El técnico de Opypa, José Bervejillo, sostuvo que el ejercicio ganadero 2019-2020 se caracterizó por mostrar un primer semestre (segundo semestre de 2019) donde la demanda externa, especialmente de China, parecía no tener techo y los precios se dispararon a niveles récord. En el primer semestre de 2020, sin embargo, la situación pasó a ser la opuesta, con serias complicaciones en los flujos comerciales y la instalación de la pandemia provocada por el covid-19, lo que redujo especialmente el consumo de carnes fuera del hogar y alteró la formación de los precios. La recuperación del comercio va a depender en parte del grado del control de la pandemia.
En el marco de la situación actual, se puede afirmar que la coyuntura de la ganadería uruguaya es más compleja que la vivida en los años recientes debido a un conjunto de eventos que agregan un margen mayor de incertidumbre sobre el futuro. Por un lado, se desconoce por cuánto tiempo el consumo de carne y el comercio seguirán afectados por el efecto covid-19. La demanda del sector hoteles y restoranes, especialmente en Europa, se ha prácticamente detenido y eso afecta al segmento de cortes de más alto valor. Por otro lado, la producción enfrenta un verano que muy probablemente traiga menos lluvias que las necesarias para la recuperación de las pasturas y para la preparación de los planes forrajeros del invierno que se vendrá. Agregado a ello, los precios de los granos están mostrando una tendencia al alza, lo que puede llevar a cientos de productores a tomar la decisión de dedicar más área a la actividad agrícola y, en el caso de los corrales de engorde, a reducir la cantidad de animales encerrados. Y todo esto se da en un momento en que el inventario de vacunos ha aumentado, especialmente las categorías jóvenes.
Con estos elementos a la vista se pueden plantear una serie de hipótesis acerca de lo que podría suceder a mediano plazo. En cualquier escenario, el precio internacional de la carne vacuna seguirá siendo determinante de la realidad del sector, dada la importancia que tienen las exportaciones. Y el precio internacional depende del comportamiento de la demanda en cada mercado, dado que cada uno tiene sus especificidades. Es más, el precio medio de la exportación que recibe Uruguay depende de la proporción de cada mercado de destino.
Un escenario «optimista» sería entonces que el comercio se normalizara en el corto plazo y las exportaciones, especialmente a las Unión Europea (UE), se recuperaran y el precio de exportación se ubicase en niveles superiores a los US$ 3.500 la tonelada. Esto implicaría una mejora en el precio interno del ganado gordo, y por extensión, de la reposición, y un aumento de la tasa de faena de novillos.
Con mejores precios, los criadores estarían dispuestos a aumentar su producción de terneros, pero esta decisión tendría efectos recién para 2022, ya que la producción de terneros de 2021 ya está bastante comprometida. Con precios relativamente elevados es esperable que se siga importando carne para el abasto interno, dependiendo, por supuesto, de la evolución del ingreso de los hogares.
Un escenario más «pesimista» sería en cambio, que el comercio mundial continuase alterado por buena parte del año 2021 debido a la pandemia. En este caso, las exportaciones a Europa caerían al mínimo y los exportadores deberían encontrar mercados alternativos que, seguramente, van a ser menos rentables (para el mismo conjunto de cortes), por lo que los precios medios de exportación serían relativamente bajos -por debajo de los US$ 3.500 dólares la tonelada-. Precios internacionales bajos se trasmiten hacia adentro de la cadena, resultando en menores incentivos para los productores que aumentarían el refugo de vacas y provocarían una menor producción de terneros para 2022.
Paradójicamente, en el escenario «pesimista» es posible que el volumen de exportaciones sea mayor que en el escenario «optimista» durante 2021, ya que en el primer caso habría una mayor extracción. La situación se invertiría en 2022.
Otros componentes
Sin perjuicio de lo dicho, existen otros factores a tener en cuenta que también van a incidir en el resultado que finalmente se observe. En primer lugar, la alta probabilidad de atravesar un verano más seco de lo normal afectaría el desarrollo de los ganados, perjudicando el resultado económico de los ganaderos por doble vía: menores precios del ganado y mayores costos de alimentación.
Al cierre de la edición del Anuario se estaba manejando la posibilidad de exportar ganado a Brasil como una vía alternativa para reducir la carga.
En segundo lugar, China está recomponiendo la producción de carne de cerdo, por lo que es posible que sus importaciones de carne vacuna crezcan más lentamente.
En tercer lugar, el comportamiento de Turquía como importador de ganado en pie ha sido errático y es imposible predecir cómo va a evolucionar este mercado.
Teniendo todos estos elementos en cuenta, se espera que el stock vacuno al 30 de junio de 2021 se ubique en el rango de 11,75 a 12, 27 millones de cabezas y la faena entre 2,2 y 2,5 millones de reses. El stock de terneros esperable para 2021, a una tasa de procreo «inercial» de 66%, sería de 2,9 millones. En el escenario «optimista», las exportaciones se ubicarían en el entorno de US$ 1.700 millones, mientras que en el «pesimista» caerían a US$ 1.400 millones.
Las exportaciones de carne bovina totalizaron 406 mil toneladas equivalentes al peso carcasa en los 12 meses terminados a octubre de 2020, lo que representa una caída de 16% respecto a igual período del año anterior. Los precios medios tuvieron un leve repunte de 5%. Las exportaciones a China cayeron 27% en volumen, de tal modo que la participación del mercado chino se redujo de 64% a 56% del total.
Los aumentos más relevantes se dieron en las exportaciones a los países del Nafta (más 17%) y a Rusia, con un aumento de casi cuatro veces en volumen, aunque a precios considerablemente inferiores.
Las exportaciones a la UE, como es norma, llevan el precio medio más elevado, pero los volúmenes exportados dentro de las cuotas de carne de alta calidad cayeron 14% en el caso de la 481 y 28% en el caso de la Hilton, que por primera vez en años no se completó.
La reducción de las exportaciones a la UE es consecuencia directa de la pandemia por covid-19, lo que implicó una caída en la demanda del sector hotelería y restoranes. Esto, en paralelo a la tendencia de los europeos a reducir su consumo per cápita de carne vacuna.
Mercado interno
En los últimos tres años ha habido una creciente corriente importadora de carne vacuna para el consumo interno. En 2018 se importaron 16.168 toneladas, en 2019 fueron 32.196 toneladas y a octubre de 2020 se llevaban importadas 28.966 toneladas. Esto equivale al 36% del consumo interno aproximadamente.
Las importaciones de carne provienen principalmente de Brasil y en segundo lugar de Paraguay, y consisten, en su mayoría, de cortes enfriados sin hueso.
El precio de la carne vacuna al consumo ha aumentado más que el índice general de precios (IPC), en especial en algunos cortes. Sobre el precio del asado de tira, que desde finales de 2018 evoluciona por encima del nivel general de precios, alcanzó un valor máximo de 328 en 2019, 62% del IPC.