La elaboración de un modelo predictivo de desempeño es un ejercicio riesgoso, pues dar recetas de éxito automático a quienes desean iniciar una empresa o darles un consejo, en ocasiones, caricaturiza la situación. Sin embargo, las investigaciones ponen en evidencia el papel central del emprendedor, cuya visión es de importancia capital. Cualesquiera que sean las contingencias que influyan sobre la realización del proyecto, la representación que se forja su creador para el presente y el futuro es una variable no solo recurrente, sino que muchos trabajos de investigación concuerdan en reconocerla como la principal.
Cuando se plantea la pregunta de los conocimientos que pueden ayudar al creador a configurar su proyecto, es razonable estimar que en el origen de este solo existe la inmaterialidad del pensamiento de quien desea convertirlo en realidad. En la práctica, se trata entonces de hacer un repertorio de los componentes genéricos de una visión adecuada, es decir, de las dimensiones importantes de la actividad empresarial, con la finalidad de operacionalizarlas en un proyecto específico.
Las dos principales dimensiones de esta visión son, por una parte, los posicionamientos múltiples que conducen a realizar intercambios con diversos participantes empresariales, y, por la otra, la configuración organizacional óptima de los negocios, lo que implica traducir la estrategia de la empresa en políticas funcionales. Estos dos aspectos centrales constituyen la base sobre la cual se construye la visión del creador de la empresa.
Por lo que se refiere a los ambientes múltiples, dentro de los cuales se inscriben tanto el emprendedor como la organización, se puede retomar la distinción clásica que consiste en dividir el ambiente en un macroambiente, que comprende las dimensiones socioeconómicas, institucionales, tecnológicas, ecológicas y culturales; y un microambiente más próximo, integrado por actividades y mercados, competidores y participantes empresariales. Para una exposición más detallada, el lector podrá consultar la obra de Verstraete y Saporta (2006).
En cuanto a la configuración organizacional, la elaboración de los productos o de la oferta de servicios requiere reflexionar sobre los procedimientos correspondientes. Es más, el emprendedor debe configurar la organización de tal manera que puedan determinarse las políticas funcionales que permitan optimizar las relaciones de intercambio de valor con los participantes empresariales (por ejemplo, política de compra referente al intercambio de valor con los proveedores, política salarial frente a los empleados, de marketing para los clientes, etcétera). Para ello, habrá que disponer de los recursos reunidos para dirigir el proyecto de la empresa y, mejor aún, habrá que hacer de esas capacidades verdaderas competencias apreciadas en los mercados.
Cada uno de los participantes empresariales evalúa, según sus propios criterios, el desempeño de la empresa. El emprendedor que desea controlar la organización que él “impulsa” tendrá que mantenerse informado sobre estos criterios mediante la utilización de un tablero de control, sin olvidar incluir en este el seguimiento de los factores clave del éxito. Entre tales factores, los contextos empresariales ponen de relieve ciertas características personales del individuo emprendedor en el rango de verdaderas competencias, y el creador pondrá en equilibrio sus fortalezas y debilidades en relación con la aventura en la cual incursiona. Para compensar sus debilidades, pero
sobre todo, para aprender el oficio de empresario, este debe estar abierto a numerosos aprendizajes durante los primeros años de vida de la empresa.
Estos aprendizajes pueden fortalecerse con los consejos de compañeros, formadores, consultores o de otros individuos que poseen el conocimiento o son capaces de descubrir una dificultad, es decir, tienen el poder de favorecer la evolución de la empresa. Entonces, es tiempo de dar forma a la visión con la ayuda de herramientas que, en su mayoría, están determinadas por la singularidad de las situaciones empresariales. De manera resumida, existen seis polos en los cuales hay que profundizar para afinar estratégicamente el proyecto empresarial.
Fuente: Louis Fillon.