Por Alfredo Asti (*) | @AlfredoAsti
El próximo 24 de noviembre se ponen en juego dos modelos de país: el de las certezas que propone Daniel Martínez y el de la incertidumbre propuesto por la coalición multicolor.
El pasado 27 de octubre la ciudadanía se pronunció en una primera vuelta electoral dando mensajes claros:
*Decidió que haya una segunda vuelta para elegir quién será su Presidente.
*Ratificó que el Frente Amplio, por quinta vez consecutiva, es la mayor fuerza política del país, pero a su vez, y a diferencia de las últimas tres elecciones, la ciudadanía no le otorgó mayoría parlamentaria.
*Dividió sus preferencias parlamentarias entre muchos partidos políticos, lo que marca un nuevo escenario parlamentario.
*Rechazó, por mayoría estrecha, una Reforma Constitucional por la Seguridad, pero dio una clara señal por parte de integrantes de todos los partidos, de su preocupación por el tema y la necesidad de continuar buscando respuestas eficientes a esa problemática.
La integración del Parlamento ya fue laudada. Ya cada quien, votó a los candidatos a legisladores que conocía y quería. Ahora los y las uruguayas debemos decidir la fórmula presidencial en base a su experiencia en gestión, las propuestas, los proyectos y los equipos que plantea cada una.
Por un lado, se planifican propuestas claras y concretas, que ya se dieron a conocer hace tiempo, a las que, en el debate presidencial, Martínez agregó su compromiso a restituir el aguinaldo para las 150 mil jubilaciones más bajas, que hoy reciben una canasta equivalente a 2.100 pesos. Ese beneficio fue quitado en dictadura, sólo a los pasivos civiles. Aquí vemos una clara diferencia. Mientras la coalición multicolor plantea aumentar las jubilaciones más altas (a través de eliminar el IASS que sólo pagan el 20% de los pasivos, dentro de los que se encuentran los altos oficiales militares retirados), el Frente Amplio apunta, con su característica sensibilidad social, a los más vulnerables.
Asimismo, se designa parte del elenco que participará en el gabinete ministerial en caso que Martínez sea electo Presidente de la República, un equipo que combina renovación y experiencia comprobada y que suma a la vasta, diversa y exitosa experiencia en gestión del propio candidato.
Por el lado de la oposición, un documento firmado por una coalición multicolor, sin historia, ni bases, ni autoridades, ni programa en común, cuyo contenido es muy vago, no queda claro cuál es el camino a seguir y cuáles son las propuestas concretas a futuro. Tampoco queda claro cómo quedará conformado el gabinete ministerial de la coalición ni qué responsabilidades asumirá cada uno de los líderes políticos de la misma. Los únicos nombres manejados hasta el momento, han desaparecido del mapa. Así tenemos una Ministra de Economía designada para un eventual gobierno de la coalición que desapareció públicamente hace más de un mes, luego de sus declaraciones a medios de prensa que generaron polémica. De igual modo, otro de los nombres mencionados fue quien sería el Ministro de Desarrollo Social de ganar la coalición, del que tampoco hemos tenido más noticias desde aquel día en que, desde el comando de campaña del Partido Nacional, se informó que los asesores no iban a dar más declaraciones a la prensa para concentrar toda la comunicación en la fórmula presidencial hasta las elecciones del 27 de noviembre. De las elecciones han pasado casi tres semanas y ellos siguen sin aparecer públicamente ni emitir opinión alguna.
El mensaje que transmite la oposición es la necesidad de un cambio, pero sin profundizar en las medidas que tomarán para llevarlo adelante. Hablan de una ley de urgente consideración, de 300 a 500 artículos, cuyo contenido ocultan y dicen que no van a revelar hasta después del balotaje, cuando la ciudadanía ya se haya expresado por una u otra opción, sin conocer el contenido de la misma. Cuando se asemeja esta situación a la firma de un cheque en blanco, se muestran ofendidos, aun así, los días pasan y el contenido sigue oculto y la voluntad de no darlo a conocer hasta después del 24, sigue intacta.
Desde nuestro punto de vista, pasada la elección del 27 de octubre, vemos que de un lado están las cúpulas de 5 partidos políticos que solían ser muy distintos, con propuestas diferentes y donde no faltaban las discrepancias y agravios entre sus líderes. La única coincidencia de esos 5 líderes es sacar al Frente Amplio del Gobierno y con ello, todos los avances en equidad, inclusión y en derechos que se han obtenido.
Del otro lado, la mayor fuerza política del país desde 1999, a quienes se suma el apoyo de organizaciones sociales, colectivos de profesionales y gente de la cultura, que han expresado la necesidad de no retroceder en todas las conquistas alcanzadas y la confianza que le ofrece las propuestas concretas a futuro de Daniel Martínez.
Estos grupos de personas que se han sumado a la campaña #VotoAVoto, que surgen luego de las elecciones del pasado 27 de octubre, son colectivos que reconocen que las políticas públicas llevadas adelante durante estos 15 años, aumentaron todos los salarios y pasividades en forma real (en especial los más sumergidos), reconocen los avances en la inclusión en la educación, la salud, la vivienda, la protección social, el que se haya acortado la brecha digital preexistente a través de la entrega de las Ceibalitas y de las Ibirapitá, la posibilidad de quienes son primera generación de universitarios en sus familias gracias a la descentralización de la Udelar y de la nueva UTEC en muchas zonas del país, los beneficios con los que hoy cuentan las trabajadoras domésticas, cuyo salario aumentó significativamente todos estos años a la vez que vieron formalizado su empleo, con lo cual pudieron acceder a los beneficios sociales que ello conlleva, que los trabajadores rurales dejarán de ser postergados como lo fueron durante tantos años y ahora gocen de un trabajo digno y mejor remunerado con derechos a los que nunca accedieron con anterioridad, el apoyo a las familias a través del Sistema Nacional de Cuidados, el acceso a medicamentos de alto precio financiado por el FNR, las operaciones de cataratas en el Hospital de Ojos en forma gratuita, el avance en la agenda de derechos tan postergada durante años, el impulso a la innovación y al emprendedurismo, el apoyo diferenciado a las Pymes, la apertura de mercados y la mayor inserción internacional, etc., etc. Es decir, un conjunto de políticas públicas puestas en práctica por los gobiernos frenteamplistas que priorizaron a los sectores más vulnerables, pero que también, beneficiaron a quienes, desde el sector empresarial, asumiendo riesgos, utilizaron sus capacidades comerciales, industriales y de servicio, para atender una demanda aumentada por la mayor capacidad de compra de cientos de miles de trabajadores y pasivos.
A todos ellos y al resto de los ciudadanos les decimos que además de todos estos avances, es necesario que a la hora de decidir su voto tengan también en cuenta no sólo el crecimiento con equidad ininterrumpido durante estos 15 años, sino, además, todo lo que se ha evitado y lo que debemos seguir evitando, y con esto me refiero a que debemos preguntarnos el porqué, pese a estar en la misma región y tener los mismos vientos a favor y en contra, Uruguay no ha caído en la crisis en la que cayó Argentina de Macri, el descontento social que explotó en el Chile de Piñera y en el Ecuador de Moreno, la inestabilidad del Brasil de Bolsonaro, el golpe en Bolivia o la recesión en Paraguay. A pesar de su entorno, Uruguay en todos estos años siguió creciendo, mucho o poco, pero nunca paró de crecer con equidad y paz social, lo que ha sido, y sigue siendo, una y otra vez también, reconocido internacionalmente.
Me pregunto si la coalición opositora multicolor, sin programa común previo, más allá de un vago documento, podrá evitar esos problemas, o, por el contrario, si triunfan ¿no iremos hacia ellos en forma acelerada? Me pregunto también, cómo cada uno de los líderes políticos de los 5 partidos que integran la coalición se relacionarán durante los 5 años de eventual gobierno, qué tanto tiempo durará esa coalición electoral y quién tendrá mayor poder dentro de la misma, marcando así el rumbo que tomará el país.
El documento firmado, luego de varias idas y vueltas, tiene tal generalidad que muchos de los puntos que allí se expresan podrían ser apoyados incluso por el Frente Amplio. Muchos se basan en profundizar políticas públicas llevadas adelante por los 3 gobiernos del FA (solo como ejemplo la prioridad en la primera infancia, la lucha contra la violencia de género, el despliegue de la Guardia Republicana, mantener y profundizar el programa Uruguay Trabaja, avanzar en la descentralización y apoyo a los Municipios o las medidas socio- educativas para los presos). Es extraño que para quienes encuentran todo mal, propongan cosas ya implementadas que muchas veces no votaron o criticaron. ¿Podrán hacerlo mejor? Pero también es extraño que algunas de esas medidas, que ahora dicen querer profundizar, no sólo no fueron aplicadas en el pasado cuando fueron gobierno, sino que tampoco son aplicadas ahora en sus gobiernos departamentales (ingreso por concurso, limitación de cargos de confianza, etc.).
Otros aspectos son tan puntuales que parecerían ser sólo para satisfacer exigencias de algún socio, pero que se oponen al sentir de la mayoría de la ciudadanía como el aumento de sueldo a los militares o la modificación de la reciente Ley Orgánica Militar vigente desde la Dictadura.
Otro ejemplo es que el documento expresa vagamente la voluntad de bajar el déficit fiscal, objetivo que compartimos. No obstante, la diferencia radica en la forma de llevar adelante las medidas que lo logren y el costo social de las mismas y quién lo pagará. Allí estarán, seguramente, las diferencias sustanciales entre nuestras propuestas ya explicitadas y las de la coalición multicolor que pecan de ser poco claras.
Pero también, hay muchas propuestas y objetivos ocultos o disfrazados de manejo presupuestal o fiscal que pueden tener importantes impactos en la calidad de vida de la gente, sobre todo de los más humildes o de quienes se vieron beneficiados por la Agenda de Derechos. Y éstas, pese a lo difuso de su enunciación, son de recortes recesivos y se asemejan a algunas de las propuestas fallidas de Macri o a las más peligrosas de Bolsonaro.
Es claro que el Frente Amplio debe dar mejores respuestas en determinadas áreas, si bien sigue siendo la mayor fuerza política del país desde hace 20 años, hay quienes se sienten decepcionados y no lo votaron en octubre. A ellos, y a todos, debemos llegar con nuestro mensaje, voto a voto, mostrándoles la importancia de no arriesgar todos los avances y conquistas de estos 15 años de gobierno frenteamplista, tan reconocidos a nivel internacional.
Este 24 nos jugamos el destino del país, nos jugamos continuar por la senda de crecimiento con inclusión y por el camino de seguir avanzando en la agenda de derechos o por poner en riesgo todo lo alcanzado. Están en juego dos modelos de país: uno que trae certezas y otro que sólo trae incertidumbre. No tiremos por la borda la estabilidad alcanzada por el país dándole nuestro voto de confianza a un gobierno que piensa y gobierna a favor de las grandes mayorías.
(*) Diputado de Asamblea Uruguay – Frente Amplio.