En las últimas décadas, el cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos globales. Con ello, la búsqueda de alternativas energéticas sostenibles se hace cada vez más relevante. En este escenario, surge Uruguay como un ejemplo de vanguardia. En las últimas semanas se hizo de público conocimiento que la empresa HIF Global, líder mundial en la producción de combustible sintético (combustible verde o también denominado e-combustible), comenzará el desarrollo de una planta para la producción de estos combustibles en el departamento de Paysandú. En este contexto, exploramos el tema y planteamos algunas interrogantes que surgen de su implementación.
Por Camila Villaverde (*)
¿Qué son los combustibles verdes?
Se caracterizan por no provenir del petróleo, sino por ser creados a partir de elementos químicos como el hidrógeno y el dióxido de carbono (CO2).
Para su elaboración, en primer lugar, se lleva a cabo un proceso de electrólisis, utilizando electricidad proveniente de fuentes renovables, que permite obtener hidrógeno verde. También se obtiene CO2 de origen biogénico, industrial o capturado directamente de la atmósfera. Luego, se combinan estos dos elementos para formar el metanol verde y así obtener dichos combustibles, neutrales en emisiones de CO2 (ya que no producen nuevas emisiones, sino que devuelven el CO2 captado para su fabricación).
¿En qué etapa de desarrollo se encuentra a nivel internacional?
Como se mencionó anteriormente, en los últimos años ha habido un creciente interés global en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y en la promoción de la movilidad sostenible. Como parte de esta tendencia se ha dado un fuerte impulso al desarrollo e implementación de combustibles verdes.
Recientemente se ha inaugurado la primera planta de combustible sintético en el mundo, denominada “Haru Oni” y desarrollada por la empresa chilena HIF Global. Esta planta se encuentra en Chile y su éxito se atribuye en gran medida a las excepcionales condiciones de viento y a los bajos precios de la electricidad en el país. Estos factores combinados otorgan a Chile un potencial destacado para la producción de hidrógeno verde.
Se estima que en un principio la planta, inaugurada a finales del año 2022, produzca aproximadamente 130.000 litros anuales de combustible verde. Esta cifra será suficiente para realizar las pruebas iniciales con Porsche, inversionista y comprador de la planta. De cara a las siguientes fases, se estima que la producción aumentará a unos 55 millones de litros anuales en 2024 y aproximadamente 550 millones de litros para el 2026.
Además de Porsche, varios fabricantes de vehículos ya han implementado o se encuentran en fase de pruebas del e-combustible en sus motores. Por ejemplo, la empresa Stellantis, que agrupa a marcas como Citroën, Fiat, Alfa Romeo, Peugeot, entre otras, ha expresado que sus motores son compatibles con estos combustibles. Esto es interesante, ya que la adopción de los e-combustibles por parte de los conductores, a priori, implicaría una opción fácil para descarbonizar sus vehículos sin necesidad de sustituirlos.
¿En qué contexto surge el proyecto de Paysandú?
El año pasado, la empresa ALUR (integrante del Grupo Ancap) realizó una invitación a expresiones de interés para desarrollar un proyecto de producción de metanol, combustibles sintéticos y combustible sostenible de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) utilizando el CO2 de origen biogénico de la planta de bioetanol de Paysandú.
En este contexto, el pasado mes el grupo Ancap comunicó que HIF Global sería la empresa elegida para llevar a cabo el proyecto. HIF Global, con sedes en Chile, Estados Unidos, Australia y Alemania, cuenta con amplia experiencia en materia de combustibles verdes.
De acuerdo con la información proporcionada por Ancap, el proyecto en Paysandú tiene como objetivo la fabricación de 180.000 toneladas anuales de combustible sintético. Esto se logrará mediante la captura de 710.000 toneladas anuales de CO2 provenientes de la combustión de biomasa y la destilación de alcohol de cereales, además de la producción de 100.000 toneladas de hidrógeno verde por año.
Para llevar a cabo este proyecto se estima que será necesaria una inversión aproximada de 1.985 millones de dólares en la captura de CO2, producción de metanol y finalización de gasolina sintética. Asimismo, se requerirán otros 2.000 millones de dólares para instalar parques de aerogeneradores, granjas fotovoltaicas y líneas de transmisión en un radio de hasta 180 km alrededor de la ciudad de Paysandú.
¿De qué manera beneficia esto a Uruguay?
Según información proporcionada por El País, se firmará un consorcio entre Ancap y HIF Global, donde la empresa uruguaya (a través de ALUR) le venderá a la chilena el CO2 de origen biogénico y participará en parte del desarrollo industrial. Asimismo, se estima que inicialmente la totalidad de la producción será destinada a la exportación.
En conclusión, ¿qué podemos esperar de estos combustibles?
Un factor fundamental para determinar si los combustibles sintéticos serán el futuro, es su precio. Sin embargo, es evidente que la presión por reducir o eliminar los combustibles fósiles impulsa su crecimiento, lo que lleva a la previsión de una disminución en los costos a mediano plazo gracias a las economías de escala y los aprendizajes que se obtengan, entre otros factores.
De esta forma, si los costos se reducen lo suficiente y los combustibles sintéticos se vuelven competitivos en comparación con los vehículos eléctricos, se convierten en una alternativa prometedora.
Los combustibles verdes representan una solución de bajo impacto ambiental y complementaria a los vehículos 100% eléctricos, permitiendo que los vehículos con motores de combustión no queden obsoletos. En este sentido, Uruguay, a través del proyecto de Paysandú, se encuentra a la vanguardia de esta transición hacia los combustibles sintéticos.
(*) Economista de AIC Economía & Finanzas