Por A. Sanjurjo Toucon
Sully: hazaña en el Hudon (Sully) EE.UU. Dir.: Clint Eastwood. Con: Tom Hanks, Aaron Eckhart, Laura Linney.
En 2009, un avión de psajeros estadounidense, a poco de despegar en Nueva York, pierde sus dos turbinas, cuando una bandada de aves es absorbida por estas. El veterano piloto (Chesley “Sully” Sullenberger) ha de tomar una rápida resolución: intentar regresar a un aeropuerto, como le indican los controladores aéreos, opción que considera imposible, o amerizar en el río Hudson, que era operación considerada imposible por sus colegas.
Optando exitosamente por esta última, se convierte en héroe nacional, lo que no impide un veredicto condenatorio de las autoridades aeronáuticas, implicando pérdida de su licencia de piloto e impresionante sanción económica que afectaría a su familia.
El caso, real, fue narrado por su protagonista en un libro que da lugar a este film, de particulares características:
- el autor se reserva un sitial heroico, dando al relato una visible parcialidad.
- la realización se encuadra en una conocida tendencia hollywoodiana de crear y deificar a hombres comunes, empujados por las circunstancias a actuar con sacrificado heroísmo.
- semejante material se inserta perfectamente en el ideario individualista y nacionalista del realizador: Clint Eastwood, reafirmando sus condiciones de sobrio y paradigmático narrador cinematográfico, colocando la cámara donde mejor convenga al relato, utilizando acertados tiempos dramáticos.
Esos elementos, hacen de “Sully”, una realización rebosante de convencionalismos, virtuosamente integrados a una muy atractiva y disfrutable peripecia, que a su vez contiene otros rasgos propios de la cinematografía a la que pertenece.
Tom Hanks, como el piloto Sully, se mantiene fiel a una trayectoria en la que abundan los seres heroicos y/o ejemplares, dignos de admiración. Hanks fue: un enfermo de SIDA y luchador social en “Filadelfia”, un discapacitado que logra superarse en “Forrest Gump”, valeroso astronauta en “Apolo 13”, no menos heroico soldado de los EE.UU. de la IIWW en “Rescatando al soldado Ryan”, ejemplo de instinto en “Náufrago”, esforzado salvador de su propia vida en “Larry Crowne”, enemigo de piratas en “Capitán Philips”, el impoluto Walt Disney en “El sueño de Walt”, hábil abogado en “Puente de espías» …. y la lista puede extenderse.
El anónimo ciudadano mutado a héroe, tuvo su cultor en los films de Frank Capra con James Stewart, actor cuyo modelo de personaje bondadoso y esperanzado, mucho aportara a Tom Hanks.
El material manejado por Eastwood es escaso. Apenas traspone el accidente, las instancias ante el tribunal aeronáutico, y muy poco más. La pluma de los guionistas se encargó de redimensionarlo todo. El accidente y sus diferentes instancias, aparecen en diversos momentos mediante “flashbacks”, que no son sino recursos ampliatorios del film.
El cine de Eastwood ha transitado los más variados géneros; ahora vuelve sobre una temática, que antes fue sello de Capa y Stewart, y lo hace muy satisfactoriamente con un cine que sabe contar y entretener.
Separar a Eastwood y su cine del contexto ideológico del autor, es contemplar parcialmente esas realizaciones. De conocida adhesión al conservadurismo más WASP (sigla inglesa de Blanco, Anglosajón y Protetstante) Eastwood, (que apoyó la candidatura de Donald Trump) reivindica al héroe “self made man”, el personaje escapado de la masa, oponiéndose en solitario a los demás, que finalmente aceptarán al héroe, encumbrado por esa sociedad necesitada de un líder que los guíe. El hombre providencial, la mente esclarecida, el individuo que salvará a sus semejantes; quizás un líder fascista. Curiosamente, en la vereda de enfrente, el “hombre nuevo” del comunismo, desde los primeros tiempos del cine soviético, construye con mecanismos semejantes a su héroe, que no es sino lo mismo apoyando otra coyuntura igualmente ideologizada. Tomemos por caso al Vakulinchuk de “El acorazado Potemkin”. Surge también de la masa, si bien no se impone individualmente, sino que lleva a la masa a su misma posición. El resultado será el ascenso de la multitud al nivel del héroe, con lo cual este desaparece como presencia individual integrado al todo. Si bien el mensaje casi subliminal era: el héroe es quien guía al pueblo (Stalin), a primera vista indica al hombre común (el propio espectador) que también puede ser un héroe. De modo que entre los líderes protofascistas del cine estadounidense y su contrapartida marxista del cine soviético, las diferencias son cosméticas.
Tiempo de revelaciones (La belle saison) Francia 2015. Dir.: Catherine Corsini. Con: Cecile de France, Izia Higelin, Kevin Azais.
La pareja se conoce en París, a comienzos de los años 70, manteniendo un apasionado romance que deja por el camino a amores previos. La marcha de ambos a una granja en la campiña, propiedad de uno de sus progenitores, dejará al descubierto las diferencias sociales y culturales existentes entre ambas generaciones y también entre ciudad y campo. Por presiones morales de los propietarios de la granja –en realidad solamente de la mujer- y de las gentes del pueblo, la pareja ve derrumbarse el fuerte vínculo que los unía. Los prejuicios no son doblegados.
Sintetizada así la anécdota de “Tiempo de revelaciones”, estaríamos ante otra historia de amor de un cine que ofrece contundentes imágenes de las relaciones íntimas de la joven pareja. Ese esquema harto transitado, narrado con preciosista fotografía, posee un formidable par de actrices: las integrantes de la pareja joven.
En este tiempo, en que los cíclicos prejuicios, en una fase liberal, han tornado habituales las copulaciones en la pantalla, se torna lógico que la irrefrenable atracción de la pareja sea recreada con plástico laberinto de manos, brazos, piernas y bocas, retorciéndose hasta la extenuación.
Pero el film de Catherina Corsini da un paso más, exponiendo, con admirable fuerza, los avatares de una relación lésbica, en definitiva y según puede apreciarse, no muy diferente a un vínculo sentimental heterosexual, con su correspondiente y natural dosis de sexo y molestos contratiempos. La componente LGBT, inserta en un cúmulo de prejuicios (contra la mujer y de campesinos y citadinos) es ampliatoria de un logrado relato de amor sin pacatería.
Cécile de France e Izia Higuelin, en magnífica composición confieren a sus personajes, de modo muy sutil, rasgos acordes a su disimil origen social y cultural. Noémie Lvovsky es una magnífica campesina cuyo expresivo rostro recrea los sentimientos e intolerancia que le mortifican.
Valioso film en cuanto a lo estrictamente cinematográfico, es testimonio de los cambios operados en el mundo occidental y cristiano en las últimas décadas, dejando al descubierto el resquebrajamiento de antiguos tabúes.
Viajo sola (Viaggio sola). Italia 2013. Dir.: María Sole Tognazzi. Con: Margherita Buy, Steffano Acorsi, Fabrizia Sacchi.
El cine italiano, a lo largo de extenso período situado entre los tiempos finales de la 2da. Guerra Mundial y el presente, produjo y produce vasto número de títulos pertenecientes al género de las comedias amables, caracterizadas inicialmente por su sesgo “neorrealista”, que con el tiempo derivó en otras subcorrientes, donde resaltan figuras como Scola, Steno, Gassman, Sordi,Tognazzi, Comencini, Avati, Luchetti, etc. etc.
Este cine se permitío el humor sin ser necesariamente cómico o se aproximó a lo dramático sin ser tragedias. Y en esa línea se ubicaron, entre muchísimos otros: “La cena”, “Malena”, “Nadia y Sveta”, “Mi madre” , “El nombre del hijo”,….. y ahora “Viajo sola”.
La excelente Margherita Buy (“Caterina va a Roma”, “Habemus Papa”, “Mi madre”, etc exponentes de tragicomedia humana), sostiene al film con su personaje de mujer solitaria, a la que su trabajo (calificar a los grandes hoteles) ha dejado escasos vínculos familiares o amistosos.
Esta mujer vive como millonaria, saltando de un hotel a otro, transcurriendo largas jornadas en sofisticados ámbitos del norte de Africa, Asia y buena parte de Europa. Rutina quebrada por la presencia de un viejo amor, de su hermana, cuñado y sobrinas, irrumpiendo reiteradamente, generándole dudas sobre las ventajas de esa existencia. Posibilitando, a su vez, la introducción de complementarios conflictos personales. El asunto ocupa escaso espacio, que un habilidoso guión fragmenta desperdigándolo a lo largo del metraje, dejando la sensación de una extensión y desarrollo dramático mayores. Los ultra lujosos hoteles y sus entornos aportan un ligero tinte turístico..
La realizadora y coguionista Maria Sole Tognazzi (Roma 1971), es hija del actor Ugo Tognazzi y la actriz Franca Bettoia.