Por Felipe Schipani (*) | @FelipeSchipani
La del domingo fue una jornada histórica para los colorados. En primer lugar, porque con el 19% de los votos en todo el país, posición que no se alcanzaba desde el año 1999, el viejo Partido de la Defensa empezó a consolidar un proceso de recuperación que le permite mirar al horizonte con enorme esperanza.
Durante los últimos cinco años no fueron pocos los que vaticinaron la desaparición del Partido de Batlle. Había datos objetivos que permitían llegar a esta conclusión: la mala votación en octubre de 2014, la pésima votación en mayo de 2015, la fuga de dirigentes y legisladores colorados al Partido de la Gente, la falta de funcionamiento orgánico, las encuestas que nos ubicaban por debajo del Partido de la Gente y a la par del Partido Independiente, y la renuncia de Pedro Bordaberry. Todo contribuía a abonar un clima de enorme pesimismo sobre la viabilidad del Partido Colorado.
Hubo alguien que leyó esta realidad y tomó una decisión difícil, pero que a la postre fue determinante para lo que vino después. Pedro Bordaberry renunció a la competencia electoral, convencido de que era necesario dar lugar a nuevos liderazgos, de modo de revitalizar a la colectividad. Un gesto de desprendimiento y generosidad inusual en estas lides.
Luego de la renuncia de Pedro Bordaberry, asumió la Secretaría General del Partido el diputado Adrián Peña, quien le imprimió a la conducción partidaria un dinamismo que no tenía. El Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado (CEN) retomó sus sesiones regulares, la Casa del Partido se llenó de eventos, el CEN empezó a recorrer el país y contra todos los pronósticos más de 30 mil jóvenes votaron en las elecciones juveniles. Este empuje juvenil fue el mojón de un cambio de clima en la vieja casona de Martínez Trueba.
Luego de eso, ocurrieron dos hechos determinantes: el regreso del presidente Julio María Sanguinetti a la arena electoral, y la irrupción de Ernesto Talvi con el nuevo sector Ciudadanos. La vuelta de Sanguinetti reagrupó a muchos colorados que estaban en sus casas alejados de la política y a muchos otros grupos que se encontraban dispersos. Sanguinetti logró reposicionar al Partido Colorado, introduciéndolo nuevamente en el debate, levantando el ánimo y generando un clima de esperanza.
En paralelo, irrumpió Ernesto Talvi y su nuevo sector Ciudadanos, con un discurso de renovación y cambio sacudió la interna colorada. Sin buscarlo ni el uno ni el otro, Talvi y Sanguinetti terminaron conformando una de las disputas más interesantes que se ofrecieron el pasado domingo.
Sanguinetti, en todo este proceso, confirmó su grandeza. Con 83 años y dos presidencias a cuestas, asumió una responsabilidad sin ningún otro objetivo que colaborar con el fortalecimiento del partido que lo vio nacer.
El pasado domingo los colorados consagraron en las urnas un nuevo liderazgo. Bajo la conducción de Ernesto Talvi, al Partido Colorado se le abren grandes perspectivas. La primera, y a más corto plazo, es competir con chances en la próxima elección nacional. Hace un par de meses parecía surrealista plantear este escenario, pero a la luz de lo ocurrido el pasado domingo, resulta posible. Talvi logra convocar a ciudadanos que no se definen colorados. Asimismo, logra captar la adhesión de muchos exvotantes del Frente Amplio que quieren cambiar, pero respaldando a alguien que represente ideas progresistas. No en vano, el 60% de los que lo votaron, no votaron por el Partido Colorado en octubre de 2014. Estos van a ser los que definan la elección, es decir, ese 15% de ciudadanos que le prestaron el voto al Frente Amplio y hoy están decepcionados. Por tanto, a no equivocarse, la elección está abierta.
Talvi además va a posicionar al Partido Colorado en un espacio del que cada vez más se ha venido alejando, que es el centro político. Sus ideas, sus propuestas y sus convicciones están alineadas con ese primer batllismo trasformador y progresista, que supo captar la adhesión de las grandes mayorías.
Con la conducción de Talvi, el Partido Colorado se renovará en lo político, con nuevos elencos de dirigentes comprometidos con una nueva cultura política. Además, se renovará en lo ideológico, con una mirada de centro alejada de posiciones conservadoras y se destacará en la gestión de gobierno, con un plantel de hombres y mujeres formados y preparados para llevar adelante las transformaciones que el país necesita.
En un clima de unidad y concordia como el vivido el domingo tras conocerse los resultados, los colorados seremos piezas determinantes de un cambio de orientación que el país reclama, que nos permita construir esa república feliz y justiciera, y que nos lleve a erigir nuevamente un pequeño país modelo.
El futuro es nuestro, vamos por él, lo nuevo se vino.
(*) Prosecretario General del Partido Colorado.