Por Álvaro SanjurjoToucon
Tesoros. México 2017
Dir. y guión: María Novaro. Con: Jacinta Chávez de León, Andrea Sutton Chávez, Aranza Bañuelos.
Una rápida, clara y entretenida ubicación histórica de los períodos de la conquista europea, explica a la pandilla de unos quince niños de dos a diez o doce años, de un pueblo pesquero de México, cual fue el pasado del lugar y en general del continente hoy llamado América.
La lección corre también para los pequeños espectadores, que podrán identificarse con alguno de aquellos chiquillos y chiquillas pertenecientes a familias tanto lugareñas, como provenientes de otra parte de México o del extranjero. Un microcosmos real, alejado de edulcoramientos o truculencias disneyanas, que sabe recoger situaciones conflictivas propias de cualquier familia.
Esta pandilla –a diferencia de las creadas en Hollywood por Hal Roach- responde a condiciones sociales auténticas, sin que asuman otra función que mostrar a la platea una diversidad que puede ser la suya.
No existen aquí las prioridades en destacar lo ideológico, como acontecía en los filmes para niños de origen soviético. Se está muy próximo al espíritu de los filmes checos de Jan Sverak y Jiri Menzel.
La realizadora María Novaro -autora de la fantástica “Danzón” (1991)- tiene un fino olfato para no olvidar los elementos necesarios para interesar a las plateas infantiles (de 7 u 8 años en adelante), creando una muy real búsqueda del tesoro de antiguos piratas, pretexto a su vez para atractivas recorridas submarinas.
Puede reprocharse al film cierta lentitud en sus 20 minutos iniciales, con impagables niños cargosos.
Los niños actores (representándose a sí mismos), confirman aquella frase atribuida a diversas personalidades de Hollywood respecto a que “no se debe actuar con niños, animales o Charles Laughton, porque te roban la escena”.
Nace una estrella (A Star is Born). EE.UU. 2018
Dir.: Bradley Cooper. Con: Lady Gaga, Bradley Cooper, Sam Elliot.
En 1932, el realizador norteamericano George Cukor dirigió “El precio de la fama”, con Constance Bennett y Lowell Sherman. Acerca de la relación entre una camarera y un director de cine alcohólico, lo que posibilita el ascenso de la primera apoyada por este último, con la consiguiente ingratitud de la estrella en la cumbre y el cineasta en pleno declive.
Alguien pudo suponer que aquel guión, basado en una historia de Adela Rogers St. Johns, tuvo su inspiración en la relación entre Joseph von Sternberg y Marlene Dietrich y de Mauritz Stiller con Greta Garbo. Y quizás fue así. Aunque las normas de la época impedían toda referencia a la bisexualidad del cuarteto.
Lo concreto es que el film de Cukor rodado en 1932 fue el antecedente directo de “Nace una estrella” (1937), de William Wellman, con Janet Gaynor y Fredric March, y de su “remake” de 1954, en que el asunto sería nuevamente dirigido por Cukor, con Judy Garland y James Mason.
A partir de allí, pululan las nuevas versiones del relato en las más diversas y exóticas cinematografías, totalizando entre filmes y episodios para TV un par de centenares de títulos.
En el gran escenario hollwoodiano veremos otras ruidosas adaptaciones: la que Frank Pierson dirige en 1976, con Barbra Streisand y Kris Kristofferson, y esta, que motiva la presente nota, con Lady Gaga, y dirección e interpretación de Bradley Cooper.
El gran referente continúa siendo la versión de 1954.
Aquí se pierde el logrado equilibrio entre el enorme álbum audiovisual de los cantantes y el asunto dramático. Cooper entrega un muy largo recital de sí mismo y Lady Gaga que –como ocurrió con Barbra Streisand en 1976- será de interés de sus admiradores y resultará bastante soporífero para quienes no lo son.
El costado dramático aparece convencional, propio de un Hollywood trasnochado, que cree renovarse con la presencia de “travestis” y efectos lumínicos habituales en los conciertos de rock.
Arpón. Argentina / Venezuela / España 2017
Dir. y guión: Tom Espinoza. Con: Germán de Silva, Nina Suárez, Ana Celentano, Laura López Moyano.
El director de un liceo (la Secundaria) de los suburbios bonaerenses, escudriña obsesivamente el comportamiento de las alumnas a la búsqueda de drogas. Un hecho fortuito le lleva a compartir varias horas con la jovencita que fuera objeto de sus sospechas.
Ese director, cincuentón, soltero, manteniendo una relación próxima y asexuada con una compañera de trabajo, al tiempo que satisface su sexualidad con una prostituta que no lo inhibe, ininterrumpidamente confrontado con la adolescente inocente o perversamente seductora, provocadora y desafiante, es el resorte que mueve el relato.
El realizador guionista Tom Espinosa (Caracas, Venezuela, 1981), formado en su país y en la Argentina, juguetea con insinuaciones ensambladas en un film narrado sin ripios y con absoluto dominio de los “tempos”.
La conjunción de lo dramático con lo formal, posibilita una sólida estructura de “thriller” psicológico, atemperando disonantes comportamientos distantes de una situación real, aunque atractivamente servidos.
Coadyuvando a ese sortear lo forzado, aparece un muy convincente trabajo actoral de Germán de Silva (el director) y de Nina Suárez (la alumna).
Muy buen comienzo para un realizador debutante en el largometraje, cuidadoso diseñador de un problemático entorno social y familiar de indudable vigencia.
Barrage (Barrage). Luxemburgo / Bélgica / Luxemburgo 2016
Dir.: Laura Schroeder. Con: Lolita Chammah, Themis Pauwels, Isabelle Huppert .
Tres generaciones de mujeres: abuela, madre e hija, protagonizan este drama familiar sin hombres.
Atrapada por su carrera de cantante, una mujer regresa a su país donde su madre cuida a su hija, a la que visita muy esporádicamente.
La disputa de esas mujeres adultas respecto a la educación y posesión de la niña, es el planteo –nada novedoso, por cierto- desplegado por la realizadora y coguionista luxemburguesa Laura Schroeder, en este, su segundo largometraje.
La propuesta se distancia de un planteo formal con esquemas habituales, volcándose a la contemplación introspectiva de madre e hija (interpretadas por Lolita Chammah e Isabelle Huppert, madre e hija en la vida real), revelándose no solo a través de la palabra sino de un sofisticado juego de silencios y expresivos rostros y miradas. Trabajo actoral que es el mayor (y casi único) atractivo del film.