Realizadora italiana: una vida de creatividad fílmica. Delincuentes en USA: sombrío linaje. Muchacha con cama: para cuidar niños. Familia: sucede en las mejores.
Por A. Sanjurjo Toucon
Detrás de los anteojos blancos (Dietro gli occhial Bianchi). Dir.: Valerio Ruiz. Participan: Lina Wermüller, Martin Scorsese, Sophia Loren, Mariangela Melaato, Giancarlo Giannini, Nastassja Kinski, Piero Tosi, Rita Pavone, etc.)
Arcangela Felice Assunta Wertmüller von Elgg Spanol von Baueich, integrante de una aristocrática familia suiza, nació en Roma en 1928 (otra fuentes citan 1926), es conocida públicamente como Lina Wertmüller, destacada realizadora cuya carrera artística se iniciara como actriz. Fue asistente de Federico Fellini en “8 ½”, debutando como realizadora en 1963 con “Los zánganos”, film de neto corte neorrealista, en el que se describe la vida y costumbres de un pueblo del sur de Italia. Este fiel retrato de pobreza, señala la preocupación social de la realizadora, tema de varias de sus películas, sin por ello hacer de sus filmes un manifiesto político. Como Visconti, también de familia aristocrática, sus preocupaciones por los sectores populares, no le impiden hacer cine de denuncia, surgiendo esta en forma natural, sin intenciones panfletarias.
A la fecha Wertmüller ha realizado unos cuarenta films, entre los que merecen destacarse “Mimí metalúrgico herido en el honor”, “Amor y anarquía“, Siete bellezas”, etc.
Durante varios años, Valerio Ruiz integró el núcleo de colaboradores de Wertmüller, debutando en la realización con “Detrás de los anteojos blancos” (anteriormente hizo un cortometraje de 5 minutos, titulado “Piazza Fellini”).
Ruiz no disimula su (legítima) admiración por su retratada y la toma en un recorrido por el interior de una enorme casa (se supone que propiedad de la realizadora). Ese deambular es un vistoso artilugio para, en sucesivos cortes, introducir juicios de quienes, desde diversas especialidades, dejan su testimonio. El film es antes que nada un homenaje –con justificados elogios de importantes figuras de la pantalla-, un abanico en el que irrumpen realizadores, actores, vestuaristas, fotógrafos, etc..
Las opiniones de Wertmmüller, y en especial las de quienes filmaran con ella, constituyen un muy atractivo y valioso análisis de recursos y métodos de trabajo utilizados. Las referencias a títulos que el espectador no conoce, pudieron actuar negativamente en cuanto al interés del film; posible escollo admirablemente sorteado con la armónica integración de sustanciales fragmentos de las películas citadas.
Documento imprescindible para los admiradores del cine, es también un claro aporte para que todos los públicos comprendan mejor al séptimo arte.
Paula, Argentina 2015. Dir. y guión: Eugenio Canevari. Con: Estefanía Blaiotta, Pablo Bocanera, Bernardo Calabia.
En un establecimiento rural de la provincia de Buenos Aires, vive el joven matrimonio y sus pequeños hijos, y Paula, una joven empleada doméstica con cama, encargada de cuidar a los niños y comprar el pan en el pueblo más cercano.
El debutante realizador y guionista Eugenio Canevari, tras unas largas tomas iniciales, que parecen anunciar uno más de esos productos fílmicos autocomplacidos en sus larguezas, pasa a trabajar con un ritmo más ágil a la vez que utiliza todos los diálogos cotidianos para determinar las características de patronos y empleada, así como de sus amistades.
En ese entorno precisamente diseñado, parece no existir para la empleada Paula, otra alternativa que la de “sirvienta”. De ahí que a nadie preocupen sus contratiempos, sin llegar a enterarse de su involuntario embarazo y consecuente desesperación.
Paula existe en función de aquellos que le rodean, es a su vez el elemento marginado que preocupará a sus patrones en la medida que no perjudiquen sus egoístas necesidades. Nadie se entera del embarazo de Paula simplemente porque ello no es de su interés. Esa ácida pintura de la burguesía, es rematada con frases de aparente inocencia aunque encierren una referencia clave (cuando la familia propietaria señala el origen de sus bienes).
Paula es un elemento de complicación al asumir sus prerrogativas de ser humano. El eje del film es el embarazo de Paula, mientras el agudo libreto, subrepticiamente introduce el enigma de la paternidad, dejando abierta la puerta para que por lo menos tres hombres puedan ser responsables, con la consiguiente derivación. Ese desenlace, sin embargo, no llega, quitándole sentido a muchas de las escenas desarrolladas a lo largo de poco más de una hora.
Los aspectos más logrados por Canevari pasan a ser accesorios, sin resolver aquellos que constituyen la razón de ser del film.
Los jóvenes realizadores debutantes, suelen enamorarse de su trabajo, sin descartar tomas que pueden ser hermosas a la vez que superfluas. En este caso parecen faltar minutos de contenido dramático, al tiempo que se requiere una tijera para tanto cielo con nubes cuidadosamente fotografiadas, en consonancia con la plasticidad de cuanto muestran las imágenes.
“Paula” se remonta sobre imperfecciones, ratificando que el cine argentino de hoy, atraviesa un período brillante, con excelentes perspectivas. Canevari comienza con buen paso, habrá que estar atentos a su trayectoria futura.
Somos una familia / Grandes familias (Belles families). Francia / Reino Unido / China 2015. Dir.: Jean-Paul Rappeneau. Con: Mathieu Amalric, Marine Vacth, Gilles Lellouche, Nicole Garcia, André Dussollier.
La rica familia enfrenta la venta de la que fuera lujosa residencia en la campiña francesa. Sorpresivamente se descubren infidelidades donde se creía existían solamente virtudes conyugales. El descubrir estas enredadas relaciones (con virtual incesto), genera idas y venidas cuando alguien pone dudas sobre un testamento. Esto es suficiente para presentar a “Somos familia” como vodevil donde los protagonistas viven en perpetuas correrías a causa de complicaciones y secretos que se agolpan en el guión, probablemente con un humor que no se halla en la pantalla.
Por momentos, la realización acentúa su costado dramático por sobre esa enloquecida comedia vodevilesca que no fragua, y también hace lo inverso. La sensación de un realizador y varios coguionistas que no llegaron a un acuerdo sobre el género de su film, se apodera del relato. A su vez el ritmo lento, impuesto a un asunto que reclama chisporroteo, acrecienta las debilidades de guión y elenco.
El elenco, individualmente, ha tenido su relevancia, en tanto aquí ofrece un tosco adocenamiento y unas relaciones intergeneracionales ridiculizadas por las edades reales de los intérpretes.
La condición internacional de la producción, quizás influyó decididamente en esta “comediadrama”, cuidadosa de la representatividad de sus escenarios urbanos, sus intérpretes y hasta su género.
El cine también es víctima de la globalización.
Vivir de noche (Live by Night). EE.UU. 2016. Dir, y guión: Ben Affleck, sobre novela de Dennis Lehane. Con: Ben Affleck, Elle Fanning, Sienna Miller, Zoe Saldana.
Cine negro y cine de gangsters, son denominaciones de corrientes cinematográficas en las que, conjunta o separadamente, incursionan ciertos filmes. El “cine negro” no es necesariamente “cine de gangsters”, ni todo “cine de gangsters” es “cine negro”.
El llamado “cine negro” ha sido caracterizado por su dureza en la construcción de personajes, una narración concreta, visualmente apoyada en una fotografía expresionista (varios directores de filmes de gangsters y negro provienen del expresionismo alemán), con una temática en la que no faltan los caracteres negativos de uno o más personajes, atrapados en asuntos próximos al cine policial y/o de gangsters. “El cartero llama dos veces” (Tay Garnett, 1946), “El halcón maltés” (John Huston 1941), “Pacto de sangre” (Billy Wilder, 1944) y muchos otros de una larga lista, son cine negro. Mientras que cine policial y de gangsters, es una tipificación donde los elementos del cine negro, pueden estar presentes o no, en historias con argumento y personajes menos elaborados, entregados a los vaivenes de asesinos, ladrones de Bancos, etc. de gran auge en el cine norteamericano de las décadas de los ’40 y ’50. Ambas corrientes se nutrieron asiduamente en las novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett.
“Vivir de noche” es un ejemplo de reunión de las dos tipificaciones. Existe un protagonista héroe/villano, corrupto hijo de un policía, seductor de mujeres, encaramado en un mundo de venganzas y abundantísimas balaceras, apoyado fundamentalmente en las escenas de acción, y las varias sub-historias. Sub-historias que, con rasgos de “film noir”, se separan del film policial y/o de gangsters.
Clarificando: ”Vivir de noche” es por momentos una aventura gangsteril, con acción abundante y balaceras que le aproximan a numerosas producciones del desaparecido cine clase ”B”. Lo cual no impide reflexiones de carácter (in)moral de varios personajes, con una cínica y divertida variante humorística: “el crimen puede pagar”.
La estupenda fotografía en color de Robert Richarson (quien trabajara con Oliver Stone, Quentin Tarantino y Martin Scorsese) posee una pátina evocadora de viejos filmes, aunque posteriores a este 1925 de “Vivir de noche”. Los intérpretes exhiben la solvencia que en este rubro suele ofrecer el cine estadounidense.
Ben Affleck (“Desapareció una noche”, “Atracción peligrosa”, “Argo”), director, guionista, intérprete, y productor, es una bienvenida excepción en una cinematografía, como la norteamericana, dominada por el cine chatarra.