Por Felipe Schipani (*) | @FelipeSchipani
Días pasados el Parlamento Nacional aprobó la Rendición de Cuentas del año 2019, última instancia presupuestal de un gobierno del Frente Amplio. La oportunidad fue propicia para hacer un balance sobre la gestión económica del gobierno del presidente Vázquez y dar un debate al respecto. Dicho debate es más que oportuno, en la medida que deja en evidencia la situación en la que la coalición que lidera el presidente Lacalle Pou asumió la conducción del país el pasado 1° de marzo.
El Frente Amplio dejó al país en una situación de enorme debilidad desde el punto de vista económico y social. Sin pretender abrumar con cifras, repasemos solo algunas: dejó un déficit fiscal de 5,1% del PBI, el mayor déficit que recuerde la historia económica del país. Asimismo, la desocupación trepó al final de la gestión frenteamplista a los dos dígitos, alcanzando el 10,5%, perdiéndose en los últimos años más de 50 mil puestos de trabajo.
Vamos a detenernos a analizar la situación del déficit fiscal, que consiste en la diferencia entre los ingresos y los gastos que realiza el Estado. En oportunidad de sancionar el presupuesto nacional en el año 2015, el entonces ministro de Economía, Danilo Astori, se comprometió a llevar al fin del gobierno el déficit a 2,5% del PBI. Dicha promesa no se cumplió y el déficit trepó al doble de lo que se preveía reducir. Astori, una vez más, se equivocó y proyectó un crecimiento económico que no se cristalizó, comprometiendo gastos presupuestales que se tuvieron que financiar con déficit.
El segundo gobierno de Vázquez había asumido el país con una pesada herencia del gobierno de Mujica en materia de déficit, siendo de 3,4% del PBI. Y aquí es donde me quiero detener, porque el actual deterioro de la economía del país no se explica sin analizar la gestión de gobierno de José Mujica.
Recordemos cuál era la situación del país en el año 2010… Veníamos de un crecimiento sostenido desde el año 2003, luego de que el gobierno de Jorge Batlle, a partir de una exitosa salida de la crisis, dejara un país en crecimiento. El quid de la cuestión pasa por analizar lo que ocurrió en el gobierno de Mujica. ¿Cómo es posible que en los años de mayor crecimiento económico de la historia el país se haya endeudado como lo hizo?
Durante los primeros dos gobiernos frentistas el Uruguay se benefició de un contexto internacional sumamente favorable, pautado por los fenomenales precios de las materias primas que exportamos. Eso posibilitó que nuestra economía creciera a tasas chinas. En el quinquenio de Mujica crecimos en promedio 5% del PBI por año. Sin perjuicio de este viento de cola, en esos años el déficit aumentó en 2,3% del PBI. ¿Cómo fue eso posible?
En primer lugar, corresponde analizar cómo se condujo la economía por aquellos años. En la campaña electoral de 2009, luego de varios desencuentros, se eligió a Danilo Astori como candidato a la vicepresidencia, y se hacía caudal en que él y su equipo conducirían la economía del país, como lo habían hecho en el primer gobierno del Frente Amplio. La realidad fue muy distinta. Al poco tiempo de asumir, se conformaron dos equipos económicos: uno formal, que conducía Fernando Lorenzo con el respaldo de Astori; y otro en las sombras, que lideraba el entonces director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Gabriel Frugoni, con el respaldo del mismísimo presidente Mujica.
Esta conducción económica, en permanente disputa, derivó en un manejo absolutamente irresponsable de los dineros públicos desde distintos ámbitos del Estado. El período de Mujica se caracterizó por el gasto desenfrenado y el despilfarro, y con muy pocos y nulos resultados. Solo a modo de ejemplo, sin pretender hacer un análisis exhaustivo, repasemos algunos números. Ancap, la empresa estatal monopólica que dirigía Raúl Sendic, perdió 800 millones de dólares, producto de inversiones mal realizadas, negocios ruinosos y actos de corrupción que quedaron en evidencia en la Comisión Investigadora del Senado de la República y en las actuaciones de la Justicia Penal.
Todo el episodio vinculado a Pluna, su cierre, el remate trucho de los aviones, el aval del BROU que terminó en la condena penal de su presidente y del ministro de Economía, le costó al país unos 280 millones de dólares.
La malograda regasificadora, un negocio que nunca llegó a concretarse, le supuso al Estado pérdidas del entorno de los 300 millones de dólares.
El Antel Arena, una obra inconstitucional de acuerdo a lo dictaminado por el Tribunal de Cuentas, originalmente iba a tener un costo de 40 millones de dólares, pero se terminaron gastando 100 millones.
Alas U, un negocio desde su concepción ruinoso, a los pocos meses de iniciar su operativa le supuso al Estado un costo de 40 millones de dólares.
Mencionando solo estos cuatro casos -hay muchos otros- sumamos la friolera de más de 1.500 millones de dólares, dinero de la gente que trabaja y produce, y que fue arrojado a la banquina.
Todo el gobierno de Mujica fue una fiesta; se gastó como si no hubiera mañana. Y en las actuales circunstancias de dificultad vaya si serían importantes todos esos recursos. En paralelo, los resultados de las políticas públicas del Frente Amplio han sido muy pobres. En materia educativa, pese a todo lo que se ha invertido, el país tiene un rezago importante que genera una profunda desigualdad entre quienes nacen en hogares pudientes y quienes lo hacen en hogares vulnerables. Qué decir de la situación de seguridad… En la gestión Bonomi se batieron todos los récords de delitos.
En suma, la instancia de la Rendición de Cuentas fue propicia para establecer desde dónde partimos, para dejar en evidencia el país que nos dejaron, y el que por mandato popular nos proponemos cambiar.
(*) Diputado y secretario general del Partido Colorado en Montevideo.