A poco más de un año del decreto del Poder Ejecutivo declarando el estado de emergencia nacional sanitaria, se ha revelado a la ciudadanía el real sentir del sistema político -gobernantes coaligados y la oposición- así como organizaciones sociales representativas y muchas veces socias del Frente Amplio.
Por Daniel Martínez Escames (*) | @D_Martinez71
El gobierno nacional al mando del presidente Luis Lacalle Pou, desde ese 13 de marzo de 2020, ha demostrado gran firmeza y humildad para enfrentar esta crisis sanitaria: se rodeó de científicos, ordenó el cuadro y se puso en primera fila ante los uruguayos, transparentando y comunicando firme cada una de sus decisiones.
La humildad quedó de manifiesto cuando la confianza de este gobierno se puso en los científicos que integran el grupo asesor, sin importar su afinidad política.
El presidente y sus colaboradores siempre han comunicado al país cada situación de primera mano, apelando a una ciudadanía informada, para que acompañara cada una de las decisiones con “libertad responsable”.
Ese compromiso del pueblo uruguayo es la clave que jugó y juega un papel fundamental para el combate espalda con espalda contra el covid-19.
Pero hay que reconocer que, penosamente, una parte del sector político y actores sindicales y asociaciones con clara afinidad ideológica procuran que el gobierno fracase en esta batalla, sin importar su costo para el país.
El 20 de marzo de 2020 -a siete días de decretarse la emergencia sanitaria- el Sindicato Médico del Uruguay(SMU) pidió cuarentena general obligatoria y unos días después, el 23 de marzo, Tabaré Vázquez expresó que “inevitablemente tenemos que ir a una cuarentena total”.
La restricción extrema de la movilidad es una medida que -está sobradamente probado- no baja la curva de contagios. ¿Por qué? Porque medidas tan prohibitivas de derechos individuales generan casi en simultáneo la violación a las mismas, deviniéndose en un Estado de policía.
Y en ese sentido, el presidente Lacalle Pou, desde el primer día de esta crisis ha demostrado ser un hombre de principios.
Su gobierno no va a enfrentar esta pandemia limitando los derechos esenciales del pueblo; la va a enfrentar con medidas eficaces de soporte sanitario y alimentando ese pacto social mediante el respeto por el individuo.
El Estado está, y eso se ve en las medidas para paliar las repercusiones económicas en los sectores más vulnerables, en que somos uno de los pocos países en el mundo que va a tener vacunas para todos y en que los vacunatorios se siguen sumando para que en ningún rincón de país profundo quede un uruguayo sin recibir su vacuna.
El Estado está también cuando vemos a los sectores más vulnerables con un Mides presente y siendo población prioritaria para recibir vacunas, cuando se continúa con la línea de ser un país que se mueve, productivo, como motor esencial en el cuidado del sector privado para la generación de empleo, y cuando se destinan más recursos a la salud, se han abierto CTI en departamentos donde no existían y se ha incrementado el número de camas, situación de constante preocupación y ocupación de este gobierno.
Ese es el Uruguay de este gobierno, no el país donde encerramos a su gente y ponemos a la policía en las calles para que le pregunte a la persona honrada qué está haciendo y a dónde va.
La libertad responsable significa que como gobernante se debe tender la estructura estatal necesaria para paliar la pandemia, sin detrimento de la libertad de los uruguayos, ese bien tan preciado por nosotros.
Es un claro mensaje de responsabilidad, porque si no cumplimos con nuestras obligaciones de cuidado, no hay medida estatal que valga para salir con menor costo de esta pandemia.
Desde el primer día se buscó desestabilizar al gobierno con movilizaciones, generando el relato de que no tiene control y es ausente, tratando de quebrar esa comunión con el pueblo.
El Frente Amplio alentó, apoyó e incluso varios de sus integrantes participaron en cuanta movilización se ha realizado en el país, vulnerando uno de los pilares claves para evitar los contagios, que es la distancia social.
En agosto, el 14, tuvo lugar la marcha en conmemoración de los mártires estudiantiles; el 20, el paro de la FUS; el 28, el paro y la movilización del SMU. En setiembre, el 10, se hizo la movilización de ADUR por el presupuesto; el 16, un festejo del INAU; el 17, un paro y una movilización del PIT CNT; el 25, la Marcha de la Diversidad. En octubre, el 1º, se manifestaron los funcionarios del Mides; el 8, se movilizaron los sindicatos de la industria; el 15, fue la caravana de Fancap; el 20, la ocupación de Afutu; el 28, la marcha de COFE; el 29, la movilización del SIMA; el 30, la concentración de la FUS. En noviembre, el 16, fue la ocupación de Fenapes y el 24, fue la marcha contra la violencia machista. Y tenemos la última del 8 de marzo de 2021, por los derechos de la mujer.
¿El FA ve en esta crisis una oportunidad electoral, o simplemente pretende seguir recetas que el mundo ha demostrado lo infructuosas que son?
Lo que sí está claro es el doble discurso: se pide restringir la movilidad -sin precisión alguna- pero no acompañan las medidas que el gobierno plantea para ello.
En la misma línea van las medidas económicas que reclaman el FA y sus asociaciones afines. Han propuesto aumento de impuestos, que el sector privado financie el Fondo Coronavirus, asumir deuda pidiendo préstamos, renta básica.
El sector privado es un gran motor de la economía y exigirle más al que soporta el costo del Estado y los propios sueldos de los que piden que se aumente su carga impositiva, es una ofensa a quien genera valor al país con su inversión y trabajo.
El FA no tiene crédito para exigir medidas económicas, porque terminó dilapidando dineros públicos por irregularidades en Pluna, Ancap, ALUR, negocios con Venezuela, regasificadora, deviniendo en un país con números en rojo.
Dos caras de una misma moneda: el gobierno de Luis Lacalle Pou busca esa comunión con los uruguayos todos, no privándolos de sus derechos fundamentales, manteniendo una estructura estatal para paliar esta crisis, con un aparato de asistencia de salud que alcance a todo el país, brindándoles vacunas a cada uno de los ciudadanos y con medidas económicas y sociales para sostener a los más perjudicados.
Por otro lado, la oposición del sector político y gremial, generando un relato de terror, de un estado ausente y aislado de las necesidades de la gente; un relato falaz y traicionero.
El tiempo puso, pone y pondrá cada cosa en su lugar a la vista de todos. Y la mayoría sana de la sociedad oriental sabe que, si no estamos unidos, esta crisis va a ser mucho más difícil de paliar en sus consecuencias.
(*) Diputado por Montevideo – Lista 71 – Partido Nacional