Por Mariano Tucci (*) | @MarianoTucci609
Pensar que cuando el Frente Amplio gobernaba, en la oscuridad de los pasillos, había quienes sostenían que “cuanto peor, mejor”, pero lo cierto es que el gobierno que encabeza el Dr. Lacalle Pou viene a los tumbos, tratando de encarar los desafíos que, por un lado, le presentan sus socios en la coalición y, por otro, los que genera la pandemia en el país.
Ser socio del Partido Colorado, para un nacionalista, es cosa cotidiana, pero los cabildantes que lidera el senador Manini le vienen trayendo serios inconvenientes al primer mandatario.
Han sido belicosos con decenas de artículos de la ley de urgente consideración. Han corroído la institucionalidad con designaciones que han durado un suspiro, como es el caso del frustrado vicepresidente de la ANP. Han usado la tribuna del Senado de la República para defender violadores de los DD.HH., y hasta transparencia le han pedido al propio presidente de la República en una interpelación, en el manejo de sus vínculos con los ejecutivos de UPM (ver versión taquigráfica por interpelación de UPM 2).
Y más allá de que al comienzo decíamos que hay complicidad histórica, entre los partidos fundacionales, porque se conocen y comulgan bajo el paraguas liberal, los chisporroteos entre el expresidente Julio Sanguinetti y el líder colorado Ernesto Talvi, así como las diferencias de este último con el presidente de la República finalizaron con su salida del gabinete.
Entonces, por un lado, su socio histórico abandona el segundo cargo en importancia en el Poder Ejecutivo -nada más, ni nada menos que la titularidad de la Cancillería de la República-, y por otro lado, el senador Manini lo cerca un día sí y otro también con situaciones que, por el momento, el presidente viene manejando como puede o como le sale, pero que notoriamente desgastan su figura y la legitimidad de la coalición que lidera.
Este desgaste, que comienza a gestarse en los primeros cien días de gobierno, con las circunstancias que hemos descripto, se agudiza aún más, si tomamos en cuenta que Lacalle ha resuelto, en los hechos, otorgarle a su Consejo de Ministros una participación secundaria, un rol accesorio, en la centralidad de las decisiones del gobierno, ya que él mismo es el hacedor y el comunicador de cada una de las medidas que el Poder Ejecutivo anuncia cotidianamente. Genio y figura, de lo bueno y de lo malo. Que peligroso, ¿no?
Los socios mayoritarios de la coalición traen problemas grandes, y los socios menores otro tipo de dificultades. Por ejemplo, el Partido Independiente ha manifestado en el trascurso del estudio de las urgencias del gobierno que no está dispuesto a votar varios de sus artículos por tener dudas sobre su legalidad y, por tanto, de sus efectos inmediatos.
Y todo esto tiene una explicación: la coalición multicolor se preparó para ganar, no para gobernar.
Lo que nosotros pretendemos desde el FA es que los efectos de la debacle de esa sociedad política lesione lo menos posible a los ciudadanos y ciudadanas, que merecen lo mejor del sistema político y no las esquirlas de enfrentamientos inconducentes, que tienen en el centro al ego de los dirigentes y no a las necesidades gente.
Mientras CRÓNICAS publica esta columna, nosotros seguimos en el Parlamento, analizando la LUC, que desde hace días transita por las comisiones especiales del Senado y de la Cámara de Representantes, buscando mejoras que permitan resolver algunas de las preocupaciones de la gente. No de las grandes mayorías, porque ha quedado meridianamente claro que en este compendio de voluminosos capítulos, que modifica más de treinta y cinco políticas públicas, que cambia los códigos, que reformula la política económica, que adultera la política educativa, que recorta derechos, y que genera direccionalidad y subjetividad en aras de proteger la acción policial, no se atiende ni se protege a quienes hoy soportan los efectos de la destrucción del empleo, la pérdida de ingresos y la desesperación de tener que hacer cola con sus hijos en las ollas populares para acostarse con un plato caliente en la panza.
Y en este marco, hay que escuchar a senadores del partido de gobierno decir que en alimentación “siempre se gastó más de lo que se debería gastar”, pretendiendo hacer recortes en acciones concretas que el Estado viene realizando en favor de los que menos tienen, porque no podemos pretender que los gurises estudien con la panza vacía.
Pero como dice el dicho popular, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Para sintetizar, el Parlamento está abocado a diligenciar el programa de la coalición multicolor, porque la LUC es el programa de estos cinco partidos que gobiernan el Uruguay desde el 1º de marzo.
Mientras que el mecanismo de la urgente consideración enfoca a los 130 legisladores en la atención exclusiva del tema, al menos siete proyectos de ley descansan en los cajones de la Cámara de Diputados, presentados por nuestra fuerza política, ingresados en paralelo a la LUC, y que atienden las verdaderas urgencias de nuestro pueblo.
Por allí aparece la consagración de una renta básica, tan discutida por el gobierno, tan bastardeada por sus partidos y tan necesaria para al menos trecientos mil uruguayos, que necesitan del apoyo del Estado para seguir con sus adelante.
No es una dádiva, no es un regalo, es una contribución y, a la vez, una medida económica que ofrecemos para dinamizar la economía doméstica, porque el individuo que reciba esa renta va a comprar en la panadería, en el almacén y en la carnicería de su barrio, generando, de ésta forma, que los pequeños comercios fortalezcan su actividad.
No parecería ser una locura que mientras dure la emergencia sanitaria, aquellas personas que justifiquen debidamente que han sido despedidas o enviadas al seguro, no se les corte el suministro de agua, luz, internet y telefonía básica.
Estos son sólo dos de los proyectos que el gobierno no ha tenido ni la voluntad ni la humildad de considerar, porque para ellos la regulación del chorizo artesanal y los cambios en la Ursea y en la Ursec son más relevantes que la emergencia social, y por tanto, más urgentes que estos proyectos que, con modestia, ha colocado el FA en el debate público.
Finalmente, reiteramos la frase del inicio: no somos hinchas de que cuanto peor le va al gobierno, mejor nos va a nosotros. Queremos que al gobierno le vaya bien.
Por supuesto que queremos volver al gobierno nacional. De más está decir que queremos triunfar en los 19 departamentos en las elecciones de setiembre con nuestra lista 46 (en Montevideo, Canelones y San José).
Pero queremos que el triunfo se construya con el sacrificio militante de la fuerza política, y no con los errores de un gobierno que se mira el ombligo y descuida lo central de cualquier gestión gubernativa: ¡la gente, los más desvalidos, los que menos tienen!
(*) Diputado por el Frente Amplio. Fundador de Convergencia Popular.