Amigos por la vida (Tuttoquello che vuoi) Italia 2017
Dir. y guión: Francesco Bruno. Con: Giuliano Montaldo, Andrea Carpenzano, Arturo Bruni, Donatella Finocchiaro, Rafaella Leboroni.
Los jóvenes “ni, ni” (ni estudia, ni trabaja) italianos, veinteañeros reunidos en torno a la mesa de un café, son parte del mundo contemporáneo, pero en el caso del cine italiano, y en concreto en este film, nos remiten automáticamente a todos aquellos que en los años sesenta, poblaran los títulos de Fellini con sus agudos retratos provinciales, y a Lina Wertmullery “Los zánganos”. Estos “ni, ni” del film de Francesco Bruni (1961) son intrínsecamente italianos y luego universales.
Ante un videojuego donde aparecen soldados nazis y norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los muchachos ignora qué lugar cupo a estos combatientes dentro de Italia, e incluso desconoce la fecha de la conflagración. Sin teléfono móvil ni internet, no existen. Excepto por la ancestral atracción sexual ante mujeres que por allí circulan. Seguramente no es casual que estas, sensuales y majestuosas, rescaten ciertos íconos eróticos del cine italiano de los ’60 (Cardinale, Loren, Koscina, etc.).
Contrapuesto al universo de los jóvenes, culturalmente restringido a la síntesis de lo informático cuando existe y saben buscarlo, dependiente de la rápidamente olvidada curiosidad momentánea, emerge el mundo de la tradicional formación universalista, humanista, decididamente libresca, cuidadosa y calladamente aprisionada, en el departamento de un olvidado y viejo poeta, próximo a los 90 años. “Museo” de un reciente y extinto pasado, con bibliotecas diseminadas por toda la vivienda, fotografías y adornos cuyo contenido emotivo, solamente puede descifrar la mente alterada por el Alzheimer de ese poeta perpetuándose entre aleatorios ramalazos de su pasado.
Bruni establece, con extrema sutileza, la frontera aparentemente infranqueable entre el poeta y el mundo de los veinteañeros. Y lo hace visualmente, recorriendo con su cámara ese departamento donde lo contemporáneo será un viejo televisor, conviviendo con libros, cuadros y una añosa máquina de escribir, mostrada de modo que se haga perceptible su inactividad desde tiempos olvidados. Del mismo modo establece el posible nexo entre esos universos ubicados a ambos lados del fenómeno informático, cuyas iniciales consecuencias, apenas avizoradas, seguramente serán mayores que las operadas en conjunto por el Renacimiento, la invención de la imprenta y la Revolución industrial.
Físicamente autoválido, el poeta es auxiliado por una amiga de menor edad, y aquellos que la mujer contrata para acompañarle, entre los que se incluye uno de los jóvenes.
Bruni contó con un elenco vital en lo que hace a la estupenda composición de una vasta galería de personajes, transformándolos en formidable fresco contemporáneo. Donde no faltan los casi imperceptibles apuntes referidos a una Europa contemporánea: la presencia del emigrante y el desempleo, entre otros.
El anciano poeta de “Amigos por la vida”, se torna en una criatura muy cercana por el sensible trabajo actoral de Giuliano Montaldo, a la vez que por elementos que el film incorpora naturalmente, completando ese diseño del personaje con cuanto este no puede expresar. La escritura realizada con un punzón sobre una pared, la contemplación de una ventana por la noche, el beso depositado en la mano de una sorprendida y joven mujer, las pocas líneas de una canción («perchè se libero un uomomuore…» pertenecientes a “Il partigiano”, entonada antaño por la resistencia), son algunos de los pequeños brochazos sobre ese pasado construido también con la lograda audiovisualidad del relato.
Bruni es autor de una cuarentena de guiones, dirigió cuatro films y este es el segundo exhibido entre nosotros. Anteriormente, en una muestra local de cine europeo, pudo verse “Scialla”. Narrada de modo clásico, retrotrayéndose a formas y temas propios de un memorable cine italiano de los años 60, Bruni en “Amigos por la vida” se vuelca decididamente a la realidad y transformaciones del presente. Sin temores, a su vez se lanza de lleno sobre los sentimientos con la sobriedad que evita lo sentimentaloide.
Muy disfrutable comedia dramática a la italiana.