Por Berta Sanseverino (*) | @bsanseverino
El derecho a la alimentación, aunque parece extremadamente básico, es de altísima complejidad, ya que involucra fuertes intereses económicos e implica transitar un pacto social cuyo objetivo es construir sociedades con mayor igualdad y bienestar social.
Esto requiere de un gran compromiso político para sus definiciones programáticas y la construcción de grandes alianzas para su cumplimiento.
Logros de América Latina en la reducción del hambre en la región
En el año 2000 los países acordaron en el marco de la ONU el compromiso sobre 15 objetivos globales para el desarrollo, que se conocieron como Objetivos de Desarrollo del Milenio. Entre estos se encontraba reducir el hambre, reducir la mortalidad materna e infantil, asegurar el acceso igualitario de niños y niñas al sistema escolar, mejorar la atención de enfermedades como malaria, VIH-Sida, entre otros.
América Latina fue la primera región en alcanzar la meta de reducción de hambre a la mitad: en 1990-1992, el 14,7 % de la población estaba subalimentada, mientras que para 2014-2016 este valor cayó al 5,5 %. Estamos hablando de unos 68 millones de personas que sufrían hambre contra 34 millones hacia 2015.
Este importante avance se logró por varios factores, como los mejores resultados económicos y la orientación de mayor gasto público social, así como políticas focalizadas orientadas a la población más vulnerable. El compromiso político fue fundamental para este importante avance, lo que nos permite avizorar que sosteniendo estos esfuerzos podemos continuar reduciendo el hambre en la región con gran éxito.
Una de las características de la región fue que optó por importantes alianzas entre países y organizaciones para avanzar en conjunto por esta meta. Uno de los programas que quiero destacar es el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Celac, adoptado en 2015.
Este plan se ha puesto como meta erradicar el hambre hacia 2025. Consta de cuatro pilares: 1) generar estrategias coordinadas de seguridad alimentaria entre políticas públicas nacionales y regionales, 2) el acceso oportuno y sostenible a alimentos suficientes y nutritivos para todas las personas, en especial las más vulnerables, 3) el bienestar nutricional respetando la diversidad de hábitos, 4) producción estable y atención a los desastres naturales. Dentro del pilar 3 se incluye una importante línea de acción que es la promoción de programas de alimentación escolar, con énfasis en la integración de los productores de la agricultura familiar a través de compras públicas, y la promoción de hábitos saludables. En estos años se ha profundizado cuantitativa y cualitativamente el programa de alimentación escolar. Hoy, cubre a 85 millones de escolares de América Latina y el Caribe y es un programa social muy importante muy especialmente en las zonas rurales, que es donde se concentra la pobreza de nuestro continente.
Objetivos de Desarrollo Sostenible: una nueva agenda global
En el año 2015, luego de la evaluación de los distintos niveles de concreción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los líderes mundiales adoptaron una nueva agenda formada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a alcanzarse en los siguientes 15 años.
Si bien muchos asuntos se repiten porque siguen siendo problemas globales, hay dos características que distinguen a los ODS de los objetivos anteriores: por un lado, para alcanzar estas nuevas metas es necesario el aporte de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, no alcanza solo con políticas públicas en el marco del Estado, es necesaria una gran alianza; por otro lado, se incluyen varios objetivos y dimensiones dentro de los objetivos que están vinculados a la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, ya que se entiende que es fundamental para lograr los demás objetivos como erradicar la pobreza, y hacerlo de manera sostenible.
El cambio climático es una gran amenaza a la seguridad alimentaria
El avance del cambio climático constituye una amenaza a la lucha contra el hambre y la erradicación de la pobreza. El cambio climático afecta por igual a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria: la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad de los alimentos.
Se trata de un fenómeno global, que afecta a todos los países y a todos los ciudadanos, pero como suele suceder, su impacto es mayor en las comunidades más vulnerables. Por esto es necesario que en las acciones para contrarrestar el cambio climático se tenga en cuenta esta dimensión y se tomen acciones de protección a aquellas poblaciones, estructuras económicas y ecosistemas más vulnerables.
En la discusión sobre el desarrollo de América Latina y el Caribe, siempre presente, la dimensión medioambiental y la lucha contra el cambio climático adquiere una importancia particular. Por un lado es necesario encontrar las mejores vías para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas, desarrollar conjuntamente las estrategias de mitigación y prever las consecuencias económicas y sociales del cambio climático. Por otro lado, es necesario tener en cuenta este fenómeno a la hora de formular una estrategia de desarrollo para la región que sea sostenible e inclusiva. Se trata de uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
El Frente Parlamentario contra el Hambre, una importante herramienta
Quiero destacar un proyecto que va en la línea de la formación de alianzas regionales: el Frente Parlamentario contra el Hambre. Se trata de una asociación de parlamentarios, integrantes de parlamentos nacionales y regionales, comprometidos con la lucha contra el hambre y la malnutrición. Su gran objetivo es promover el establecimiento de marcos institucionales favorables a la realización plena del derecho a la alimentación en América Latina y el Caribe.
Hoy existen 17 frentes nacionales y cuatro regionales, que integran 300 parlamentarios. Han sido protagonistas de un arduo proceso de sensibilización, instalación de temáticas y de desarrollo legislativo, lo que se logra gracias a una fuerte alianza.
Los días 25, 26, y 27 de octubre se celebrará en Montevideo el VIII Foro del Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe. Durante los foros anteriores se ha realizado un trabajo muy importante en la construcción de capacidades legislativas que tengan como resultado la elaboración de leyes vinculadas con la seguridad alimentaria y con el derecho a la alimentación, y en este nuevo foro, ese seguirá siendo uno de los principales objetivos.
El Frente Parlamentario ha entablado importantes alianzas estratégicas y se ha enriquecido con el trabajo, junto con Poderes Ejecutivos, organismos internacionales, la Academia y la sociedad civil, entre otros. En particular, quiero destacar al Parlatino, con el que el Frente Parlamentario ha trabajado desde el principio.
Durante este foro a celebrarse en Montevideo, tendremos la oportunidad de seguir avanzando en mecanismos para luchar contra el hambre en la región, siempre con la mirada puesta en los más vulnerables.
(*) Diputada de Asamblea Uruguay 2121 – Frente Líber Seregni – Frente Amplio