La dinámica de la globalización y de la competitividad obliga a los países a prestar atención a muchos aspectos, siendo uno de ellos la tríada conformada por “facilitación del comercio, logística y transporte”. De ahí que no estén de más algunas reflexiones generales sobre el referido trio.
Por Álvaro Olazábal
El tratamiento conjunto e integral de la facilitación de comercio, la logística y el transporte, como una tríada inseparable, no ha sido lo corriente.
Las partes de la tríada, han sido tratadas desde diferentes ángulos. El énfasis y la concentración han oscilado entre las actividades y transacciones ocurridas en los pasos de frontera y en los nodos de entrada/salida internacionales. A su vez, en el desempeño de las cadenas internacionales de abastecimiento; y en las reformas para la facilitación del comercio en un ambiente de competencia global; en la expansión del comercio de productos intermedios; en la sincronización del abastecimiento de materias primas para la producción y entrega de productos en los puntos de venta. Además, en la simplificación y armonización de los procedimientos comerciales internacionales; en la evaluación de los servicios de logística, de la infraestructura física, y del desempeño de cadenas de abastecimiento específicas; en el concepto operativo de la facilitación del comercio, etc.
En lo que sigue, nos enfocaremos brevemente hacia algunas aristas de la interacción de la globalización y la competitividad con la referida tríada.
La globalización plantea una escala de actuación más amplia. Esta ya no es local ni regional, sino que es global. Esa escala más amplia, resulta en mayores exigencias de gestión para participar competitivamente de lo global.
La producción se ha fragmentado en diversas localizaciones, y establece un esquema de redes y cadenas de suministros y distribución. El comercio internacional se enmarca dentro de una red heterogénea de acuerdos y tratados comerciales. El resultado son nuevas formas de producción y comercio, con un funcionamiento mucho más complejo que en el pasado.
En la producción y en el comercio, los aspectos de costos, tiempos, calidad, fiabilidad, sincronización, simplificación, armonización y seguridad, siempre han sido importantes. Pero con la globalización, estos aspectos se han vuelto más relevantes y exigentes. Si no se alcanzan buenos resultados en ellos, se dificulta la participación de los países en el escenario global al carecer de competitividad.
El mundo global, cada vez más digital e “inteligente”, da paso a nuevos paradigmas, uno de los cuales es el de la velocidad. El “mundo veloz”, interconectado e integrado, no admite procesos de comercio, logística y transporte, individuales, lentos, desconectados, ineficientes e ineficaces, y sí requiere una óptima integración y gestión de todos los actores y procesos.
El mercado global se mueve, pero sus movimientos no son planificados ni acordados mundialmente. Esta característica dificulta la interpretación de lo global y de cuáles deberían ser las acciones a tomar por cada país.
¿Cuál es entonces la fortaleza de los países ante este mercado global de veloz movilidad, no planificada ni acordada mundialmente? Varias fortalezas pueden ser identificadas, pero quizás una de las más evidente es que cada país puede planificar la posición donde quiere estar y el rol que quiere tener, y por ende, actuar en consecuencia para lograrlo. Si no lo hace, ese “mundo global” lo posicionará, y solo la suerte hará que coincida con la posición a que aspira, pero seguramente no será así, y se tendrá el posicionamiento y el rol que el “mercado global” le asigne.
El paquete de acciones a identificar para que la “corriente” del “mercado global” no lleve a los países a donde no quieren estar es amplio y está conformado por un conjunto de muchas decisiones, normas, políticas públicas, técnicas, proyectos y mejoras varias. A ese conjunto pertenece la tríada “facilitación del comercio, logística y transporte”.
La globalización es entonces compleja, y demanda articulación, armonía e inteligencia. Esto presiona a buscar una óptima integración y gestión de todos los actores y procesos, ya que su ausencia no permitirá a los países tener adecuados costos, tiempos, calidad, fiabilidad, sincronización, simplificación, armonización y seguridad. Así que uno de los objetivos será conseguir buenas condiciones de funcionamiento de la tríada “facilitación del comercio, logística y transporte”.
Muchos son los actores públicos y privados relacionados e involucrados en el comercio, en la logística y en el transporte. Las actividades en la cadena de suministro se basan en un conjunto de transacciones entre las partes involucradas (propietarios de los bienes, prestadores de servicios logísticos, aduanas, organismos regulatorios, bancos, operadores de infraestructura, etc.). Las transacciones involucran intercambios de información, procesamiento de documentos, pagos y el movimiento físico de las mercancías.
Todo eso muestra que la simplificación, estandarización y armonización de los procedimientos y los flujos de información requeridos para mover mercancías desde un origen a un destino y para realizar el pago constituyen un sistema complejo, que exige articular, sincronizar e integrar a los distintos procesos, actores y componentes de la cadena de suministro si se pretende que el funcionamiento sea eficiente y eficaz. Eso ha tenido dificultades y los países no han podido alcanzar un funcionamiento armónico e integrado de los procesos involucrados, así como de disponer de la información en tiempo y forma para la toma de decisiones y la mejora de la productividad y eficiencia.
Uno de los caminos para sortear las dificultades mencionadas es revalorizar la tríada “facilitación del comercio, logística y transporte”, y considerarla en forma integral y no separada por partes. El avance del mundo digital “inteligente” y global así lo exige.