Lo que se da y lo que se quita a las personas puede ser parte de las reglas de juego en la sociedad. Por herencia, virtudes, merecimientos o lo que sea. Pero parece difícil de aceptar la cita de las Sagradas Escrituras Mateo 13:12 que dice: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado”. Este precepto se conoce como efecto Mateo en sociología. Veremos qué impacto tienen estos procesos de dar y quitar en el marco de la actual pandemia de coronavirus en Uruguay.
Por: Ing. Carlos Petrella PhD Docente e investigador de la FCEA de la Udelar
Los seres humanos vivimos desde tiempos ancestrales tanto períodos de estabilidad como de turbulencia. En los períodos de turbulencia es donde enfrentamos muchas veces situaciones excepcionales. Nos referimos a condiciones de emergencia, crisis o desastres. En estos procesos es donde podemos ver lo que más nos afecta en términos políticos, económicos, sociales y ambientales. La actual pandemia del coronavirus es un ejemplo de situación excepcional, que ha generado una crisis a escala global.
No hace falta estudios muy profundos para apreciar que existen sectores de actividad de la sociedad que se han visto beneficiados por la presencia de la crisis; por lo menos en lo que respecta a aumentos relativos en sus operaciones. Nos referimos, por ejemplo, a los servicios de comercialización por internet y los servicios logísticos de soporte. En el anverso de la moneda existen sectores de actividad de la sociedad que se han visto perjudicados, como por ejemplo el turismo y la cultura en general.
Las crisis exacerban ciertos procesos de acumulación de riqueza y ciertos procesos de empobrecimiento, que tiene un origen sociológico conocido como efecto Mateo, donde más es más y menos es menos. En términos más terrenales, ese efecto se traduce en que los que tienen más tendrán más y los que tiene menos tendrán menos. Así pues, los exitosos reforzarán sus privilegios y los rezagados incrementarán sus penurias.
El efecto Mateo –que tiene raíces bíblicas- es la denominación sociológica de un fenómeno de acumulación de bienes, riqueza o fama. Robert Merton puso sobre la mesa estos aportes en un artículo publicado en 1968. Actualmente, el efecto Mateo, de origen sociológico, se estudia en disciplinas como la economía, la psicología y la educación. Se trata de un efecto que impacta sobre aspectos materiales como inmateriales de la vida en sociedad. Se puede apreciar impactos en el dinero poseído o el prestigio social reconocido.
Ese efecto Mateo tiene su origen en la cita bíblica del capítulo 13, versículo 12 del Evangelio de San Mateo que dice textualmente: “Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, incluso lo que tiene se le quitará”. Desde luego que como toda aseveración aparentemente tan controversial debe ser contextualizada. Sería bueno que el lector interesado repasara por qué en uno de los evangelios se sostiene algo aparentemente tan polémico en un texto de referencia casi universal.
En sociología se suele usar el ejemplo del funcionamiento de los sistemas de otorgamiento de créditos. ¿Cuál es? Los bancos tienen procedimientos de otorgamiento de crédito que generan mayores facilidades a aquellos clientes que tienen mayores o mejores garantías y se plantean más dificultades de acceso a los clientes pobres. ¿Qué implica eso? Que el que más tiene se ve ante un camino en bajada, pero el más pobre enfrenta el proceso en repecho. Así pues, el rico se volverá más rico y el pobre más pobre.
¿Por qué traemos a consideración el efecto Mateo en estas condiciones excepcionales que plantea la pandemia? Lo que nos interesa es llamar la atención sobre la forma en que socialmente se exacerban los impactos sobre los agentes en el marco de la pandemia. Los “ganadores” tienen más oportunidades de recibir beneficios, tanto económicos como sociales por el hecho de tener una característica relevante. Por otro lado, a los “perdedores” se les reducen los beneficios porque no pueden acreditar un determinado parámetro que es considerado relevante.
No hace falta seguir argumentando para reconocer que como consecuencia no deseada del efecto Mateo, se generan, en muchos casos, procesos de marginación, porque los “perdedores”, en un contexto de normalidad, pueden llegar a convertirse en procesos muy dinámicos en creación de “superperdedores” en el marco de una pandemia. ¿Qué podemos hacer al respecto? Parece estar claro que el efecto Mateo tiene, en condiciones excepcionales de crisis, efectos aún más contraproducentes que en situaciones de normalidad.
Estamos sugiriendo que en el marco de la actual pandemia deberíamos ayudar colectivamente a que estos efectos sociológicos referidos precedentemente sean, por lo menos, atenuados, precisamente cuando la pandemia afecta las condiciones sociales y económicas de la población. Todo esto pensando en las formas en que podríamos atenuar los efectos de las desigualdades. Es necesario activar ciertos mecanismos de protección económica y social de los “perdedores” pandémicos.
Una forma general de corregir los efectos nocivos del efecto Mateo durante la pandemia es establecer mecanismos especiales que protejan a los más desfavorecidos. Por allí es que debemos desarrollar políticas asistencialistas. Pero eso solo no parece ser suficiente. Además es necesario aumentar la participación ciudadana en términos de solidaridad, postergando por un tiempo los razonables planteos respecto de la necesidad de aumentar la competitividad de los sistemas productivos.
Sobre estas bases los uruguayos estamos bien posicionados, en general, para abordar los desafíos del coronavirus. Por un lado tenemos una red de cobertura sanitaria y social muy extendida que provee gran capilaridad para llegar sistemáticamente a los más desfavorecidos. Además, hemos desarrollado una democracia confiable y sólida que genera oportunidades de participación ciudadana que potencian institucionalmente ciertos mecanismos de solidaridad que estamos acostumbrados a activar de manera espontánea.
Pero esos mecanismos de cobertura y solidaridad fueron desarrollados fundamentalmente en períodos de normalidad y ahora estamos viviendo una situación excepcional. Ante ello, tanto el gobierno, la oposición, el sector productivo y la población en general deben ajustar sus aproximaciones. La capacidad de autocrítica exacerbada, que en condiciones normales ayuda a corregir desviaciones, debe ser sustituida por una mayor capacidad propositiva.
Finalmente pero no menos importante, es necesario ver a la sociedad uruguaya en su conjunto, como una red de cooperación del tipo ganar – ganar. Los juegos en los que una parte gana y la otra pierde no aportan en esta instancia. Así, los debates entre gobierno y oposición o los conflictos entre productores y consumidores deben gobernarse con una dinámica diferente, en la que primen los intereses colectivos, sobre los particulares.
El efecto Mateo nos interpela siempre como sociedad. Pero ahora ante esta crisis, más que nunca. Ahora esa interpelación nos pone a prueba colectivamente, en nuestra capacidad de supervivencia, como proyecto nacional para que logremos superarnos. Hay que tener claro que más allá de los circunstanciales movimientos de un “sube baja”, ahora estamos convocados para mostrar de qué palo estamos hechos los uruguayos para fortalecer la consigna de que “naides es más que naides” en su derecho a la libertad, la vida y la felicidad.
Si no logramos acordar opciones del tipo “todos ganamos”, estaremos abonando opciones en las que todos los uruguayos perderemos. Esta crisis, en definitiva, va a demostrar si la dimensión de nuestros constructos sociales, desarrollados en períodos de relativa bonanza, da la talla que necesitamos para enfrentar la adversidad que plantea una pandemia devastadora, que ha mostrado que no tiene aliados o amigos entre las personas de bien.