La infraestructura comprende las estructuras físicas y organizacionales, sistemas y servicios que conforman una sociedad. Incluye carreteras, sistemas de transporte, redes de comunicación, así como el suministro de agua y energía, entre otros elementos clave. La relación entre el cambio climático y esta infraestructura es directa y crucial. Adaptar y construir sistemas resistentes no solo protege a las comunidades de los efectos de los fenómenos climáticos extremos, sino que también asegura un desarrollo sostenible a largo plazo. Examinemos esta relación y el concepto de infraestructura resiliente.
Por Camila Villaverde (*)
Eventos climáticos extremos
Las temperaturas extremas, inundaciones, sequías e incendios son algunos de los eventos que se observan con mayor frecuencia en la actualidad. Esto no es algo ajeno a nuestra región, América Latina y el Caribe se encuentra entre las áreas más vulnerables al cambio climático por su ubicación geográfica, cercana a los trópicos y con altas temperaturas promedio.
Según datos del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), estos fenómenos ocurren 2,8 veces más seguido para las olas de calor, 1,7 veces más para las sequías y 1,3 veces más para las precipitaciones intensas, en comparación con un clima sin influencia humana. A su vez, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), durante el período 1990-2023 se han registrado 1.725 desastres relacionados con el cambio climático en la región, incluyendo eventos como tormentas, temperaturas extremas, inundaciones, desplazamientos de masa húmeda, sequías e incendios. Esto equivale a un promedio de 51 eventos en el año, de los cuales el 80% son inundaciones (49,6%) y tormentas (30,7%). De hecho, se establece que la frecuencia de estos eventos en la región se incrementó un 90% entre 2000 y 2021 en comparación con las dos décadas anteriores.
Estos fenómenos han ocasionado consecuencias significativas en forma de daños, pérdidas y mortalidad. Asimismo, los efectos adversos en el desarrollo económico provocados por estos eventos pueden ser duraderos, especialmente en países en desarrollo. En resumen, los países de la región enfrentan mayores vulnerabilidades a los riesgos climáticos en comparación con las economías avanzadas.
Cambio climático e infraestructura
Las interrupciones en infraestructuras críticas como el transporte, energía y telecomunicaciones, causadas por eventos climáticos extremos, representan un riesgo considerable, lo que afecta la eficiencia y la competitividad económica. La falta de capacidad para resistir estos impactos influye negativamente en la provisión de servicios esenciales. Más allá de las pérdidas económicas derivadas de la materialización de riesgos, las consecuencias de las interrupciones de la infraestructura recaen directamente sobre los individuos. La falta de capacidad de recuperación de la infraestructura implica en muchos casos la incapacidad de los usuarios para acceder a necesidades básicas, como servicios de salud, educación y empleo.
La provisión de infraestructura adecuada juega un papel crucial en la adaptación al cambio climático, ya que asegura la continuidad de los servicios esenciales y protege a las comunidades de los efectos perjudiciales del cambio climático. Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), la infraestructura representa la mayoría (88%) de los costos de adaptación proyectados a nivel global, principalmente en los sectores del agua y la construcción.
Los eventos climáticos extremos destacan la vulnerabilidad de los servicios de infraestructura al cambio climático. Por ejemplo, las severas inundaciones que golpearon al estado de Rio Grande do Sul en Brasil este año, no solo provocaron un alto número de muertes, desaparecidos y desplazados, sino que también se espera que impacten en la economía del estado. MB Associados estableció que la economía en esta región de Brasil se contraería un 2% como consecuencia de dichas inundaciones.
El concepto de infraestructura resiliente
La resiliencia de la infraestructura se define como la capacidad de los sistemas de infraestructura para mantener su funcionalidad y satisfacer las necesidades de los usuarios antes, durante y después de la ocurrencia de un evento natural adverso.
Este tipo de infraestructura es fundamental para minimizar las consecuencias que afectan el bienestar de las personas. De acuerdo con un estudio realizado por el Banco Mundial denominado Lifelines: The resilient infrastructure opportunity, el beneficio neto de invertir en la resiliencia de la infraestructura en países en desarrollo equivale a cuatro dólares por cada dólar invertido. Por su parte, en este informe se encuentra que la inversión en infraestructura más resiliente es beneficiosa en términos socioeconómicos en el 96% de casos analizados.
En conclusión
Como se mencionó anteriormente, las interrupciones en infraestructuras críticas como transporte, energía y telecomunicaciones representan riesgos significativos que afectan la eficiencia y la competitividad económica y, sobre todo, impactan a las personas.
En este contexto, es crucial integrar criterios de resiliencia desde la planificación hasta la operación para mitigar riesgos y optimizar la inversión en infraestructura. Esto garantiza beneficios económicos y sociales, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este aspecto cobra aún más relevancia al considerar el aumento en la frecuencia de eventos climáticos extremos en nuestra región.
(*) Economista de AIC Economía & Finanzas