Por Álvaro Sanjurjo Toucon
Invitación de boda (Wajib). Palestina 2017
Dir. y guión: AnnemarieJacir. Con:Mohammad Bakri, SalehBakri, Tarik Kopty.
La milenaria ciudad de Nazaret, hoy situada en territorio del Estado de Israel, ofrece una peculiar conformación dentro del ya multifacético universo étnico y religioso de la nación judía. Es la ciudad israelí con mayor cantidad de árabes, un 40% de los cuales son cristianos y el resto musulmanes.
Siguiendo tradiciones locales, un árabe cristiano y su hijo, radicado en Italia, distribuyen personalmente invitaciones a la boda de la joven que es hija y hermana, respectivamente.
En ese deambular, el film irá descubriendo, a través de diálogos aparentemente triviales entre padre e hijo, y de aquellos a quienes se invita, una compleja relación familiar, y un no menos intrincado relacionamiento entre árabes (a su vez divididos) con los israelíes vistos como intrusos.
Con extrema inteligencia y sutileza, la realizadora palestina Annemarie Jacir, se cuida muy bien de no arrojar toda la información en bloques, sino que va proporcionando la misma como si fueran piezas de un rompecabezas. Un “puzzle” verbal notablemente dosificado, ya que el progresivo retrato humano (individual y colectivo), se amalgama con una situación política y religiosa de enormes repercusiones.
La ex novia requiriendo sexo, o la abogada resignada a cuidar padres ancianos, acaso no sean justificativo pero sí coherente explicación acerca de por qué una mujer puede abandonar marido e hijos pequeños.
La religión y el tradicionalismo obnubilan y edulcoran. Son esos lastres los que llevan a un anciano a no querer comprender su existencia en un medio inexistente. Ajeno a la diversidad y libertad sexual inserta en su hogar a través de los jóvenes, del mismo modo que niega el empuje de una arquitectura degradada, arrasadora de ancestrales virtudes.
El final abierto de la realización, no es sino el preguntarse ¿qué pasará? en todos los órdenes: personal, político, religioso. Enfatizando en esa Nazaret simbólica y realmente invadida por la basura y los roedores.
Final abierto no ajeno al presagio de destinos que no harán sino reiterar lo mostrado espléndidamente a lo largo de este cautivante relato, cuya sencillez aparente envuelve un libreto de precisa elaboración. Con perfiles psicológicos donde acompasándose al estilo elegido, lo complejo no impide la claridad expositiva.
Un guión con ese potencial, implica la presencia de grandes intérpretes y aquí los hay. Desde aquellos a quienes corresponden las múltiples y pequeñas viñetas, de solamente unos minutos en pantalla, a ese padre y su hijo sobre los que se apoya el film.
Padre e hijo, a cargo de dos estupendos intérpretes israelíes: Mohammad Bakri y Saleh Bakri, padre e hijo en la vida real.
La imagen del film juega principalísimo papel. No se limita a seguir a los personajes, sino que es constante ratificación o elocuente réplica a la palabra protagónica.
Una realización que renueva el placer por el cine.
Charleston. Rumania / Francia 2017
Dir. y guión: Andrei Cretulescu. Con: Serban Pavlu, RaduIacoban, Victor Egiuc, Ana Ciontea.
No más de cincuenta films rumanos sonoros se han exhibido entre nosotros. En su casi totalidad dentro del circuito cultural. Esta presencia se inicia a fines de los años 50, alcanzando destaque en la década siguiente, cuando el realizador Ion PopescuGopo llega a nuestro país al frente de una muestra de cine rumano.
A riesgo de generalizar considerando este acotado panorama, puede señalarse en las comedias rumanas un humor tenue, casi chejoviano. Presente en “Charleston”, segundo largometraje del realizador Andrei Cretulescu (Bucarest, 1974).
Con casi cualquier tema, el humor o el drama pueden ser modalidades para acceder al mismo. Aquí ese tema es el adulterio, abordándoselo con particulares características.
Alexandru, viudo reciente, refugiado en el alcohol y la soledad, el día de su cuadragéstimo segundo aniversario, recibe la visita de Sebastian, a quien no conocía. Este último confiesa haber sido amante de la fallecida. A una inicial reacción violenta, sigue una progresiva amistad de ambos hombres unidos por el dolor ante la desaparición de la mujer amada.
En el desempeño doméstico, en el cuidado de la casa compartida por ex marido y ex amante, el film parece volcarse hacia un posible travestismo de ese sensible y delicado Sebastian, sustituyendo a la muerta. No avanzándose en ese sentido más allá de la insinuación.
Quizás la secuencia más lograda, inscripta en un delirante humor surrealista, es aquella en que ambos hombres visitan a los padres de la muerta. Un equivalente a un cuarteto de ópera, donde cada personaje canta al unísono su propio texto.
Ese carácter errático del guión, desconcierta con su indefinición.
En lo referido a la formulación del film. Cabe consignar su estructura casi teatral, con diferentes “actos”, definidos por los diversos ámbitos cerrados en que transcurre el relato. El rodaje de una obra que bien puede representarse en las tablas, no invalida ni impide la presencia del específico fílmico, mediante la utilización de planos diversos y variables ángulos de cámara. El realizador Cretulesco lo olvida frecuentemente, optando por planos generales que quitan ritmo y distancian de unos personajes pobremente diseñados e interpretados. Basta con imaginar en esos roles a los divos italianos de los 60, una época en que la comedia italiana –a la que “Charleston” puede asemejarse- rozó con mayor fortuna a otros peculiares adulterios.
Una atractiva propuesta, sin desarrollar plenamente sus oportunidades.