Por Luis Almagro (*)
@Almagro_OEA2015
Al comenzar un nuevo año al frente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el único mensaje posible es el de seguir trabajando; el principal foro político del hemisferio -la institución multilateral regional más antigua del mundo- y la agenda regional lo ameritan. Es imposible ser exhaustivo en una página de todo el trabajo que se debe asumir.
La OEA no puede ser una organización de uso neutral, tiene que ser la expresión del compromiso con el más pleno respeto y cumplimiento de cada uno de sus principios fundamentales, herramientas e instrumentos que la hacen el principal foro político hemisférico.
Nos hemos conducido bajo estos valores y el de luchar por más derechos para más gente, en el marco de la normativa del sistema interamericano y bajo los cuatro pilares de la OEA: democracia, derechos humanos, seguridad multidimensional y desarrollo sostenible. Cada uno de estos pilares tiene líneas de acción y proyectos que abarcan una dimensión integral de los mismos.
En el pilar de democracia, ha sido esencial dar estabilidad y gobernabilidad a los países democráticos de la región, hemos trabajado cada día en la defensa de las instituciones democráticas del hemisferio.
Las Misiones de Observación Electoral (MOE), cuyo desempeño siempre está guiado bajo los principios de independencia, imparcialidad y neutralidad, han sido extraordinariamente eficientes. Por ello se agregaron dos fundamentales democracias hemisféricas para que sus procesos electorales fueran observados por la OEA: Estados Unidos y Brasil. El objetivo de las MOE es que los procesos electorales sean limpios, transparentes y que cuenten con las garantías necesarias para que quien triunfe lo haga de manera legítima. Así hemos procedido en cada una de las 71 misiones en 26 países (y más de 3.000 personas desplegadas) que se han realizado bajo nuestra gestión y seguiremos por la misma vía, guiándonos bajo los más altos estándares de calidad internacional.
Queda mucha democracia por construir. Nuestro compromiso con la institucionalidad democrática va más allá de la ideología que esté en el poder. La Carta Democrática Interamericana lo dice muy claro: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. Nunca dudamos ni dudaremos en defender la institucionalidad democrática, así lo hemos hecho con gobiernos de izquierda, centro y derecha.
El combate a la corrupción es otra de las áreas donde hemos desarrollado un trabajo en varios frentes. Además de apoyar las rondas del Mesicic (Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana contra la Corrupción), durante nuestro primer mandato instalamos –por primera vez- una misión en un país para combatir este flagelo con acuerdos firmados entre la Secretaría General y el país. La Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih) realizó una destacada labor en el país centroamericano, en sus casi cinco años de vida (enero 2016-enero 2020) y, en conjunto con la Fiscalía General de Honduras, se logró el procesamiento de 133 personas y la judicialización de 14 casos. Otras misiones semejantes se han instalado; nuestra prioridad se mantiene y nuestros esfuerzos son cada vez más fuertes en este sentido.
La OEA trabaja en el terreno, con los Facilitadores Judiciales, con la MAPP-OEA en Colombia, donde contamos con casi 200 personas distribuidas en el territorio colombiano haciendo un trabajo valiosísimo con las comunidades locales, o el de nuestra Misión en la Zona de Adyacencia Belice-Guatemala, cuyo compromiso y eficiencia son reconocidos por ambos países.
Nuestro trabajo respecto a Venezuela es un buen ejemplo de ello y del trabajo de la organización a favor de la democracia y los derechos humanos. La crisis política, social, económica y humanitaria ha convertido a uno de los países más prósperos de la región, en aquel con la mayor crisis humanitaria de la historia y la peor crisis migratoria. Casi seis millones de venezolanos se han visto obligados a huir de su país para poder sobrevivir y construir un futuro mejor.
Todo ello demuestra con claridad lo necesario que fueron nuestras gestiones y denuncias, incluyendo los testimonios respecto a crímenes de lesa humanidad cometidos en el país. No hay democracias perfectas y en el continente tenemos muchas democracias imperfectas, pero no podemos medir con la misma vara a las dictaduras y regímenes autoritarios que a las democracias de la región donde –pese a las tensiones políticas- la rotación pacífica del poder se cumple.
En Nicaragua, desde la OEA hemos trabajado para promover y facilitar el diálogo político, la negociación y el consenso. Después de las protestas de abril de 2018, y tras más de un año de intensas gestiones, logramos la liberación de más de 300 presos políticos, en gran parte gracias a las gestiones de nuestro enviado especial Luis Rosadilla y del nuncio apostólico, y la Cruz Roja Internacional. Ahora, seguimos pujando por abrir el retorno de la reinstitucionalización de Nicaragua, por elecciones libres, Estado de Derecho y la liberación de todos los presos políticos.
En varias oportunidades, hemos enviado misiones a Haití con el fin de acercar a los dirigentes políticos al diálogo, para que trabajen una agenda política de gobernanza y gobernabilidad y para que se realicen procesos electorales transparentes. Elecciones justas, libres y transparentes, son el camino para conformar gobiernos con legitimidad. Democracia, seguridad y justicia son prioridades de nuestro trabajo en Haití.
La defensa de los principios del sistema interamericano es eje de nuestras acciones. Siempre hemos dejado claro que nuestro apoyo a los organismos autónomos de derechos humanos del sistema interamericano ha sido leal y absoluto. Tanto la Corte Interamericana de Derechos Humanos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han contado siempre con nuestro respaldo y cuando soy consultado por un tema específico de derechos humanos en la región, respondo lo siguiente: “Hago mío el comunicado de la CIDH”.
Otra de las áreas en la que estamos realizando un trabajo prioritario es en la lucha por los derechos de las minorías y la igualdad de género. En el plano interno de la organización, hemos emitido resoluciones ejecutivas en contra del acoso laboral e impartido talleres al personal sobre la igualdad de género. En el plano externo, hemos impulsado como prioritaria la ayuda para la generación de políticas públicas de inclusión en los temas de los derechos de los pueblos originarios, contra el racismo, la situación de la población afrodescendiente, el antisemitismo, las personas con discapacidad y toda población vulnerable, como el colectivo LGTBIQ+. La eliminación de toda forma de discriminación es esencial para lograr un continente más igualitario en clave de derechos.
En estos dos años de pandemia hemos impulsado en distintos foros la lucha por la igualdad de acceso a las vacunas del covid-19, un tema crucial en un nuestro continente, el más desigual del mundo.
El camino al desarrollo de nuestros pueblos depende de resolver problemas estructurales –especialmente en materia de desigualdad, educación y seguridad- y de actuar sobre la coyuntura económica, financiera, productiva y social de la mejor manera. Tenemos que asumir responsabilidades cada vez mayores para atender migraciones y los derechos de los migrantes, para resolver adaptación y mitigación del cambio climático y para atender cuestiones de deuda de nuestros países. La recuperación pospandemia requiere esfuerzos más solidarios, de mayor cooperación y más eficientes de la comunidad internacional.
En las palabras de cierre de mi primer discurso como secretario general, decía, citando a Shimon Peres, “mi sueño es ser simplemente pragmático”.
(*) Secretario general de la OEA.