“El que en la moda, solo ve moda, es un necio”, Honoré de Balzac
Por Alejandro Weinstein
En esta oportunidad, haremos referencia al comportamiento de la sociedad en la moda a partir de la pandemia que estamos atravesando. La misma ha afectado a toda la humanidad sin distinguir culturas, razas o contextos sociales, y marcará otro hito en la historia cuyo cambio se reflejará también en la forma de consumir.
Si hacemos referencia al concepto de “moda”, a lo largo de la historia, recogemos lo expresado por Michel Foucault (filósofo francés, 1926-1984), en su libro “Vigilar y Castigar”, publicado en 1935: “No son los creadores, sino los hitos históricos los que transforman nuestra forma de vestir y definen la estética que se apodera de nuestros armarios”.
A partir de dichos acontecimientos emergen nuevas tendencias, las cuales transforman nuestra forma de vestir.
El reconocernos en nuestros pares da el sentido de pertenencia y, a la vez, nos hace diferenciar de los “otros”. Como la indumentaria es un elemento tan inmediato en nuestra cotidianeidad, no se suele asociar a la profundidad histórica y social que conlleva. Asimismo, son muy pocos quienes se plantean la razón por la cual la indumentaria masculina casi no ha cambiado frente a lo que ha sido la femenina.
La historia refleja cómo, más allá de la cultura patriarcal, los varones dejaron de adornarse luego de una gran crisis o algún hecho histórico trascendente como lo fue “la revolución francesa”.
Según Carl Flugel, psicoanalista británico, en su “Psicología del Vestido” (1935) sostuvo que como consecuencia de este hito histórico, el hombre tendió a la uniformidad en el vestir la que a su vez resultó en una mayor aceptación entre las distintas clases sociales.
Sin embargo, como contrapartida del patrón masculino, la ostentación y diferenciación en la moda se reflejó en las mujeres, quienes además, en ese entonces, no eran parte del mercado laboral.
Durante muchos siglos las féminas hicieron alarde de la opulencia y riqueza de sus maridos con lujosos vestidos como sinónimo del ocio -ambos símbolos de estatus y prosperidad. Asimismo, el uso del “corsé”, más allá de estilizar, simbolizaba la ausencia de movimiento.
La Primera Guerra Mundial fue determinante en el cambio de la forma de vestir de las mujeres. La inserción de las mismas en el mercado laboral logró que éstas comenzaran a usar pantalones; también se tendió a acortar las faldas. La mujer trabajadora recurrió al maquillaje y al lápiz labial para disimular el estrés.
Fue a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando la moda se relaciona a aspectos tales como la percepción de uno mismo y del grupo social en el que se desenvuelve. La moda enfoca la relación entre la ropa, las emociones, lo individual y lo cultural.
Sin dudas, el momento actual formará parte de un hecho histórico relevante, cuya consecuencia también se reflejará en la modificación del comportamiento como consumidores más allá de que hoy no podemos aventurar cuál será la magnitud de la transformación en esta “nueva normalidad”.
En algunos países o ciudades, los locales comerciales y las distintas marcas están, de alguna manera, adaptándose a la citada normalidad. Alemania, Holanda, Austria y Taiwán, por ejemplo, permiten la apertura de tiendas y centros comerciales con ciertas restricciones en cuanto a días, horario y el uso de espacios. A su vez, se autoriza, dependiendo del volumen de la marca (global, regional o local), la apertura de determinado número de locales.
Al investigar el comportamiento de los consumidores en tiendas de retail de prendas de vestir, se pudo comprobar que los locales de no más de 600 metros en una sola planta generan más confort para los potenciales clientes, así como la sensación de seguridad y control, en la medida que todo se presenta más abarcable. Se observó también un mayor consumo de prendas “asequibles”, con especial énfasis en las condiciones de higiene de las mismas y del local, así como las características de producción de la prenda, haciendo hincapié en el tipo de productos autosustentables.
Si bien la palabra moda nos lleva, en primera instancia, a lo estético y a la mujer, los hechos históricos han demostrado que éstos fueron determinantes en los profundos cambios sociales, marcando tendencias reflejadas en el comportamiento de los consumidores, tanto de mujeres como de hombres.