Segunda parte
Por: Ing. Carlos Petrella
Exploraremos, a vuelo de pájaro, los abordajes políticos, económicos, sociales y ecologistas que consideramos que se han consolidado como aproximaciones. Además, rescatamos ciertos avances de referencia transversales que son integradores. En esta línea, aparecen las cuestiones tecnológicas y las cuestiones éticas.
Los abordajes políticos consideran que las crisis plantean un cambio en un proceso institucional relevante. Así se consideran, por ejemplo, cuestiones como las crisis de un gobierno que puede ser cuestionado y cambiado. Tomando como referencia estas aproximaciones, se designa la crisis como un proceso que rompe con la estabilidad de un sistema buscando un cambio, que podrá ser legítimo o ilegítimo en términos del orden político constituido.
La aproximación a las crisis políticas se plantea a partir de una transición entre un estado de estabilidad relativa de gobierno y la consecuente búsqueda de un nuevo equilibrio que sustituya al modelo de autoridad y poder previo.
Los abordajes económicos ponen el foco, y eso representa un momento que marca un cambio importante en los sistemas productivos y económicos. La idea es que, en general, el mundo capitalista industrial opera para aumentar el volumen de la producción de bienes y servicios que operan como un fenómeno continuo, aparentemente irreversible. Sin embargo, los hechos muestran que a los períodos de prosperidad y de expansión de la producción en términos económicos han sucedido períodos de depresión y de paro.
Hablamos de crisis económicas cuando, por ejemplo, se consolidan períodos de depresión y de paro. En resumen, se produce una crisis económica cuando se interrumpen las fases de expansión económica.
Los abordajes sociales ponen foco en la forma en que se procesan los planteos de los diferentes agentes de una sociedad. El estudio de las crisis como fenómenos sociales normalmente se refiere al marco general de la sociología del conflicto como fenómeno social genérico, del cual la crisis es un caso particular. Consecuentemente, estas aproximaciones ponen el foco en los conflictos. La idea es que estos conflictos se producen cuando se plantean “dualismos divergentes”. Los conflictos, entonces, derivan de la estructura social y constituyen, según Karl Marx, oportunidades para cambiarla.
Los abordajes ecologistas ponen el foco en la forma en que se procesan los procesos naturales, y en especial aquellos que impactan sobre los recursos materiales que son considerados esenciales para la vida. Nos referimos, por ejemplo, a la disponibilidad de aire y agua, esenciales para la vida en el planeta. Aparece como algo determinante la sustentabilidad de los sistemas que hacen posible la vida humana, animal y vegetal. Hablamos de crisis ecológicas cuando se consolidan procesos de contaminación del medio ambiente fundamentalmente por acción del hombre.
Los procesos de crisis pueden apreciarse como asociados al poder político que maneja el poder en una sociedad, al soporte económico de la producción y el consumo, a los conflictos sociales entre agentes o como impactos ambientales que afectan la calidad de vida, en todas sus manifestaciones. No cabe duda de que estas aproximaciones plantean definiciones y actuaciones diferentes respecto de los sujetos de cambio involucrados y realizan valoraciones diferentes de los entornos condicionantes.
La idea de que las crisis son en sus resultados apreciables, una especie de “achaques” en el comportamiento de los sistemas complejos, que abre las puertas la consideración de la teoría de sistemas para abordar las crisis y poder comprender mejor algunos comportamientos emergentes, que suelen ir de la mano de “efectos mariposa” que no son fáciles de desentrañar, porque esperamos que grandes efectos tengan su origen en grandes causas, muchas veces sin contar fundamentos para sostener estas pautas, que hace tiempo la ciencia mostró que no es correcta.
Como aporte conceptual rescatamos la vertiente del cambio organizacional para interpretar las crisis. Respecto de las teorías de referencia, pensamos que se ha soslayado la importancia de la esencia de las crisis como procesos de cambio; tanto las crisis construidas por el hombre como las que tienen orígenes naturales. De allí que entendemos que hay que estudiar las formas en que los sistemas complejos cambian gradualmente y, sobre todo, las formas en que estos sistemas se transforman de manera drástica, tanto de manera intencional como azarosa.
Para cerrar esta breve aproximación inicial a los desafíos con las crisis, es importante apreciar cómo ha evolucionado la forma en que se manejaban las crisis, sobre todo en su visibilidad. “Hasta bien entrado el siglo XX las relaciones internacionales eran por definición secretas y el soberano el único legitimado para llevarlas a cabo; no existían medios de comunicación de masas ni opinión pública; por otra parte, no se necesita su respaldo para llevar a cabo ningún tipo de campaña, fuera defensiva o atacante. En consecuencia, aunque de hecho existía, no resultaba visible el periodo de crisis”. Eso nos pasa a los uruguayos actualmente.
Después de pasar por estas reflexiones, queda claro que la respuesta colectiva de los uruguayos no puede ser abrazarnos a aquellas opciones que aportan cierta tranquilidad, respecto del porvenir. No porque no sea bueno tenerlas presentes, sino porque debemos trabajar para construirlas. Será necesario convivir con períodos de empleo y desempleo. Tendremos que aceptar condiciones que hagan sostenible nuestro sistema previsional. Habrá que buscar soluciones de vivienda con la mente abierta para encontrar nuevas opciones. Deberemos ser más ecuánimes con respecto a las obligaciones y derechos sobre seguridad.
Los beneficios relacionados con el trabajo, la vivienda, la jubilación o la seguridad que queremos rescatar como un valor agregado de una sociedad solidaria se construyen colectivamente, aceptando ciertos compromisos.