Por Ignacio Bartesaghi (*) | @i_bartesaghi
Así como ocurrió durante toda la campaña electoral, la polémica caracterizó los primeros días de gobierno de la nueva administración estadounidense. Las decisiones más polémicas se centraron en los asuntos migratorios y la política comercial.
Las reacciones contra las políticas de Trump no se hicieron esperar. Lo cierto es que en la actualidad, el nuevo presidente pretende gobernar de espaldas a su partido, al Congreso, los empresarios, la prensa y los organismos internacionales, lo que no parece sostenible en el tiempo. De hecho, si bien han pasado algo desapercibidas debido a la tormenta generada por sus primeros días de mandato, debe reconocerse que ya modificó algunas de sus apreciaciones de campaña, lo que fue evidente en el caso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y en su posición respecto a Rusia.
Proteccionismo
En cuanto a las políticas proteccionistas se confirma un cambio de perfil respecto a la administración de Obama, pero también en relación al Partido Republicano, el que históricamente ha mostrado una posición contraria a la de Trump sobre la apertura comercial. Al menos dos decisiones concretas tomó el nuevo gobierno sobre la política externa: la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y el anuncio de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), proceso del cual aún se desconocen sus términos y alcance. Por otra parte, en todas las intervenciones sobre asuntos comerciales continúa la retórica de Trump con China, si bien hasta la fecha no han implementado decisiones específicas contra el gigante asiático.
En definitiva, la política comercial de Trump ataca a sus principales socios comerciales, que son China, Canadá y México. En 2015, Estados Unidos importó de dichos socios una suma similar a las adquisiciones totales de toda América Latina y el Caribe computadas en su conjunto. Las importaciones desde estos mercados explicaron el 48% del total comprado por la primera potencia mundial. A su vez, el 42% de las ventas totales de Estados Unidos tuvieron por destino esas tres economías.
Si bien es cierto que Estados Unidos muestra un importante déficit comercial con los tres mercados señalados (especialmente con China), dicha realidad no necesariamente justifica la imposición de barreras proteccionistas. Para un análisis más certero, debería incorporarse el peso de los bienes intermedios en las importaciones estadounidenses, su participación en el valor agregado de los productos finales adquiridos desde dichos países, el comercio de servicios y la importancia del comercio intraempresa.
Por tanto, cabe preguntarse ¿cómo logrará Estados Unidos una sustitución de importaciones de la magnitud planteada por la nueva administración? Parece una tarea titánica, al menos si se tiene en cuenta el caudal de comercio involucrado y el tipo de bien comercializado. En 2015, cerca del 65% de las importaciones desde China correspondieron a bienes de capital, equipo de transporte (y sus partes) e insumos industriales, participación que en el caso de México y Canadá ascendió al 77% y 72% respectivamente. La adquisición de dichos productos es un pilar fundamental de la competitividad de las empresas norteamericanas.
A su vez, debe tenerse en consideración la importancia de las partes y accesorios colocados por Estados Unidos en los tres mercados, lo que en una lógica de cadenas globales de valor, permite que el producto final adquirido por ese país sea de menor precio. Es esperable que las colocaciones de Estados Unidos también se vean afectadas por medidas espejo, lo que también atenta contra los intereses nacionales. En un contexto de tensión comercial con sus socios, también debe prestarse atención a la relevancia que ocupa Canadá como proveedor de productos energéticos (explicó el 26% del total importado desde ese país en 2015).
En síntesis, es altamente probable que en el mediano y largo plazo las medidas propuestas sean inviables desde el punto de vista económico y comercial, ya que afectarán la propia competitividad de sus empresas y el empleo nacional que se asevera defender.
Los acuerdos comerciales
Otro de los pilares de su política proteccionista tiene que ver con su posición respecto a los acuerdos comerciales, en especial frente a los denominados megabloques.
Algunos analistas entienden que este modelo de acuerdos de última generación fracasó por la decisión de Trump de retirarse del TPP, lo que parece una posición algo apresurada. Debe tenerse en cuenta que China sigue negociando la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) y que Estados Unidos no ha descartado aún el Acuerdo Transatlántico con la Unión Europea (TTIP). Por otro lado, resta conocer cuál será la nueva estrategia de Estados Unidos respecto a Asia Pacífico, donde es probable despliegue una red de acuerdos bilaterales que tomarán como base gran parte de las disciplinas negociadas en los megabloques.
La decisión de retirarse del TPP es simple desde el punto de vista operativo, ya que se trata de un acuerdo que no se encontraba vigente y en la que no se necesitó el aval del Congreso. Por otro lado, la medida va contra una política de Estado que se sigue en Asia desde la creación del Foro de Cooperación de Asia Pacífico (APEC) en 1989. En ese sentido, la decisión tomada por Estados Unidos es un error estratégico que seguramente será enmendado en próximas administraciones o simplemente matizado con planes alternativos. Mientras tanto, China ocupará un rol cada vez más preponderante en la definición de las reglas de juego del comercio mundial.
A partir de esta realidad, algunos bloques comerciales podrían desempeñar un nuevo rol. Este es el caso de la Alianza del Pacífico, actuando como plataforma para una mayor inserción de México en Asia Pacífico, la propia Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) como articuladora de la profundización de los acuerdos entre México y Brasil (también con Argentina), mientras que el Mercosur deberá asumir pronto las tendencias internacionales que lo aislaron del escenario global (especialmente agilizando su agenda externa). La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) es probable se transforme en el centro productivo de Asia Pacífico a partir del cierre del RCEP, consolidándose como un actor clave en el escenario internacional.
En definitiva, la realidad económica y comercial se enfrenta contra las expectativas de campaña de Trump y demuestra que muchos países se verán afectados por la implementación de políticas proteccionistas, pero especialmente el propio Estados Unidos.
Comercio de bienes de EE.UU. con China, Canadá y México (Computado en conjunto)
Fuente: elaboración propia en base a Trade Map.
(*) Director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay. Doctor en Relaciones Internacionales. Integra el Sistema Nacional de Investigadores de la ANII. Por comentarios: ibartesa@ucu.edu.uy