Por: Ec. Marcelo Pérez (*)
La crisis energética a nivel global, con particular énfasis en el invierno europeo, ha encendido las alarmas y la preocupación de cuál será el impacto para la economía global y en particular para América Latina, que aún sigue impactada por las secuelas económicas generadas por la pandemia del covid-19.
Pero entendamos el origen de esta nueva tormenta.
Europa atraviesa una crisis sin precedentes en el precio de la energía, principalmente, explicada por las limitaciones que Rusia está imponiendo a las exportaciones de gas natural. Estas restricciones se dan obviamente en el marco de la actual guerra entre Rusia y Ucrania, y tiene diferentes factores. Por un lado, Rusia ha cortado o restringido el suministro a aquellos países que no están dispuestos a pagar el gas en rublos, en lugar de euros o dólares tal como están estipulados los contratos de provisión. Adicionalmente, se han indicado fallas en los sistemas de gasoductos que han disminuido la provisión a distintos países, fundamentalmente, Alemania. Estas fallas parecen tener un origen en decisiones geopolíticas más que técnicas, ya que los proveedores de dichos equipamientos han desmentido la existencia de problemas.
Todo esto ha generado un aumento sostenido y abrupto de los precios de referencia europeos de gas natural. Solo el pasado lunes 5 de setiembre los precios de referencia para Europa aumentaron un 28%. El nivel de dependencia de estos países respecto al gas natural es notorio, pero no solo se relaciona a este tipo de hidrocarburo. El 57,5% de la energía que consume el bloque es de origen extracomunitario. Aunque el principal problema lo tiene Alemania, dado que entre el 60% y el 65% de su gas proviene de Rusia, en contraste con países como España, que solo importa un 10,5% de su gas proveniente de este país. España y Francia actualmente se abastecen de gas proveniente de países africanos, mitigando con esto los vaivenes que las decisiones rusas están generando.
¿Cómo está impactando esta crisis energética en el resto de la economía global?
Las medidas inmediatas para mitigar el efecto sobre los usuarios y para evitar el quiebre de las empresas del sector, están siendo un paquete de medidas fiscales, tendientes a amortiguar el efecto antes mencionado. Pero estas medidas se suman a las enormes transferencias que han tenido que hacer las principales economías para mitigar el efecto de la recesión generada por el covid-19 y las medidas de confinamiento, lo que ha inyectado dinero en la economía en niveles sin precedentes, presionando muy fuertemente a la inflación y aumentando de forma poco sostenible la deuda de estos países.
Al problema de índole monetaria anterior, se suman efectos directos en la economía real. En particular, cabe mencionar el aumento de los precios del petróleo y por ende otra fuente de presión sobre el nivel de precios generalizados de las distintas economías, llevando la inflación en Estados Unidos de niveles del 2% al 8%.
Como era de esperar, la reacción de los principales bancos centrales del mundo ha sido subir las tasas de interés de referencia intentando controlar los precios, pero con claro impacto en el producto, dejando en evidencia una posible recesión en las economías centrales para el próximo año.
En Uruguay y la región, los efectos se han visto de inmediato. El precio de los principales insumos ha subido, el costo de la deuda se ha duplicado, lo que ha impactado tanto en las decisiones de inversión de los agentes privados, como en los proyectos de infraestructura pública. Sin ir más lejos, los recientes proyectos viales licitados en Uruguay bajo la modalidad Cremaf están teniendo serias dificultades para obtener su financiamiento.
No todas son malas noticias…
En este contexto, vale la pena mencionar la estrategia que Uruguay ha llevado adelante para diversificar su matriz energética y desacoplar en buena medida su costo de la energía al precio del petróleo. En estricto rigor, el principal impacto que tiene Uruguay en materia energética está directamente asociado al efecto del cambio climático. En momentos de sequías, la generación hidráulica disminuye aumentando los costos de generación por uso de las centrales térmicas. En cualquier caso, como se observa en el siguiente gráfico, las medidas de diversificación de la matriz energética han permitido una reducción sustantiva del costo de producción de energía en Uruguay.
Evolución del costo marginal de producción de energía para Uruguay
Fuente: Precios spot UTE
Esta situación representa una oportunidad en términos de incorporación de tecnologías que permitan el uso de energía eólica y fotovoltaica, que se produce en exceso en los momentos de mayor demanda y que es perdida por su no utilización. En esta línea, el actual gobierno está trabajando en algunos proyectos piloto que permitirían utilizar los excedentes de energía de fuentes renovables en horas donde la demanda es mayor que la oferta.
En otro sentido, se abre una seria oportunidad para profundizar la movilidad eléctrica. Cualquiera de estos ejemplos requiere de ciertos incentivos fiscales que permitan una mayor penetración de estas soluciones en el mercado, justamente, en un momento donde las finanzas públicas no pasan por su mejor momento.
(*) Director ejecutivo de AIC Economía. Especialista en Financiamiento y Gestión de Infraestructura.