaya se fortalezca de forma gradual, lo que ayudará a incrementar los ingresos del sector público y así controlar el incremento del nivel de deuda. El informe explica que desde la evaluación realizada en junio de 2016, la economía local “ha mostrado mayor resiliencia frente a la recesión de Argentina y Brasil, (…) mientras que la inflación se ha contenido después de alcanzar los dos dígitos el año pasado”. “El Gobierno también ha demostrado su compromiso de alcanzar su objetivo de déficit fiscal para 2019, lo que reducirá el déficit de las administraciones públicas y contendrá los cambios en la deuda pública. Creemos que estos desarrollos han disminuido la probabilidad de un deterioro en la solvencia del Uruguay durante los próximos dos años”, fundamenta.
La agencia destaca el crecimiento constante del país en los últimos 14 años, y proyecta que en los próximos años el PIB per cápita debería crecer un promedio de 2% anual en los próximos tres años. “Su estructura relativamente diversa ha aislado algo a Uruguay de la crisis económica regional y ha impedido la contracción”, subraya el comunicado, que estima que la economía crezca un 2% este año y se acelere levemente en 2018 a 2,5%. Ese desempeño, estaría “apoyado por la recuperación gradual de los países vecinos, menores niveles de inflación y proyectos de infraestructura estimados por el gobierno en alrededor de US$ 12.000 millones”.
El análisis de S&P interpreta que la carga de la deuda uruguaya sigue siendo “moderada” al tiempo que “los riesgos financieros son bajos”. “Proyectamos que la deuda neta de las administraciones públicas sobre el PIB (que incluye la deuda de los bancos centrales emitida para operaciones de mercado abierto) aumentará al 52% del PIB en 2017, desde el 50,3% en 2016”, señala el comunicado, que augura que para 2020 se puede bajar a un 50% del PIB “debido a una combinación de consolidación fiscal moderada y crecimiento”. También espera que los pagos de intereses del gobierno representen un promedio del 6% de los ingresos del gobierno general entre 2017 y 2020.
No obstante, advierte que “las proyecciones están sujetas a la volatilidad resultante de movimientos bruscos del tipo de cambio, ya que aproximadamente el 55% de la deuda del gobierno central está denominada en moneda extranjera”. “En nuestra opinión, la gestión eficaz de la deuda ha reducido significativamente los riesgos del perfil de deuda de Uruguay: El vencimiento medio de la deuda del gobierno central ha seguido aumentando y ahora alcanza unos 14 años, de ocho años en 2005; Aproximadamente el 94% de la deuda está a una tasa fija, en comparación con 78% hace 11 años; Y los bonos componen el 91% de la deuda del gobierno central, mientras que el 9% son préstamos”, destaca S&P.
Fortaleza
El informe también destaca la fortaleza del sistema financiero, que “ha mostrado resistencia en 2016”. “El sistema se mantuvo saludable a pesar de los retiros de depósitos a raíz de la aplicación de la Amnistía Fiscal de Argentina, que concluyó en marzo de 2017; la aprobación de la ley de transparencia fiscal en Uruguay en 2016; y la apreciación del peso uruguayo, ya que los depósitos cayeron 0,7% en 2016 y 0,9% en abril de 2017”. Detalla, que la exposición del sistema bancario uruguayo a los depósitos de no residentes ha ido cayendo desde el 42% que representaba en 2002, hasta el 11% del total en 2016.
De todas formas, la agencia estima que “la inflación relativamente alta y la dolarización aún elevada siguen limitando la flexibilidad de la política monetaria de Uruguay”, ya que más la mitad de los préstamos y el 60% de los depósitos de residentes están denominados en dólares. Aún así, se espera que “la inflación disminuya y permanezca dentro del rango objetivo del banco central durante los próximos tres años”.
A modo de resumen, S&P señala que la perspectiva estable de la deuda uruguaya refleja “un fortalecimiento de la economía” con un moderado crecimiento y una “consolidación fiscal gradual”. Espera que las políticas económicas claves continúen los próximos tres a cuatro años, y que el Gobierno siga desarrollado el mercado de capitales, y reduzca la vulnerabilidad a los shocks externos.
La agencia advierte que se podría revisar a la baja la calificación de Uruguay en los próximos dos años “si una combinación de política fiscal inadecuada y crecimiento del PIB inferior al esperado da lugar a un aumento más alto de la deuda de las administraciones públicas anualmente de lo que actualmente prevemos”. “El fracaso en el progreso en el desarrollo de los mercados internos de capital y en la contención de la inflación dentro de la meta del banco central haría que la deuda del gobierno fuera vulnerable a los movimientos del tipo de cambio”, advierte.
Por el contrario, asegura que se podría mejorar la calificación del país “si el gobierno es capaz de aumentar la flexibilidad y la efectividad de la política monetaria, combinada con una mayor consolidación fiscal”. “Nuevas reducciones en la inflación junto con mercados de capitales locales más profundos podrían disminuir el nivel de dolarización y reducir la vulnerabilidad del gobierno a cambios repentinos”, concluye el comunicado.
DBRS: Uruguay “resistió sin problemas las recesiones de las economías de Brasil y Argentina”
La calificadora canadiense DBRS otorgó al país una nota BBB (bajo) en el largo plazo y R-2 (medio) en el corto plazo, en ambos casos con una perspectiva estable. La firma, destaca en su comunicado la solidez de las instituciones, la estabilidad del gobierno, los bajos niveles de corrupción, el amplio consenso político sobre la política macroeconómica y el manejo reservado de la deuda pública. Sin embargo, advierte que “el contrapeso de estos puntos fuertes son la flexibilidad fiscal limitada, por encima de las expectativas de inflación objetivo y la exposición a los desarrollos externos”.
El comunicado, subraya que la confirmación de la nota, “refleja la visión de que DBRS ve a Uruguay como un país que resistió sin problemas las recesiones de las economías de Brasil y Argentina”. En tal sentido, se espera “una recuperación gradual” del país “a raíz de la demanda creciente y términos de comercio favorables con Argentina”. Por otra parte, “las negociaciones sobre potenciales inversiones de gran escala en el sector papelero se encuentran avanzadas, lo cual puede fortalecer las expectativas de crecimiento de Uruguay”.
“Con estabilidad política y un marco político predecible, Uruguay ha alcanzado un ambiente favorable para el crecimiento económico, como se evidencia en los niveles de inversión extranjera directa en el país durante la última década”, subraya DBRS.
En este sentido, se señala que los ingresos netos de inversión extranjera directa “proporcionan una fuente estable de financiamiento externo” para Uruguay que, además, “cuenta con suficientes reservas para proporcionar liquidez en caso de un shock externo”. Por otra parte, la flexibilidad del tipo de cambio “ha ayudado a la economía a adaptarse a la evolución de las condiciones mundiales sin generar estrés en el sistema bancario o en el sector empresarial”.
El comunicado destaca que la perspectiva de estable, remarca que los riesgos en el panorama “son ampliamente equilibrados”. En ese sentido, la calificación podría mejorar si se lograra un mayor espacio fiscal y capacidad anticíclica. Sin embargo, las calificaciones podrían evolucionara a la baja “si la dinámica presupuestaria se deteriora más o se erosionan los amortiguadores externos, debilitando la resistencia del Uruguay a los shocks adversos”.