Por A. Sanjurjo Toucon
El seductor (The Beguiled). EE.UU. 2017. Dir.: Sofia Coppola. Con: Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Colin Farrell, Elle Fanning, Oona Laurence, Angourie Rice, Addison Riecke, Emma Howard.
UNO.- Este atractivo film de Sofia Coppola estuvo en cartel menos tiempo del deseable. Monstruos, extraterrestres y otras aberraciones se encargaron de ello. Internet, más un poco de paciencia hacen justicia y permiten conocerlo.
DOS.- “El seductor”, se exhibió en algunos países hispanoparlantes como “La seducción”, diferenciándolo así de un film anterior, (“El seductor”; EE.UU. 1971, de Don Siegel, con Clint Eastwood) del cual es “remake”.
TRES.- El film de Siegel, tuvo libreto basado en novela de Thomas Cullinan (1919-1995), y fue escrito por John B. Sherry y Grimes Grice, seudónimos del “blacklisted” Albert Maltz e Irene Kamp. En 2017, Sofía Coppola escribe su guión basándose en esos antecedentes.
CUATRO.- La anécdota (idéntica en ambos films) transcurre en tiempos finales de la Guerra de Secesión, cuando un grupo de aristocráticas sureñas, esconde, cuida y procura atraer, cada una para sí, al atractivo soldado “yanqui” por ellas hallado. Habitan lujosa mansión sureña. Especie de “Tara” deshabitada.
CINCO.- Mientras el film de Siegel se apoyaba en el personaje de Eastwood, Coppola coloca al “prisionero” (Colin Farrell) en sitial secundario, priorizando la visible y/o sugerida atracción física de las reprimidas sureñas, por el único macho a su alcance. La exacerbación lasciva de estas damas, símbolo de una sociedad sureña aristocrática y tan hipócrita como su contraparte norteña, luce como sello personal de la realizadora, tomando elementos del colectivo femenino de su notable y anterior “Vírgenes suicidas”.
En 1939, otro asedio, el de Scarlett O’Hara por una legión encabezada por Clark Gable, Leslie Howard y otros, estaba tamizado por el puritanismo protestante de Margaret Mitchell y del Hollywood que diera la gloriosa “Lo que el viento se llevó”. El sentimiento redentor que para la sociedad de entonces (Norte + Sur = USA) contenía GWTW, expresó a su vez la posibilidad “rehabilitadora” de la mujer estigmatizada desde el “pecado original”. Nuevamente Vivien Leigh, ahora en “El puente de Waterloo”, dos años después, será otra pecadora redimida; no perdió Tara, pero tuvo pérdida irreparable.
Y ahora, en 2017, Sofía Coppola arremete contra aquella andanada de tabúes presentes en ilustres (y no tanto) precedentes cinematográficos. Eva se sirve de Adán, con todo el ímpetu de su líbido, dejando al descubierto la lucha de la hembra por el macho, contrariamente a lo acontecido en ciertas especies, y socialmente atribuido también a la especie humana. La realizadora ofrece a su vez una respuesta moral. Quien se aprovecha de las necesidades ajenas, hallará el máximo castigo perpetrado por quienes fueron, sin percatárselo a su tiempo, sus víctimas.
SEIS.- Personajes, situaciones y ambientes de este film basado en novela de 1966, poseen notorias semejanzas con aquellos de “La casa de Bernarda Alba”, magistral pieza que Federico García Lorca escribiera poco antes de su asesinato, por parte del creciente fascismo hispano.
Son demasiadas las similitudes entre el formidable drama lorquiano y la novela del norteamericano Thomas Cullinan. En Don Siegel, a la luz de la traicionera memoria, el film luce más distanciado del poeta de Granada, inscribiéndose en el thriller y/o western del que fuera cultor el realizador al igual que Eastwood. Coppola ha enfatizado justamente en “La casa de Bernarda Alba”, con todo su andamiaje acerca de prejuicios que no son solo de la conservadora España, ampliándolos en el tiempo y el espacio.
¿De dónde surgen esas ampliaciones? Como alguien señalara, del aura de cuento infantil, de fábula inocente, con que se envuelve al relato. Logrado por ese prodigio de la iluminación y el encuadre que es el francés Philippe Le Sourd, director de fotografía; que, sin abandonar cuanto le reclama el film, logra un catálogo de descomunales imágenes con valor autónomo.
SIETE.- Sofía Coppola cuenta con un admirable elenco al que conduce con mano firme y extrae cuanto necesita el relato. Notable el despliegue de pasiones con que recubren su labor desde las intérpretes casi infantiles, hasta las sensuales Nicole Kidman y Kirsten Dunst. Dignas sucesoras de la Maggie Pollitt de Tennessee Williams, con el cuerpo envuelto en sedoso viso, que una ondulante Elizabeth Taylor le prestara en “La gata sobre el tejado caliente” (Richard Brooks, 1958), y de la Madge Owens de “Picnic” (Joshua Logan, 1956), que envuelta en memorable y ajustado buzo rosado, ratificaba que, Kim Novak y todas las actrices de la época, respondían a rigurosos 90-60-90 moldeados por la corsetería de entonces. Hoy, hasta la exhibición de hermosos cuerpos femeninos, tiene una sinceridad de la que carecía antaño.
OCHO.- La realizadora, integrante del (seguramente) más extenso núcleo familiar de la Historia del Cine, sabe de qué habla. A no perder.
Barry Seal: solo en América (American Made). EE.UU. 2017. Dir.: Doug Liman. Con: Tom Cruise, Domhall Gleeson, Sara Wright.
Hay films decididamente estúpidos. Hay films decididamente cínicos. Y este pertenece a ambas categorías. Es la historia de Barry Seal, un arriesgado aviador, por lo cual se sugiere ajustar los cinturones para soportar el film hasta el final: la muerte de Barry Seal, ocurrió a sus 46 años. Aunque quizás no murió y fue una más de sus volteretas.
Barry Seal fue piloto de la TWA (que para tranquilidad de los señores pasajeros no vuela más, como Pluna y Alas). Actividad que le permitiera hacer ciertos contrabanditos, posibilitándole a su vez ser agente de la CIA, de la DEA, colaborar con el FBI y otras “og” (organizaciones gubernamentales) conocidas o por conocerse.
De ello habla este film que, sin estar libretado por Michael Moore, entre vuelo y vuelo del avezado Seal (son muy entretenidas las escenas aéreas) nos señala que esta víctima del pluriempleo, se asoció a varios cárteles de la droga colombiana, que a su vez contaban con aquiescencia de las autoridades de USA, para actuar libremente si colaboraban en asuntos tales como el de Irán- Contras, y combate o apoyo a las guerrillas latinoamericanas. Planteo que con humor hiciera Woody Allen en un film. Woody Allen, integrante de la tropas aerotransportadas estadounidenses, listas para intervenir en un país extranjero, pregunta si han de apoyar a los rebeldes o al gobierno, teniendo elocuente respuesta del militar al frente del operativo: mitad y mitad.
Si alguien creía que el mundo se dividía entre buenos y malos, esta realización le dirá que es entre malos y muy malos. Conmovedora conclusión.
Che, después de esta, que la CIA, la DEA, la banca norteamericana, y lo que sea, incluida la oficina de visas de la Embajada de los EE.UU., no jodan más a nuestros humildes “marihuaneros”. Que ahora el “cannabis” hasta quiere importarlo una señora que así lo anunciara en TV. (Proteja la industria nacional: adquiéralo en los lugares habilitados.) “Habrá ´porros` para todos o no habrá ‘porros’ para nadies”.
Antes de abandonar la sala revise debajo de su butaca, Barry Seal puede estar en cualquier parte.
El personaje de Barry Seal ya había sido llevado al film en “Doublecrossed” un telefilm de 1991, con Dennis Hopper (flor de adicto).