Por A. Sanjurjo Toucon
Jackie. EE.UU. / Chile / Francia / Hong Kong. Dir.: Pablo Larrain. Con: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig.
Una muchacha típica.- Jacqueline Bouvier (1929-1994) hija de un rico corredor de Bolsa de Wall Street, y de una dama que luego de divorciarse se casó con el heredero de la Standard Oil Company, (empresa fundada por los Rockefeller) fue alumna de prestigiosas y frecuentemente aristocráticas instituciones (Vassar, entre otras). Al promediar el siglo XX, obtuvo el título de “Bachelor of Arts”, también asistió a clases de Historia de América en la Universidad de Georgetown. Trabajó como fotógrafa para el “The Washington Times-Herald”, y tras romper su compromiso con un corredor de Bolsa, se casa con un joven, adinerado y ascendente político llamado John Fitzgerald Kennedy. Ambos pertenecían a los mismos sofisticados círculos sociales.
Un joven norteamericano, John F. Kennedy (1917-1963) era hijo de Rose Fitzgerald y Joseph Kennedy, hombre de vasta fortuna, afianzó la misma con negocios inmobiliarios, especulación en la Bolsa y participación en la industria del cine (donde fuera amante de Gloria Swanson). Papá Joseph contribuyó en la campaña electoral de Roosevelt, por lo que obtuvo licencia para importar licores “con fines terapéuticos” durante la ley Seca. También ansiaba que un hijo suyo fuera presidente de los EE.UU., para lo cual invirtió cuantiosas sumas y entrenó a su hijo Joe, fallecido antes de alcanzar la Casa Blanca, meta traspasada a otro de sus hijos: John.
Una de las fincas de los Kennedy albergó una fiesta donde John reencuentra a Jacqueline Bouvier, hija de un financista neoyorkino. Era refinada, hablaba varias lenguas, era hermosa y finalmente se casó con John en 1953. En sus campañas electorales el joven John eliminó sus opiniones antisemitas, presentándose como un liberal anticomunista. Alejado momentáneamente de la política a causa de una vieja dolencia en la espalda, retornó, logró ser candidato del Partido Demócrata y, finalmente, junto a su esposa pasó a residir a la Casa Blanca. Fue el primer presidente norteamericano católico.
La vida conyugal
John y Jackie fueron la pareja ideal. Juntos superaron los fallidos embarazos de la que será la más publicitada Primera Dama estadounidense. Asistían a conciertos y también los organizaban, los bailes en la Casa Blanca eran alegres y podía no guardarse el protocolo, tuvieron hijos sanos y hermosos, ampliamente fotografiados. Desde la Presidencia, John procurará que la llamada Alianza para el Progreso, impulse a los países pobres ubicados al Sur del Río Bravo (por entonces sin imaginar que allí se construiría una enorme muralla). John era pieza fundamental del llamado clan Kennedy, integrado por los miembros de la familia y amistades que incluían a Sinatra y otros personajes vinculados con la mafia. Las revistas de satinadas páginas, que años después dedicaron copiosos artículos y fotos, a los fieles esposos Lady Di y Carlos de Inglaterra, se encargaron de mostrar a la pareja feliz por excelencia: Jackie y John. John al igual que su padre, tuvo intereses en el cine (al parecer Marilyn Monroe). Jackie, a diferencia de Hillary Clinton, no halló ninfa alguna bajo la mesa oval, y supo ser discreta respecto a las visitantes de John, ingresadas secretamente a la Casa Blanca, presuntamente con fines terapéuticos. Se decía que un medicamento con el cual John calmaba los dolores de su averiada espalda, le producía insaciable apetito sexual.
No fueron esas las únicas infidelidades albergadas por la Casa Blanca, Roosevelt había sido amante de su secretaria y su esposa Eleanor de la suya.
En el plano internacional, Kennedy debió resolver varias crisis y algunas invasiones. En lo interno habría enfrentado a poderosas corporaciones, una de ellas la de influyentes petroleros de Texas.
Jackie: the Movie
En 1963, en episodio ampliamente difundido y nunca aclarado, Kennedy es asesinado, y de las instancias vividas por Jackie desde que ultiman al presidente hasta el momento de su entierro, trata este film.
“Jackie” es lo más parecido a un telefilm, en cuanto al diseño esquemático e inamovible de acartonados personajes, a su inexistente espesor psicológico y una actuación paupérrima, carente de emoción, a excepción de algunos breves momentos de Peter Sarsgaard como Bobby Kennedy, y nada más. Natalie Portman se esconde tras una “careta” de Jacqueline. El estilo fotográfico carece de carga dramática, sus colores son chillones. Guionista (Nora Oppenheim) y realizador, realizan insípido abordaje a personajes y asuntos que aún ofrecen aristas fascinantes y no resueltas. Esto no es sino la aproximación externa a las alternativas atravesadas por Jacqueline Kennedy, desde los balazos en Dallas, Texas, al sepelio en el cementerio de Arlington, en Washington. El film elude los antecedentes de la pareja y toda especulación sobre el asesinato, apoyándose en este poco creíble perfil de la reciente viuda. Quienes por aquí desfilan, convierten a sus representados en mascarones a los que se les asigna un rol para repetir fríamente unos diálogos elementales, que no hacen sino destacar carencias. Discrepancias familiares internas y con terceros, disidencias con la CIA (en EE.UU. además de la CIA existen otros servicios similares, impensables) y demás incidentes menores, reclaman a gritos la verosimilitud que aquí no existe.
The Merry Widow
Cinco años después de enterrado JFK, y fuera del lapso de tiempo considerado por este film, Jackie se casa con el multimillonario magnate griego Aristóteles Onassis, su nombre pasa a ser Jackie Kennedy Onassis.
El productor y director chileno Pablo Larrain (1976), en su filmografía de nueve títulos (en el Uruguay se vieron cuatro, con este), aborda figuras y temas de indiscutido interés: “Neruda”, aproximación al poeta chileno realizada en 2016, e interpretada por Gael García Bernal y Luis Griecco, y en el mismo año “El club”, acerca de la vida en apartada región de Chile, de jerarquías eclesiásticas de todo calibre, violadores y corruptores de menores.
Medio siglo atrás, esta realización habría sido irreversiblemente mediocre, como lo es ahora, pero el mito Jackie, estaba aún vigente. La verdadera personalidad de Jackie (lejos de la que aquí se establece), luce tan inexplicada como los desconocidos motivos impulsores del asesinato en Dallas. Nada de esto hay en el film tremendamente norteamericano, del chileno Pablo Larrain, encandilado por las luces de Hollywood y la Casa Blanca.
T2 Trainspotting. Reino Unido 2017. Dir.: Danny Boyle. Con: Ewan McGregor, Ewen Brenner, Jonny Lee Miller, Shirley Henderson.
Cual émulo de Alejandro Dumas (padre), Danny Boyle retoma, veinte años después, los personajes de su anterior film “Trainspotting” (1996), basado en novela de Irvine Welsh, con guión de John Hodges. Su tema: retrato de ´jóvenes escoceses contemporáneos; pendencieros, irreverentes, poco afectos al trabajo y ávidos consumidores de heroína. No era un film sobre moralidad, sino una aproximación, frecuentemente subjetiva, a la personalidad de sus criaturas amorales que, heroína mediante, creaban su propia realidad. Ese auténtico drama, brutal y devastador, es convertido por realizador y guionistas, en desbordada y caótica caricatura apoyada en el humor negro, negrísimo, y escatológico.
Veinte años después, estos personajes retornan con “T2 Trainspotting”.
Los jóvenes británicos de 1996, drogadictos, pendencieros, irreverentes, poco afectos al trabajo, sobreviven sin que tengamos noticia de ellos hasta 2017, cuando “T2” los retoma.
Los visibles caracteres de los personajes de 1996, se repiten en “T2”. Ambos films, según se miren, son dos caras de la misma moneda, con marcadas diferencias de tono. El primero alardea de su reidera, caótica, despectiva y provocativa propuesta; en tanto “T2”, atraviesa sendas ya recurridas; la ira y la furia aquí presentes, carecen del humor que todo lo valida, característico de “Trainspotting” del 96.
Boyle narra espléndidamente, aunque este “T2 Trainspotting” semeja a imitación sin alma de su ilustre predecesora.