El cuidado del medio ambiente y la búsqueda del desarrollo sustentable se debaten entre la pasión y la razón, entre el egoísmo y la generosidad, entre posiciones políticas mezquinas y altruistas planteos mejoradores de una realidad compleja que demanda acuerdos serios y perdurables.
Por Daniel Martínez Escames (*) | @D_Martinez71
Esto puede deberse a que, como afirmaba el senador Gustavo Penadés, hace un año, en la contratapa de este semanario, “los temas involucrados abarcan un amplísimo espectro que -podría decirse- refieren a toda la vida. Desde el uso del agua para todos los fines a que se dedica, como su consumo con destino familiar, el riego, la navegación o su destino como materia prima industrial. O la incidencia de la agricultura, la ganadería y la lechería en el deterioro del ambiente y viceversa, como sucede muchas veces en la apicultura o la avicultura”.
Por eso, por la importancia del asunto de que se trata, son innumerables -y no siempre bien intencionados- los protagonistas de esta obra.
Abundan lobbistas interesados en sacar alguna ventaja, asociaciones financiadas por poderes internacionales que tienen más el fin de perdurar en el lucro que avanzar en la honesta solución de los problemas ambientales, desequilibrados que proponen visiones apocalípticas del futuro de la humanidad, y también serios y esforzados luchadores sociales que han estudiado con afán la problemática y defienden el cuidado de la naturaleza con pasión y razón.
Estos enfrentamientos se suceden en la gran mayoría de los temas del medio ambiente, pero hay algunos en los que predomina la unanimidad de opiniones y la coincidencia en las propuestas de acción.
En nuestro Uruguay así ha pasado con respecto a los humedales y a las áreas protegidas. Se ha logrado avanzar con políticas de Estado en las definiciones y en los tratamientos.
He tomado conocimiento de una zona que requiere ese espíritu de acción para su desarrollo: los Bañados de Carrasco.
Cuando hice mi primera lectura del Informe Final (diciembre de 2019) del análisis solicitado por la Intendencia de Montevideo / Departamento de Planificación / División Planificación Territorial a un equipo técnico externo, integrado por Diego Capandeguy (responsable del equipo), Jimena Abraham, Javier Vidal, Marcos Lorenzelli, Mathías Nathan y Martín Koolhaas, Paul Moizo, Álvaro Capandeguy (consultante), Beatriz Tabacco (consultante) y Daniela Arias (consultante), sobre los Bañados de Carrasco, me apasionó el tema y me preocuparon mucho algunas consideraciones.
“La definición de las áreas ecológicas significativas se realiza en base a la consideración de un conjunto de indicadores primarios que atienden a aspectos paisajísticos, diversidad en la fauna y flora, el impacto humano actual y los niveles de urgencia, y el beneficio ecológico y económico, junto a una serie de indicadores secundarios, que contemplan la relación con el ser humano, la aceptación social, la demostración, la investigación, el turismo y la recreación, la educación y la oportunidad (Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo de 1998 – POT).
A lo que sigue el siguiente comentario del equipo. “Parece adecuado que el indicador ‘impacto humano actual’ pueda determinar la caracterización del Bañado de Carrasco como un “Área de Recuperación Ambiental”. Pero este indicador parece tener un peso relativo muy alto para definir el nivel de significación ecológica del Bañado. Las características ecológicas del Bañado de Carrasco pueden ser diferentes a las de otro ecosistema similar (por ejemplo, Bañados del Santa Lucía), pero su nivel de significancia desde este enfoque no debería variar de acuerdo al impacto humano del que es objeto”.
De lo que se concluye en el informe: “Cabría preguntarse en qué medida esta definición inicial determinó a priori el ‘valor ambiental’ asignado al Bañado de Carrasco en el acervo institucional, cultural y/o social, así como luego en el empuje y concreción de medidas tendientes a restaurar su calidad ambiental (y en el sistema natural asociado). En otras palabras, ¿cuánto puede haber influido esta caracterización del Bañado de Carrasco para no determinar su incorporación al Sistema Nacional de Áreas Protegidas?”.
Esa conclusión crítica que hace el prestigioso equipo técnico aludido a algunas consideraciones del POT 1998, que quitó bastante relevancia a la zona de los Bañados de Carrasco, determinó que me interesara en el tema.
No se necesita ser experto para comprender que esa área quedó tristemente librada a su suerte -mala suerte- por una definición cuestionable y que ello tiene consecuencias sociales y ambientales muy importantes.
Por eso estoy convencido de que la intervención del Estado en los Bañados de Carrasco constituye un proyecto superador de la zona desde variados aspectos, todos ellos muy importantes.
Al leer el informe referido se aprende que “en los últimos años ha venido creciendo la importancia otorgada a los espacios de vegetación incorporados o asociados a los sistemas urbanos como elementos que… mejoran la calidad de vida de la población”.
Por eso, “es así que se les releva, compone y diseña con fines de gestionar los recursos hídricos, mantener la biodiversidad en áreas de alta intervención humana, mejorar la calidad de vida de los habitantes mediante la creación y cuidado de sitios para la recreación, el ejercicio y el esparcimiento, promover mecanismos de movilidad amigables con el ambiente (peatonales y ciclovías), y finalmente, se les considera una herramienta útil de mitigación y adaptación urbana al cambio climático”.
Así han sido considerados desde hace ya casi 40 años, cuando se configuró el
Plan Estratégico de gestión integrada de la Cuenca del Arroyo Carrasco (Pecac).
Pero poco se ha hecho en concreto, más que la realización de diversos estudios, todos ellos muy valiosos, que sirven de base para llevar adelante políticas de intervención del Estado en los Bañados de Carrasco.
Esa tarea tiene además la virtud de integrar a distintos organismos públicos, por la multiplicidad de la obra. Desde los ministerios de Ambiente, de Turismo, de Obras Públicas, de Defensa, de Vivienda, de Economía, hasta las intendencias de Montevideo y Canelones, todos ellos deben involucrarse pues tienen mucho que aportar.
Hay que sumarle la colaboración que pueden brindar distintas organizaciones de bien público y particulares, que seguramente se interesarán en la recuperación del área involucrada desde la óptica privada.
Desde ya aseguro mi más esforzado aporte desde la banca que ocupo en la Cámara de Representantes, como mi más específica participación desde la Comisión Parlamentaria de Medio Ambiente que integro.
Como dije al principio, seguramente será una acción en la que estaremos todos unidos en la búsqueda de un bien mayor para la protección y desarrollo sustentable del ambiente.
(*) Diputado por Montevideo – Lista 71 – Partido Nacional