Por Felipe Schipani (*) | @FelipeSchipani
Cuando termino de escribir esta columna (miércoles a las 23 hs.), que será publicada el viernes 29 de noviembre, y pese a que el pasado domingo fue la segunda vuelta de la elección nacional, Uruguay en un hecho inédito en la etapa posterior al retorno de la democracia, en el año 1985, todavía no tiene un presidente electo.
Esta circunstancia no obedece a la estrechez en la diferencia entre ambos candidatos, sino que está motivada por la mezquindad, mediocridad e irresponsabilidad política del candidato del gobierno Daniel Martínez.
En nuestro país, desde la restauración democrática, los presidentes siempre fueron proclamados por las empresas encuestadoras la misma noche de la elección. Y el ritual siempre era el mismo: primero los encuestadores hacían el anuncio en la televisión, luego el perdidoso asumía la derrota y, finalmente, el ganador reconocía el triunfo.
Así ocurrió incluso en la elección más reñida desde el año 1984, como fue la elección de 1994, que determinó un triple empate entre el Partido Colorado, el Partido Nacional (PN) y el Frente Amplio (FA). En esa oportunidad, la diferencia entre Sanguinetti y Volonté fue de solo 22.000 votos y los votos observados ascendían a 64.000. Sin embargo, luego de que Luis Eduardo González anunció sobre las 12:30 de la madrugada, que Sanguinetti era el Presidente electo, Alberto Volonté reconoció los resultados. Todo esto se gestó sin un solo dato de la Corte Electoral, que en aquel entonces brindaba los resultados del escrutinio primario en la mañana del lunes. Fue todo en base a proyecciones de los encuestadores.
La situación del pasado domingo fue bien diferente a la de aquel domingo de 1994. Sobre las 20:30, dos canales anunciaron en base a sus proyecciones que por tres puntos de distancia Luis Lacalle Pou era el presidente electo. Otro canal dijo que, dada la estrechez de los resultados, no podían hacer anuncios. Conforme pasaban los minutos, la distancia pasaba de tres puntos a uno y medio, pero siempre se mantenía arriba Lacalle Pou. El otro canal que no había querido aventurar resultados hablaba de un empate técnico.
Para este proceso electoral, la Corte Electoral avanzó muchísimo en la transmisión de los datos. A través de tablets ubicadas en cada Comisión Receptora de Votos, los resultados de cada escrutinio fueron transmitidos al centro de cómputos de la Corte Electoral y publicados en la web. Este avance fundamental permitió que los resultados del escrutinio primario se conozcan la noche misma de la elección, y no la mañana del lunes como ocurría antes, cuando las actas se llevaban en formato papel hasta la Corte y durante toda la noche se digitaban.
El pasado domingo, sobre las 22:30, ya estaba el 100% de los resultados oficiales del escrutinio primario de la Corte Electoral, que arrojó una diferencia entre ambos candidatos de 28.666 votos.
Con esos resultados oficiales a la vista, todos presumimos que cuando Daniel Martínez se dirigía al escenario iba a reconocer el triunfo de Lacalle Pou. Sin embargo nada de eso ocurrió, pese a la contundencia de los datos de la Corte Electoral. Con esa actitud Martínez demostró su mezquindad, y confirmó que la banda presidencial siempre le quedó gigante. No hay que quitarle responsabilidad a la plana mayor del FA, que avaló en silencio ese proceder.
El candidato del gobierno demostró, asimismo, una enorme irresponsabilidad política, al generar una falsa ilusión en los miles de militantes frenteamplistas que se habían congregado para escucharlo. Su actitud fue más parecida a la de Tarzán en la copa del árbol, que a la del candidato del partido político del gobierno.
Como contrapartida, la conducta de Luis Lacalle Pou confirmó su enorme madurez política. Con la evidencia de los datos oficiales a la vista podría haberse proclamado ganador, y haber enardecido a la multitud que en la calle Boulevard Artigas esperaba sus palabras. La actitud que esa noche tuvieron ambos candidatos fue coherente con la desplegada a lo largo de la campaña rumbo a la segunda vuelta: mientras Martínez se dedicó a dividir a la sociedad, Lacalle Pou procuró siempre trasmitir un mensaje de concordia nacional.
El ingeniero Pablo A. Iturralde publicó en twitter las probabilidades matemáticas del triunfo de Daniel Martínez luego de escrutados los votos observados. En términos porcentuales la ubicó en un 0.0000000….0000001, con 5.000 ceros antes del 1. Sí, aunque parezca mentira, 5.000 ceros antes del 1. Luego, para ejemplificar esa probabilidad, agregó que un triunfo de Martínez sería algo así como ganar los dos sorteos semanales del 5 de Oro durante siete años de forma consecutiva.
El FA perdió la elección, entre otras cosas, por negar la realidad, por vivir de cierto modo en una dimensión paralela. No aceptaron la ruinosa gestión de Sendic en Ancap, no aceptaron el lamentable estado de la seguridad pública y Bonomi va ser Ministro hasta el 1° de marzo, no aceptaron el deterioro educativo y María Julia Muñoz y Netto siguen al frente de la educación. Tampoco aceptaron la derrota electoral.
La mezquindad de Martínez contrasta con el gesto republicano del Presidente Vázquez de llamar a Lacalle Pou, o el de Sanguinetti de llamar a Vázquez para felicitarlo por dejar un país en paz en medio de una región convulsionada.
Desde el lunes el principal tema de la prensa, los diarios y los canales de televisión es la integración del futuro gabinete ministerial. Incluso desde el Pit-Cnt elogian algunas posibles designaciones y hasta el presidente del FA responde que correspondería que su coalición participe de cargos en los entes autónomos. Por su parte, los escrutinios de los votos observados en varios departamentos confirman lo obvio. Si el F. Amplio obtuvo el 27% de los votos observados en octubre, no existe chance alguna de que logre el 92% un mes después.
Ojalá el viernes cuando se publique esta contratapa que gentilmente CRÓNICAS me ha dado el honor de escribir, Martínez haya llamado a Lacalle Pou para felicitarlo por el triunfo. Cada día que pasa sin aceptar su derrota se empequeñece un poco más.
(*) Prosecretario General del Partido Colorado y diputado electo por Montevideo.