Por: Phd (c) Gonzalo Oleggini Leis (*) | @goleggini
En este último tiempo hemos visto un sinfín de análisis basados en teorías monetarias, las cuales refieren al impacto de los paquetes de ayuda económica implementados por Estados Unidos y la Unión Europea que actúan inmediatamente sobre la cantidad de dinero disponible y tienen un efecto mediato en la inflación.
Actualmente las autoridades monetarias, ya sea la Fed o el Banco Central Europeo, diseñan a partir de sucesivos aumentos de tasas de interés, estrategias para disminuir esas presiones inflacionarias, y el resultado es totalmente insuficiente. La “aspiradora” de circulante de dinero no estaría funcionando, generando interrogantes sobre herramientas que siempre fueron utilizadas con éxito en un pasado mediato, pero ahora no tienen los mismos efectos.
Aquí es donde debemos sumar al incompleto y sesgado análisis sobre el efecto de los paquetes de estímulo en la inflación futura (ahora se transformó en inflación actual), uno de los elementos principales a la hora de configurar el costo de un producto y su posterior valor de venta, que es la logística de transporte y distribución y que, junto a los costos de producción a partir de las materias primas necesarias, son un elemento estratégico en la estructura de precios de venta al consumidor y por ende impactan en el índice de precios.
Durante el comienzo de la pandemia en el año 2020, tuvimos una caída en el principio de la misma, de los precios internacionales de los fletes, ya que no había carga suficiente para que la ecuación fuera económicamente viable y las empresas ofertaban espacio y bodegas en su flota marítima a precios menores del promedio para captar mercaderías. Cuando la pandemia comenzó a avanzar, se provocó un aumento expansivo de forma súbita de movimientos de mercaderías por todo el sistema portuario del planeta, y esto generó un aumento sostenido de precios de fletes marítimos con tarifas interoceánicas que pasaron de 1.000 dólares por contenedor a valores de 10.000, 15.000 y hasta 20.000 dólares por el mismo proceso. En este caso, las empresas de transporte marítimo alegaron desorden y caos como uno de los elementos de presión sobre el precio de las tarifas de los fletes (contenedores y barcos “fuera de su lugar de su posición logística óptima”). No podemos olvidarnos de que las materias primas e insumos de muchos de estos procesos para generar productos finales también subieron fuertemente.
Y para sumar todavía más presión al proceso de descontrolada oferta monetaria, logística a precios excesivos y materias primas en alza, nos encontramos con una inestabilidad geopolítica (la invasión de Rusia a Ucrania), que reconfiguró el tablero mundial y comenzó a generar inconvenientes en las cadenas logísticas de producción y posterior distribución global. Empezaron a reconfigurarse los procesos de producción que la globalización había llevado a los lugares con menores costos de producción, a lo que la Unión Europea comenzó a llamar proveedores de países “friendly”. Esto significa que el bloque europeo y Estados Unidos verían con “buenos ojos” el traslado de inversiones productivas de sectores estratégicos (en la pandemia quedó en evidencia que muchos productos solo se fabricaban en China) hacia Occidente nuevamente para mejorar el control y tener flujos logísticos de transporte más afines y cercanos a los centros de consumo. Es un cambio de paradigma que para muchos se ha identificado como un proceso de “desglobalización” o “deslocalización” de industrias y sectores estratégicos.
Este reordenamiento geopolítico genera presiones y pone en posición incómoda a países como el Uruguay, que tienen como destino de sus exportaciones, y de diseño logístico de transporte, a China, como uno de sus principales compradores. En este 2022 ese país recibe más del 30% de las exportaciones uruguayas, y en aumento.
Volviendo al impacto de los precios de la cadena logística internacional, estamos frente a un problema de difícil solución. Las empresas del sector de transporte marítimo tienen un peso económico importante a nivel global, que también les genera oportunidad de poder negociador frente a los requerimientos de los gobiernos sobre la necesidad de tener fletes marítimos acordes, para reducir el impacto sobre el aumento de precios o lo que conocemos como la inflación. En este sentido, el gobierno de Estados Unidos convocó a las principales empresas de líneas marítimas para expresarles su descontento con el nivel de tarifas que ellas aplican, por ejemplo, a rutas como China-Estados Unidos y que impactan fuertemente en el comercio exterior del gigante asiático hacia la potencia norteamericana y que termina configurando precios finales de productos más caros, con el consiguiente efecto sobre el nivel de precios y su impacto en los consumidores. Pero cuando vemos el efecto de esta negociación sobre los precios de los fletes marítimos, el impacto ha sido limitado, ya que estamos frente a un mercado concentrado y que lo lleva a prácticamente a un sistema oligopólico.
La variable geopolítica, sumada a la excesiva oferta de dinero, los altos costos logísticos y la suba de las materias primas e insumos, generan un escenario prácticamente de “tormenta perfecta” para impulsar al alza los precios, creando una situación de alineación de variables nunca vista en crisis anteriores. Además, la academia en muchos sentidos se encuentra sin respuestas técnicas efectivas frente a un nuevo paradigma.
Las herramientas económicas de “siempre” no ofrecen ni avizoran los mismos resultados que en crisis anteriores, y la principal razón está en no entender el subsistema por encima de solamente variables económicas, que en este caso suma a la política y en mayor medida a la logística.
Solo un grupo multidisciplinario (economía/finanzas, logística, política y comercio exterior) que genere soluciones integrales puede desarrollar una estrategia para intentar mejorar la situación económica de los países impactados por estos factores, lo cual está llevando, como hemos visto, a inestabilidades institucionales con casos extremos como el de Sri Lanka de hace unos días.
En este escenario, podemos avizorar que tendremos alta inflación por un tiempo más.
(*) Consultor, profesor e investigador de Negocios, Política Internacional y Logística. Catedrático Jean Monnet. Especialista en UE. Doctorando en Administración.