Por Conrado Rodríguez (*) | @Dip_ConradoRod
En los últimos tiempos se ha discutido públicamente si deben existir acuerdos en algunas políticas de Estado entre los distintos Partidos Políticos antes de las elecciones o recién después de ellas.
Algunos dicen que acordar, desdibuja identidades partidarias, o lleva a ser “apéndices” de otras colectividades políticas, con su consiguiente perjuicio. Otros –entre los que me incluyo- insistimos en la necesidad de acordar en algunos puntos esenciales para el país, dejando de lado diferencias y apuntalando las coincidencias que se puedan tener, en temas que a la vista y consideración de la mayoría de la población no pueden esperar al establecimiento de un nuevo gobierno.
Esto, a nuestro juicio, de ninguna manera implica abjurar de nuestras banderas o principios, muy por el contrario, es el reconocimiento de la propia historia del Uruguay en el que más allá de diferencias –muchas de ellas muy ostensibles-, la esencia de la política y la construcción democrática ha estado marcada por el encuentro y los acuerdos. Eso es lo que ha ayudado a que el país pudiera tener políticas de largo aliento, que le dieran estabilidad y certezas.
En una nota que nos realizara el Semanario “CRÓNICAS” el pasado 11 de mayo, hicimos la distinción entre acuerdos programáticos y los electorales, los cuales no necesariamente van de la mano, y dijimos, abogando sobre los primeros, que “hay cambios necesarios que la gente está pidiendo y nosotros no podemos ser mezquinos en decir que tenemos que esperar a una próxima instancia electoral para poder llevarlos adelante. Si existe la posibilidad de acordar en algún tema, como inserción internacional, educación, seguridad, no debemos esperar hasta junio del año que viene para hacerlo, ya sea para que se efectivice en este período, como en el próximo. Los acuerdos programáticos son necesarios y es una instancia para la cual los partidos tienen que estar siempre dispuestos a dialogar. Eso se tiene que dar antes de la elección, porque el país no puede esperar para que cambien determinadas cosas que le están haciendo daño.”
La historia es muy rica en ejemplos. No menor fue el esfuerzo que los Partidos Políticos hicieron hace 35 años con la Concertación Nacional Programática (Conapro), que agrupó a los cuatro partidos políticos existentes más las organizaciones sociales y las cámaras empresariales, proyectando las bases para el acuerdo político-social hacia el primer gobierno post-dictadura.
Ni qué hablar de lo que fue el “Cambio en Paz” impulsado por el ex presidente Julio María Sanguinetti ni bien comenzó su primer gobierno, que contó con el concurso de todas las fuerzas políticas que –aún con matices- entendieron la fragilidad del momento y la necesidad de dar solución a problemáticas generadas en los años oscuros de dictadura, con amnistías generosas de un lado y del otro, con el restablecimiento de derechos fundamentales, la recomposición de carreras funcionales y la restitución de los funcionarios que habían sido ilegítimamente destituidos, entre muchas otras más.
Tampoco fue menor el esfuerzo por llegar a puntos de acuerdo, en la medida que los gobiernos electos desde 1984 al 2004, no contaron con mayorías parlamentarias, y necesitaban la convergencia de voluntades de varios partidos políticos para que el país no quedara paralizado.
Así se instauró el concepto de gobernabilidad, o de coaliciones partidarias, que permitirían que el país tuviera un rumbo. Estos son algunos de los ejemplos que la historia nos muestra, y que la realidad de la coyuntura política del país fue imponiendo.
El debate sobre los acuerdos en políticas de Estado tomó fuerza en los últimos días, con la reunión del pasado 28 de mayo del ex presidente Sanguinetti con los líderes del Partido Nacional. Algunos pocos criticaron esta reunión, bajo el argumento de que los acuerdos programáticos se deben realizar después de la interna de los Partidos Políticos de junio del 2019, o incluso después de octubre del mismo año, y que recién allí lo podrían decidir las nuevas autoridades emanadas de esas elecciones. La realidad nuevamente indica que ningún partido político va a contar por sí mismo con mayorías parlamentarias, y que el nuevo gobierno que se instale en el 2020 tendrá que lograr acuerdos para poder gobernar, y establecer cambios profundos. Durante el año electoral va a ser muy difícil encontrar entendimientos, ya que los Partidos Políticos estarán abocados a sus respectivas campañas, en las que se profundizarán mucho más los perfiles, lo que también es una realidad histórica.
Hace menos de un mes se le dio nacimiento a un nuevo movimiento dentro del Partido Colorado, denominado “Batllistas”, liderado por el propio Sanguinetti, e integrado por varias corrientes batllistas entre las que se encuentra nuestro grupo nacional “Espacio Abierto” fundado hace casi 3 años.
Que quien lidera un movimiento importante dentro del Partido Colorado, con varios legisladores, y grupos que lo apoyan, y con un prestigio y reconocimiento indiscutido en la escena nacional e internacional, entable un diálogo con dos actores relevantes del quehacer político-público, sobre la importancia de lograr acuerdos en determinadas políticas de Estado que favorezcan el cambio en el país, como la inserción internacional, la educación, y la seguridad, entre otros, no deja de ser un mensaje potente para la ciudadanía.
La esencia de la política y la democracia, es el diálogo, el entendimiento y los acuerdos. Esto hace a la perdurabilidad de las reformas que nuestro país necesita. Ningún actor político se debería amputar la posibilidad de tomar decisiones, y menos aún negarse a dialogar, por supuesto defendiendo sus convicciones, pero sabiendo que los acuerdos son necesarios e importantes para el país. Por eso, qué mejor para Uruguay, que un hombre como el Dr. Sanguinetti, hombre político y de Estado, con enorme trayectoria, entable un diálogo que él mismo dejó en claro que no era la postura orgánica, ni formal del Partido Colorado, y haga el esfuerzo de buscar coincidencias en aquello que el país necesita, abonando y siguiendo esa larga tradición histórica a la que hicimos referencia.
Eso no implica de modo alguno desdibujar identidades, y menos aún dejar de lado principios. Eso implica poner por encima lo importante, dejando de lado lo accesorio, eso implica trabajar para lograr las modificaciones que la gente reclama, y que sus representantes no deberían desoír. Es de esta manera que los Partidos Políticos como herramientas democráticas de transformación se fortalecen.
Somos los que entendemos que la política debe estar al servicio de los grandes intereses nacionales. Mucha gente está sufriendo, y reclama medidas.
Uruguay merece la oportunidad de que se logren acuerdos en políticas públicas, que transformen para bien nuestra sociedad, y abonen definitivamente el camino hacia un cambio que a esta altura se presenta como necesario.
En la búsqueda de estos acuerdos, no hacemos más que respetar la esencia misma de la democracia, que se fortalece con el aporte constructivo de todos.
(*) Diputado del Batllismo – Espacio Abierto – Partido Colorado