Por el Dr. Sergio Abreu (*) | @SergioAbreuCURI
Las elecciones de gobernadores en Venezuela dieron el triunfo al chavismo en 17 de las 23 gobernaciones continuando la línea fijada desde 1998 en que el partido de gobierno no ha perdido una sola elección de las más de veinte realizadas. La oposición participó en condiciones inaceptables y denunció un fraude sin precedentes en línea de continuidad con las otras elecciones. El general Diosdado Cabello advirtió al día siguiente que los gobernadores que no se sometan a la Constituyente no podrán asumir sus cargos, situación que se les crea a los cinco gobernadores que han sido electos por oposición.
No existen dos opiniones respecto de las intenciones del Sr. Maduro de consolidar en su país un régimen político de partido único con el apoyo logístico del gobierno cubano y los respaldos que dentro y fuera de la región trata de obtener. Todo indica que luego de la sangrienta represión que acabó con la vida de cientos de ciudadanos y con miles de heridos y presos, el régimen se mantiene al contar con el respaldo de las Fuerzas Armadas asociadas al gobierno, al frente de la gestión de las empresas e involucradas en el lucrativo negocio del narcotráfico que goza en Venezuela de la protección necesaria para progresar sin mayores dificultades.
El chavista populismo autoritario se desarrolla en violación de todas las cláusulas democráticas que distintos Tratados han incluido y que obligan a Venezuela por ser un Estado que los ha ratificado. Incluyendo el Tratado de creación de Unasur cuyas disposiciones contemplan no solo la ruptura democrática sino las amenazas que sus instituciones puedan sufrir.
La Unión Europea analiza sanciones más duras que se vienen analizando. Los gobiernos de Colombia, Brasil, México, Argentina, Chile y Perú han efectuado serias observaciones a la forma en que se celebraron las elecciones del domingo pasado. El presidente Santos ha declarado que se hace necesaria la convocatoria en Venezuela de elecciones nacionales con el control de observadores independientes. Pero como no puede ser de otra manera el gobierno uruguayo guarda un silencio vergonzante.
La mayoría de los Estados del hemisferio quieren distanciarse de este escandaloso fraude y procuran prevenir futuros conflictos derivados de las complejidades que el narcotráfico ha instalado en la región con sospechas más que fundadas de que el régimen de Maduro y las Fuerzas Armadas trabajan en contacto directo con el crimen organizado.
Por otro lado, preocupan las acciones que el gobierno del impredecible presidente Trump pueda impulsar más allá de las sanciones que se les vienen aplicando a funcionarios del régimen venezolano. Tomas Shannon el segundo del Departamento de Estado con amplia experiencia en América del Sur declaró luego de la elección que «la paciencia tiene un límite» sin entrar en mayores detalles sobre el sentido de sus palabras.
Pero si algo faltaba, pocos días antes de esta última elección Maduro visitó al presidente Putin en Moscú. Este transformado en un modelo de zarismo post moderno ha decidido participar en la comunidad internacional concretando acuerdos y alianzas con varios países y regiones incluso brindando el respaldo de sus fuerzas al gobierno sirio con lo que evitó su caída en manos de fuerzas revolucionarias En esa reunión de la que participaron jefes de Estado y de Gobierno de países productores de petróleo, el régimen de Maduro acordó con Putin el aval para la refinanciación de la deuda de 17.000 millones de dólares que mantiene con Rusia, además de la compra de petróleo concretada hace unos meses que aseguró el crudo a ese país hasta el 2019. Pero lo importante no es el negocio de petróleo que Rusia no necesita, sino que por esa venta Venezuela recibió como pago 5.000 millones de dólares. Esa operación no solo respondió a juegos de poder globales sino a la clara intención de Putin de evitar el default de Venezuela que dada su situación económica era un hecho irreversible. Por otro lado, los contactos con Irán también se han renovado al tiempo que las relaciones que Maduro mantiene con varios países del Caribe vía petróleo han determinado que sus votos en la OEA neutralicen sanciones más severas.
Por otra parte, la oposición, que movilizada en las calles pagó con decenas de vidas su aspiración a tener una democracia integral por una feroz represión se encuentra dividida y muchos de sus dirigentes, incluida la perseguida Procuradora Ortega han marchado al exilio ante las amenazas de toda naturaleza que el régimen les ha proferido incluidos sus familiares.
Lo que sucede en Venezuela confirma que los populistas autoritarios de América Latina no aceptan someterse a elecciones libres donde la soberanía se ejerce sin limitaciones. Su objetivo siguiendo el pensamiento de Antonio Gramsci es consolidar la concentración de poder, controlar los medios de comunicación, expropiar empresas de larga tradición en el mercado y perseguir sin límite alguno a todos aquellos que no se sometan a los dictados del régimen.
La contraofensiva de estos regímenes puede resumirse en el homenaje que las Fuerzas Armadas bolivianas le realizaron al che Guevara en ocasión de conmemorarse el 50 aniversario de su muerte en ese país. Y eso no es un hecho aislado, porque en nuestra propia Universidad, entre bambalinas, se organizó un homenaje a ese guerrillero que aconsejó en su momento a los propios tupamaros que la violencia no se justificaba en el Uruguay.
En este escenario se avecinan tiempos turbulentos ya que los alineamientos políticos que se producen no se reducen a nuestro continente. Las alianzas extrarregionales también juegan y se corre el riesgo de que actos de terrorismo y el avance del crimen organizado y el narcotráfico amenacen con debilitar las instituciones democráticas de la mano de una corrupción que no conoce límites e ideologías.
La guerra fría que quedó atrás luego del fracaso del socialismo real tiene otras expresiones que se definen en pequeñas guerras calientes en todo el planeta sin que la gobernanza global garantice la seguridad necesaria.
La comunidad internacional debe actuar, no con ilegales intervenciones militares, sino ejercitando con autoridad todas las acciones válidas que eviten la trágica y permanente violación de los derechos humanos que a la luz de estos regímenes se cometen a partir de una inaceptable hemiplejia moral.
La democracia y la libertad no pueden ser defendidas cuando en nombre de ellas regímenes totalitarios tienen como principal objetivo mantener el poder y sus privilegios amparados en terrorismos de Estado que tratan de justificarse invocando demagógicamente los derechos de los más postergados.
(*) Presidente del Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales. Ex-Canciller del Uruguay.