Por Rodrigo Goñi (*) | @DipRodrigoGoni
Diputados aprobó recientemente la creación de una nueva institucionalidad en el ámbito parlamentario, a fin de generar un espacio permanente de reflexión sistemática sobre los posibles escenarios de futuro que deberá enfrentar nuestro país.
La época en que vivimos nos presenta avances científicos y tecnológicos extraordinarios, que a su vez generan un creciente impacto en las más diversas dimensiones sociales. Un fenómeno que nos enfrenta al desafío de dar respuestas innovadoras también desde el ámbito parlamentario. Tanto para minimizar sus riesgos como para aprovechar mejor sus oportunidades.
La realidad cada vez más compleja, dinámica y disruptiva, exige mayores niveles de conocimiento para entender la información disponible en relación a los avances tecnológicos, y cómo estos se entrelazan en nuevas configuraciones y fenómenos en la vida social. Por ejemplo, a nivel de la biología humana con impactos en la extensión de la vida. O en el orden de la actividad productiva con el fenómeno de la automatización.
Con el objetivo de responder a estas nuevas demandas y a la necesidad creciente de calmar la lógica incertidumbre que estas tendencias despiertan en la ciudadanía, diputados de todos los partidos decidimos posicionar la ciencia prospectiva en la agenda parlamentaria, para comprender la magnitud de los cambios y sus posibles consecuencias.
El Parlamento no puede delegar en otros actores institucionales, la tarea de anticipar los escenarios de futuro. Por el contrario, el Parlamento para cumplir bien su rol, tiene el deber de conocer las tendencias que provienen de la ciencia y la tecnología, evaluar sus impactos y debatir sobre las posibles respuestas.
Para legislar bien, dada la envergadura de los cambios y la aceleración de los mismos, para legislar bien, se necesita visualizar los probables escenarios de futuro. Para cumplir bien su función, los parlamentos están obligados a incluir cada vez más el futuro en sus cálculos y legislar desde la anticipación.
Dejar la tarea prospectiva en manos exclusivas del Poder Ejecutivo implica correr el riesgo de limitar la necesaria transparencia y conocimiento democrático de información muy relevante para la ciudadanía. Dejar en manos de la Academia, puede derivar en orientaciones que no contemplen algunas áreas reclamadas por diversos sectores sociales. El Parlamento también debe involucrarse en la tarea de identificar escenarios de futuro para tomar los recaudos correspondientes. Esto no quiere decir que el Parlamento deba crear su propio espacio autónomo de estudio de futuros. Por el contrario, la magnitud del reto requiere el concurso de otros actores que no integran el Parlamento. En tal sentido, la propuesta incluye la conformación de un espacio permanente de interacción entre los parlamentarios, científicos, académicos y otros expertos, con el fin de posibilitar una reflexión colectiva que permita una mejor comprensión de las tendencias de futuro y sus posibles impactos.
Incorporar al trabajo parlamentario la metodología de la anticipación, es también una ocasión para desarrollar prácticas que permitan renovar la democracia, la política y el Parlamento.
En primer lugar, porque ampliar el campo temporal no significa desenfocar el presente sino por el contrario, permite abordar la realidad con su componente cada vez más importante de futuro. Lo que a su vez permite superar el cortoplacismo, promoviendo que “la coyuntura no se coma al Parlamento”, situación tan común y que tanto afecta perjudicialmente nuestra capacidad de representación del porvenir.
En segundo lugar, porque ampliar el campo visual tampoco significa perder foco sino enriquecerlo, incorporando las diversas perspectivas de actores relevantes, que redundará en una mejor comprensión de la complejidad creciente de la realidad que nos toca vivir.
En tercer lugar, porque la reflexión sistemática y las prácticas colaborativas, han demostrado ser bastante más propicias para la generación de inteligencia colectiva, tan necesaria en estos tiempos de la sociedad del conocimiento. Sabemos que cuando los parlamentarios se reúnen en forma permanente con expertos para visualizar el futuro, esto influye positivamente en la sociedad, generando mayor confianza entre todos los actores.
La experiencia internacional nos muestra que los parlamentos más modernos del mundo se organizan para enfrentar los desafíos de futuro.
De acuerdo a la investigación realizada por Miguel Ángel Gutiérrez y Lydia Garrido, integrantes del Laboratorio de Futuros de FLACSO Uruguay y en conjunto con Millenium Project, Global Futures Studies & Research, puede afirmarse con fundamento que los estudios de futuro, la prospectiva, la identificación de escenarios, y la anticipación son metodologías que vienen siendo adoptadas en múltiples parlamentos desde hace más de un par de décadas.
El análisis de estas experiencias internacionales permite concluir que estos instrumentos, también constituyen marcos de visión y orientación a la acción que facilitan desarrollar nuevas formas de trabajo parlamentario. El énfasis en una dinámica de aprendizaje que interactúa positivamente en un diálogo de saberes, promueve la construcción de sentido compartido con todo lo que ello significa en la generación de mejor futuro.
En consecuencia, podemos afirmar que existen suficientes evidencias en relación a que estas prácticas de pensar el futuro en el ámbito parlamentario, sirve no solo para generar pensamiento estratégico sobre el rumbo del país sino también cambios en la forma de hacer política. Porque siempre que se logra tomar distancia de la coyuntura, es más fácil encontrar entendimientos y coincidencias.
El reto de tomar el futuro en serio e integrarlo a la agenda parlamentaria, sustituyendo un funcionamiento predominantemente reactivo por uno más proactivo.
Si reconocemos que el legislador no siempre se encuentra en condiciones de captar y entender por sí solo la complejidad y desafíos que revisten estas nuevas tendencias, parece justificada la decisión de integrar al ámbito parlamentario el aporte permanente de la academia y los expertos de la sociedad civil, a fin de encontrar adecuado asesoramiento en estas cuestiones tan relevantes.
Por eso, tan importante como crear la Comisión bicameral de Futuro, será ponerla en marcha con los medios y recursos humanos especializados para hacer bien su trabajo. Una vez sea aprobada en el Senado, restará asumir el compromiso necesario para que cuente con esas capacidades que efectivamente le permitan cumplir con tan ambiciosos objetivos relacionados con la gobernabilidad anticipatoria.
Si este objetivo se logra, se dará un gran paso de modernización del Parlamento y una señal inequívoca hacia las nuevas generaciones de que es mejor abordar con coraje el futuro, y apostar al potencial creativo y emprendedor de los uruguayos como el único camino para que Uruguay deje de ser una sociedad de riesgo para convertirse en una tierra de oportunidades para todos.
(*) Diputado de Todos Hacia Adelante – Partido Nacional