Por A. Sanjurjo Toucon
Los siete magníficos (The Magnificent Seven). EE.UU. 2016
>> Dir.: Antoine Fuqua. Con: Ethan Hawke, Chris Pratt, Denzel Washington.
Un vistazo a la cartelera cinematográfica montevideana de hoy, permite una división a “grosso modo” de la misma: el cine realizado bajo la égida de Hollywood y todo el restante.
Referirse al cine de Hollywood implica rebasar el límite geográfico del distrito californiano así llamado, considerando films, mayoritariamente estadounidenses, realizados al amparo de una industria que aunque hoy es parte de la globalización, es sello inconfundible de una manera de hacer cine con bases económicas de empresas asentadas en los EE.UU., en cierto modo continuadoras de los pretéritos modelos adoptados por el viejo cine de Hollywood.
La oferta cinematográfica local se halla dominada por la “producción hollywoodiana”, mayoritariamente encuadrable en lo que sería “cine chatarra”. En tanto la mayor cantidad de títulos estimables (para quien escribe) es casi totalmente ajena a esos parámetros. Así hallamos: “Café Society”, que como es tradicional en el cine de Woody Allen, escapa a las pautas del cine norteamericano, si bien utiliza su estructura (distribución y exhibición) para llegar al público; “Gilda, no me arrepiento de este amor”, producción argentina que posee distribución internacional a través de multinacionales del espectáculo (con vinculaciones al imperio “Disney”); la película china “Lejos de ella”, el film chileno “Gloria” y, como excepción que confirma la regla, el “thriller” hollywoodiano “Miedo profundo”.
Lo “hollywoodiano” que no es ajeno a lo rescatable, presenta sin embargo alarmantes pruebas de un agotamiento intelectual. Ese agotamiento intelectual se materializa en los numerosos films con largas secuelas que, sin ser exhaustivos, incluyen los bodrios con monstruos que asoman por Elm Street, en los Martes y Viernes 13 y demás peligrosos puntos urbanos, a los resucitados héroes de Marvel Comics, y hasta las gerontocráticas aventuras de 007.
Aunque la muestra más rotunda de falta de ideas renovadoras se sitúa en la impresionante cantidad de “remakes”: nuevas versiones de antiguos films de éxito en sus orígenes.
La lista de “remakes” y/o secuelas en cartel en este momento, comprende: “Blair Witch: la bruja de Blair”, apéndice de “Blair Witch”, “Ben Hur” – de la que ya hablamos en nota anterior-; “El especialista: resurrección” secuela de una resurrección anterior protagonizada por Jason Statham, un especialista en segundas, terceras…. partes (“El transportador”, “Los indestructibles”….); por allí también anda una nueva incursión de “Star Trek”, cuyos orígenes se pierden en la creación del universo. Y para asegurarnos que el fenómeno no es circunstancial, se anuncia el estreno de “El bebé de Bridget Jones”, donde, por tercera vez, Renée Zellweger continúa envejeciendo con sus personajes.
El caso más pintoresco de la cartelera de esta semana, seguramente lo constituye el western “Los 7 magníficos”, para lo cual debemos trasladarnos al cine japonés de los años ’50. En 1950, el realizador japonés Akira Kurosawa (1910-1998) adquiere notoriedad en el mundo occidental cuando su film “Rashomon” (1950) –con Toshiro Mifune- comienza a circular y obtener premios en festivales internacionales. El guión cinematográfico de Kurosawa y Shinobu Hashimoto, estaba basado en relatos del escritor Ryunosuke Akitawawa, y su anécdota es resumida así: “Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único testigo de los hechos”.
En 1954, y precedido por el prestigio de “Rashomon”, Kurosawa rodará “Los 7 samuráis” –con Toshiro Mifune-, también ambientada en un Japón del pasado, título que para buena parte de la crítica, era el perfecto equivalente a un “western” del cine norteamericano. Una síntesis de su anécdota permite corroborarlo:
“Japón, Siglo XVI. Una aldea de campesinos indefensos es repetidamente atacada y saqueada por una banda de forajidos. Aconsejados por el anciano de la aldea, unos aldeanos acuden a la ciudad con el objetivo de contratar a un grupo de samuráis para protegerlos. A pesar de que el único salario es comida y techo, varios samurais se van incorporando uno a uno al singular grupo que finalmente se dirige a la aldea.”
“Los 7 samuráis” obtuvo varios premios internacionales y respetable éxito de taquilla.
En 1960, cuando el “western” era aún un género frecuente en el cine norteamericano, el realizador John Sturges (había dirigido la mítica “Duelo de titanes”; también la plúmbea “El viejo y el mar”), realiza, en ese particular género, el film “The Magnificent Seven” (en Uruguay se llamó “7 hombres y un destino”), declaradamente una traslación del Japón de los samuráis al universo de los cowboys. Su anécdota lo confirma:
“Los humildes habitantes de un pueblo mexicano, que viven modestamente de la agricultura, se hallan a merced de una despiadada banda de forajidos que constantemente les exigen un pago por sus cosechas. Como ellos no saben defenderse, deciden contratar los servicios de siete pistoleros, siete implacables mercenarios cada uno con una habilidad especial en el manejo de las armas”.
El elenco era una auténtica reunión de actores por ese entonces en plena popularidad: el calvo Yul Brynner, Eli Wallach, Brad Dexter, Steve McQueen, Robert Vaughn, Charles Bronson y James Coburn, entre otros. La realización era agitado y atractivo cine del Oeste (cuando ya se dirigía hacia el ocaso este género) que la perspectiva histórica permite hoy ubicarlo entre lo ético y moral de “A la hora señalada” (Zinnemann, 1953) y la violencia de “La pandilla Salvaje” (Peckinpah, 1969), a su vez tributaria del “spaghetti-western” signado por Sergio Leone. La banda sonora del film de Sturges, pertenecía a Elmer Bernstein y fue un atractivo rápidamente (mal) imitado.
Décadas atrás, los films de éxito eran “reestrenados”, en copias nuevas, y su atractivo parecía renovarse. Hitchcock, Greta Garbo, y los turbulentos amores de Scarlett O’Hara, lo supieron.
Los gustos cambian y los públicos también. La preferencia por “lo nuevo” ha desplazado al gusto “por lo bueno” o simplemente por un producto original.
Las “remakes”, ocasionalmente justificadas, abrieron paso a films que simplemente responden a una tendencia de la taquilla. Entre muchos otros, el turno corresponde ahora al film de Sturges (y al de Kurosawa), convertido en “Los siete magníficos”, de Antoine Fuqua; uno más de esos directores norteamericanos que saben plasmar con oficio asuntos generalmente atractivos. Su carrera se integra con: “Asesinos sustitutos”, “Día de entrenamiento”, “Ataque a la Casa Blanca”, etc. Su elenco, parece respetar criterios de la versión de Sturges: Denzel Washington (el “diferente”, como antes lo fuera Brynner), Charles Pratt, Ethan Hawke, Buyng-hun Lee, Peter Sarsgaard.
El resumen argumental de este nuevo opus de los 7 hombres, según “filmaffinity” (de donde se tomaran las síntesis anteriores) no deja lugar a dudas:
“Los habitantes de Rose Creek, atemorizados bajo el control del industrial Bartholomew Bogue, deciden contratar a siete forajidos para terminar con la amenaza: Sam Chisolm (Denzel Washington), Josh Faraday (Chris Pratt), Goodnight Robicheaux (Ethan Hawke), Jack Home (Vincent D´Onofrio), Billy Rocks (Byung-hun Lee), Vasquez (Manuel García Rulfo) y Red Harvest (Martin Sensmeier). Sin embargo, pronto se darán cuenta estos siete que están luchando por algo más que el simple dinero. Remake del western homónimo de John Sturges, a su vez remake de ‘Los siete samuráis’ de Akira Kurosawa”.
Si bien es cierta la clonación anecdótica, la realización de Fuqua presenta varios déficit en relación con lo ofrecido por Sturges (incluyendo el lugar secundario de los roles femeninos, ya presente en Kurosawa). Mientras Sturges torna “creíble” la peripecia dramática, con ajustada utilización de los tiempos, Fuqua agolpa situaciones del mismo modo con que atiborra de planos cortos y cortísimos las escenas de acción, precisamente elaboradas por el riguroso, funcional y expresivo uso del montaje en el caso de Sturges.
Fuqua, montajistas y fotógrafo, en ocasiones repiten al milímetro encuadres, movimientos de cámara, escenarios y hasta la ubicación de los actores de Sturges, sin alcanzar idénticos resultados. Los ingredientes son los mismos, el cocinero no.
Si algo conviene rescatar de esta “Los 7 magníficos” que invadió pantallas (en algunos casos con horrendo doblaje), es su condición de testimonio de una crisis de ideas por parte del llamado “cine de Hollywood”.