Por Ignacio Bartesaghi (*) | @i_bartesaghi
Hace unas semanas el mundo observó con atención el viaje de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y tercera en la sucesión presidencial, a Taiwán. Se trató de una visita que tensionó aún más las diferencias con China, quien reaccionó con ejercicios militares simulando un bloqueo del espacio aéreo y marítimo taiwanés. Pocos días después, China lanzó un Libro Blanco sobre Taiwán, donde ratifica su posición respecto a la isla y eleva el tono con relación a la reunificación.
Además de los análisis geopolíticos que comenzaron a realizarse a partir de este nuevo incidente, uno más en el ya extenso rosario de enfrentamientos entre Estados Unidos y China, emergió la importancia de la variable económica y comercial en caso de un eventual conflicto por Taiwán entre las dos principales potencias mundiales. Al igual que en el caso de Ucrania, si bien Taiwán no es un actor central en el comercio internacional (2% de las exportaciones mundiales y 1,7% de las importaciones), sí lo es en la producción de tecnología y en especial de microchips.
Taiwán es el principal productor y exportador mundial de este producto. Se trata de un insumo para una amplia gama de sectores, como por ejemplo el automotor (un auto tiene 1.400 microchips en promedio), el aeronáutico, las máquinas procesadoras de datos, las telecomunicaciones, las consolas de juegos, entre tantos otros. Este sector ocupa las primeras posiciones en el comercio global y es esencial en las cadenas de suministro de los sectores de alta tecnología, además de mostrar un importante dinamismo. De acuerdo con datos de Worldwide Semiconductor Technology and Supply Chain Intelligence de IDC, en 2022 los ingresos de la industria alcanzarían los U$S 661.000 millones, 13% más que en 2021.
En un mundo como el de hoy, es claro que la visión geopolítica no puede separarse del rol que juegan las cadenas de suministro, lo que quedó evidenciado en la visita que la propia Nancy Pelosi realizó a la empresa taiwanesa TSMC, principal productora mundial de microchips. Se trata de una empresa con más de 65.000 empleados con negocios en decenas de países (pero con un vínculo especial con empresas estadounidenses) que produce 10.000 productos diferentes relacionados con el área de la tecnología de punta.
Además de esta empresa que lidera ampliamente la producción de chips, en el ranking presentado a continuación elaborado por Statista, se pueden observar otras tres compañías que también son de Taiwán. Otros países como Corea del Sur, Estados Unidos y China tienen empresas entre las primeras posiciones.
Así como lo observamos desde el inicio de la pandemia por la covid-19, en la guerra entre Rusia y Ucrania y ahora por el aumento de las tensiones por Taiwán, se aceleró la preocupación por las dependencias comerciales que algunas potencias sostienen en la proveeduría de algunos productos estratégicos como es el caso de los microchips, lo que en Estados Unidos fomentó la reciente aprobación de una ley de apoyo a la producción de este bien.
Se trata de subsidios para fomentar el aumento de la producción e incentivos fiscales para captar nuevas inversiones en Estados Unidos en el sector, lo que tiene el claro objetivo de cortar la dependencia que la primera potencia mundial tiene con China. A nivel internacional Estados Unidos impulsa el conocido como Chip 4 Alliance, donde busca crear una mega red de productores de microchips junto con Taiwán, Corea del Sur y Japón, pero naturalmente excluyendo a China.
Más allá de los esfuerzos por cortar las dependencias comerciales existentes, la realidad indica que se trata de planes a largo plazo, dado que Taiwán sigue siendo un proveedor de central importancia no solo en este producto, sino además sostiene una relación muy estrecha con China en el plano económico y comercial. De hecho, China y Hong Kong explicaron nada menos que el 42% de las exportaciones totales de Taiwán en 2021, frente a un 15% de Estados Unidos.
Gráfico 1 – China, Hong Kong y Estados Unidos en las exportaciones de Taiwán
Fuente: elaboración propia en base a Trade Map.
Considerando solo los circuitos integrados y microestructuras electrónicas y sus partes (partida 8542 del Sistema Armonizado), Taiwán exportó cerca de US$ 160.000 millones de este bien en 2021, explicando nada menos que el 15,2% de las ventas globales (ocho puntos porcentuales más que lo representado en el 2002).
Gráfico 2 – Exportaciones de Taiwán de circuitos integrados y microestructuras electrónicas
Fuente: elaboración propia en base a Trade Map.
En cuanto al debate generado sobre las implicancias logísticas que podría traer un conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán (lo que lamentablemente ya no puede ser descartado), vale la pena repasar el destino de las ventas de este estratégico producto por parte de Taiwán, donde una vez más se observa la importante concentración en China y Hong Kong sobre el resto de los países, ya que estos dos mercados explicaron el 60% de las ventas taiwanesas de los circuitos integrados y microestructuras electrónicas y sus partes.
Gráfico 3 – Destino de las exportaciones de Taiwán de circuitos integrados y microestructuras electrónicas
Fuente: elaboración propia en base a Trade Map.
En definitiva, como está pasando actualmente en la guerra en Ucrania por el gas y la proveeduría de cereales y otros alimentos, las dependencias comerciales no se ajustan al ritmo de las tensiones geopolíticas. Cortar los suministros con un proveedor histórico, implica ajustes que llevan tiempo y presentan dificultades estructurales como la disponibilidad de mano de obra, acceso a insumos y tecnología, además del aumento de los costos de producción que luego son trasladados al precio de venta.
Por tanto, el caso de Taiwán y los microchips es otro nuevo ejemplo de cómo la globalización económica y la realidad de las cadenas de suministro a nivel mundial imponen cierto freno a los enfrentamientos geopolíticos y geoestratégicos desatados entre Estados Unidos y China, muchos de los cuales aún siguen cargados de retórica.
(*) Doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la UCU.