Fomentar el emprendedurismo

Por Ignacio Estrada (*) | @ignacioestrada0

¿Qué nos vendrá a vender? Esa era la interrogante que percibía al visitar a algunos emprendedores, hablando con ellos. Corría el año 2003 y en ese entonces trabajaba en Endeavor, organización que apoya emprendedores en América Latina y otras regiones. En Uruguay aún no era tan conocida como lo es hoy. En mi rol de encargado de Servicio a Emprendedores, me tocaba ocasionalmente visitar potenciales emprendedores para incorporar a la Red Endeavor, y como muchos no habían escuchado aún sobre Endeavor, el rol de la organización generaba ciertas dudas. ¿Cómo que quieren ayudarnos? parecían pensar muchos emprendedores. En el 2003, en Uruguay la palabra emprendedor no era tan común como es ahora. No existían un montón de organizaciones que ahora se desempeñan en el “ecosistema emprendedor”. No había espacios de co-work, ni capacitación como hay ahora, ni redes de inversores ángeles ni tanto más. O sea que en estos 14 años, podemos afirmar que el ecosistema emprendedor en Uruguay ha tenido un importante desarrollo. Pero el desarrollo logrado: ¿es suficiente? ¿o podemos hacer más?

Si analizamos los rankings que publica el “Instituto Global de Emprendedurismo y Desarrollo” (IGED, disponible en thegedi.org), vemos que Uruguay se posiciona en el ranking 2017 en el puesto 50 en cuanto al “ecosistema emprendedor” de cada país. En el año 2014 por ejemplo estábamos en el puesto 39 así que bajamos 11 puestos desde entonces. Colombia (44), Puerto Rico (41), y Chile (18) están en puestos superiores a nosotros en el 2017, si miramos a la región.  ¿Es que no estamos haciendo suficiente para promover nuestro sistema emprendedor, y por eso bajamos? A veces un país puede avanzar pero si otros países también lo hacen, y avanzan más, puede retroceder en términos relativos.

Según el IGED, Uruguay puntúa peor que Chile en las 14 variables que analiza para elaborar el ranking. Desde apoyo cultural a capital humano; innovación; competencia; capital de riesgo; posibilidades de internacionalización y demás; en todo quedamos por debajo de Chile. Otros países pequeños (como nosotros) también nos superan: por ejemplo Eslovenia, Estonia y Singapur. No hay que ser ni un país muy grande, ni un país muy poblado, ni tampoco un país del primer mundo, para poder desarrollar un ecosistema emprendedor sólido. Pero dando un paso atrás ¿nos debe importar fomentar el emprendedurismo en nuestro país? Definitivamente, sí. Porque los emprendimientos son cruciales para el crecimiento económico. Generan nuevos empleos, mayor productividad e innovación.

Hugo Kantis, un especialista en emprendimiento e innovación argentino quien ha asesorado a distintos gobiernos de la región en cómo fomentar el emprendedurismo, afirma que “el nivel de condiciones sistémicas para el emprendimiento de los distintos países y su grado de desarrollo están altamente correlacionados. Los más desarrollados son también los que tienen mejores condiciones para emprender y viceversa”. Observando el ranking GEDI, los primeros 10 puestos los ocupan Estados Unidos, Suiza, Canadá, Suecia, Dinamarca, Islandia, Australia, Reino Unido, Irlanda y Holanda. Estos 10 países cumplen con lo que afirma Kantis: tienen un alto grado de desarrollo que acompaña sus potentes ecosistemas emprendedores. Para nosotros, que somos pequeños y poco poblados, creo que los casos de Suiza, Dinamarca e Irlanda son particularmente interesantes. Estos países deben colocar sus productos en el resto del mundo para lograr una escala importante de ventas, y han logrado que varias de sus empresas se consoliden como líderes a nivel mundial.

Por ejemplo Vestas de Dinamarca, es líder mundial en fabricación de aerogeneradores para la industria de energía eólica. De hecho la empresas es líder en nuestro país en instalación de aerogeneradores. ¿Qué lecciones tiene para nosotros que un país que es 1/4 de nuestro tamaño y tenga apenas 2 veces nuestra población, pueda fomentar empresas en nuevas industrias que se consoliden en el mundo? Sin dudas contar con un ecosistema emprendedor fuerte es un gran impulso para que surjan empresas como Vestas. Empresas que generan empleo, desarrollan cadenas productivas, y también animan a nuevas generaciones de emprendedores, personas que piensan “si ellos lo lograron, yo también puedo”. Generando así círculos virtuosos de nuevos emprendimientos, nuevas empresas que generan empleo y riqueza para su país. Los emprendimientos generan además innovación; a menudo los nuevos productos no surgen de las grandes empresas, sino de personas que identifican nuevas oportunidades en un mercado.

Si queremos entonces fomentar el emprendedurismo, ¿a cual tipo debemos apuntar? Porque un emprendimiento puede ser empresarial, social (una nueva ONG por ejemplo), o dentro del Estado. Puede ser una iniciativa dentro de una estructura existente, o puede significar la constitución de una nueva estructura. En definitiva no hay un único modelo de emprendimiento. Como país, creo que hay dos tipos de emprendimientos que debemos en particular promover: emprendimientos dinámicos y emprendimientos con inclusión social. Emprendimientos dinámicos son aquellos que según Hugo Kantis poseen “potencial de crecimiento, con propuestas de valor diferenciadas e innovadoras y liderados por equipos emprendedores con vocaciones y capacidades empresariales”. Estos tipos de emprendimientos son los que generan más empleos de calidad y mayor diversificación del tejido productivo. En nuestro país por ejemplo tenemos el caso de PedidosYa!, empresa que cuenta con cientos de empleados y se ha expandido en la región. Este es un ejemplo de una empresa que a través de la innovación logró generar una nueva solución de mercado, creando en el proceso un resultado altamente beneficioso para nuestro país; la generación de empleo. En nuestra región, según un estudio de la Corporación Andina de Fomento, no faltan emprendimientos, sino que faltan emprendimientos dinámicos. O sea, nuestra región posee una proporción similar de emprendimientos a otras regiones, pero muchos de ellos son para una o pocas personas (por ejemplo un kiosco) y no generan muchos empleos.

Otro tipo de emprendimiento a fomentar es aquel que posee un componente de inclusión social. En este caso el objetivo no es la cantidad de empleo a generar, sino que el empleo ocurra en determinadas poblaciones que se procura ayudar. Por ejemplo emprendimientos que emplean personas de bajos recursos, o personas con discapacidades. En estos casos, fomentar emprendimientos que generan empleos para estas poblaciones cumplen un fin adicional al fin productivo/empresarial; o sea su beneficio no es solamente económico, sino también social.

Con objetivos claros de qué tipo de emprendimiento se pretende fomentar, desde el gobierno hay mucho que se puede hacer. El rol del gobierno para fomentar un ecosistema emprendedor fuerte es importante; como afirma nuevamente Kantis, “la historia de los países más desarrollados, que exhiben los ecosistemas de emprendimiento más dinámicos y potentes del mundo, ofrece muchos ejemplos de participación pública directa”. Ya hay iniciativas que se han iniciado (por ejemplo la Agencia Nacional de Desarrollo) aunque a veces han quedado a mitad de camino. Algunas posibles acciones serían: utilizar el Plan Ceibal para capacitar a niños en habilidades emprendedoras, lo cual además del mérito en sí serviría para generar una mentalidad más propensa al riesgo en nuestra población, algo que nuestro país precisa; otorgar beneficios fiscales a emprendimientos dinámicos o de inclusión social en sus primeros tres años de vida; otorgar beneficios en aportes al BPS a emprendimientos dinámicos en los primeros años para facilitar la captación de gente calificada; capacitar en habilidades emprendedoras en centros del formato “co-work” en barrios carenciados; promover cadenas de valor para productos que provienen de emprendimientos con inclusión social; ofrecer beneficios fiscales a inversores ángeles que apoyan a los tipos de emprendimientos mencionados para facilitar el financiamiento.

Estas acciones son algunas de las propuestas que surgieron en una serie de reuniones mantenidas en el año 2015 con diversos actores del ecosistema emprendedor. La sensación de dichas reuniones es consistente con la impresión general: aunque el país ha avanzado mucho, todavía resta mucho por hacer.

(*) Diputado por el Partido Nacional