Por Conrado Rodríguez (*) | @Dip_ConradoRod
Sobre mediados del mes de agosto de este año, se dio media sanción en Cámara de Diputados al proyecto de ley de Rendición de Cuentas, con modificaciones presupuestales para los ejercicios 2019 y 2020.
En el mismo se dispuso un aumento en el gasto de US$ 153 millones y US$ 165 millones para esos años, respectivamente.
El ministro Astori ha dicho que estos aumentos tienen “impacto fiscal igual a cero”, “porque todos los escasos gastos previstos están absolutamente financiados con recursos permanentes”.
Es así que, dice el Ministerio de Economía en su Informe Económico- Financiero, parte de estos aumentos serán financiados por el crecimiento económico proyectado para los próximos años, y otra parte con las utilidades del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU).
El pasado 10 de julio, cuando compareció el ministro Astori a la Comisión de Presupuesto integrada con Hacienda de la Cámara de Representantes, le dijimos que no se estaba teniendo en cuenta el impacto real de la situación argentina en nuestra economía con la devaluación de su moneda -que ya en ese momento era importante-, sobre todo a nivel del turismo y el consumo en Uruguay, y que eso repercutiría en un menor crecimiento de la economía al esperado, haciendo que no se pudiera financiar gran parte del aumento del gasto que se propone en esta Rendición de Cuentas.
En ese mismo sentido, todos los analistas económicos más importantes dicen que no se darán -una vez más- las proyecciones de crecimiento que plantea el equipo económico, por lo que estará muy alejado del 3,3% del PIB que estima para el año que viene. Algunos auguran un crecimiento menor a un 1% del PIB.
Por lo tanto el agujero en las cuentas públicas será mayor.
Con baja del consumo y del nivel de actividad -porque impactará también en el comercio de la frontera y en el flujo comercial general con la Argentina-, y un aumento del gasto público y de los intereses de lo que se paga por la deuda en moneda extranjera (como efecto de la devaluación y de la suba de tasas de interés) todo hace prever que el próximo año el déficit fiscal se va a incrementar, alejándose aún más de la promesa del gobierno de llevarlo al 2,5% del PIB para el año 2020.
Esto pone en peligro la estabilidad de Uruguay, de cara al futuro.
Luego de más de una década de bonanza y considerando los ajustes fiscales que se han sucedido, es inaceptable llegar a un nivel de déficit fiscal que llega al 4% del PIB, superando los niveles del epicentro de la crisis económico-financiera del 2002, y más aún con posibilidades ciertas de incrementarse.
Lo que es claro es que la gente va a terminar pagando esta fiesta del gasto con más impuestos y/o con suba generalizada de las tarifas públicas, como viene ocurriendo en estos últimos años.
Ante nuestra preocupación por el “efecto Argentina”, demostrada en la Comisión de Presupuesto, quien finalmente respondió fue el director de Asesoría Macroeconómica y Financiera del MEF, haciéndolo en términos de no darle mayor trascendencia a nuestra observación, asegurando que el grado de dependencia con la Argentina era mucho menor al 2002, y por lo tanto, menor nuestra vulnerabilidad ante una crisis del vecino país, lo que no necesariamente impactaría en el turismo.
Sin embargo, en los últimos días la ministra de Turismo, Liliam Kechichian, reconoció que el impacto en la baja del turismo de los argentinos que habitualmente llegan a nuestro país será grande.
La devaluación de la moneda argentina en julio ya había sido muy importante, y hasta ahora ya ha sobrepasado el 53%.
A pesar de nuestras advertencias, el ministro Astori insiste con mantener el mayor gasto en esta Rendición de Cuentas.
Lamentablemente, una vez más, no quiso reconocer lo que todos veíamos venir, y ya es una realidad. A nuestro juicio esta posición es de gran irresponsabilidad, por lo que se puede venir.
Estos son los caminos peligrosos donde el gobierno está haciendo ingresar al Uruguay, y es nuestro deber señalarlo.
El nivel de incertidumbre por la situación argentina aún sigue siendo importante. Pero hay que decir claramente que el gobierno de Macri está pagando los platos rotos de los desajustes, el despilfarro y la comprobada corrupción de los gobiernos de los Kirchner, cuando saquearon a la Argentina, además de dejarla prácticamente aislada del mundo.
Aunque esa incertidumbre no era nueva. Ya en julio el escenario estaba planteado cuando se discutió la Rendición de Cuentas en Diputados.
Ahora el gobierno pretende dar señales de tranquilidad a través de las autoridades del Ministerio de Economía, diciendo que Uruguay atraviesa esta situación con “tranquilidad de espíritu” o que está “blindado” ante este tipo de turbulencias, conceptos que repiten otros ministros de otras carteras sin mayor profundidad de análisis. Si bien es cierto que las condiciones no son las mismas que las del año 2002, no se puede seguir no reconociendo varios aspectos de una clara realidad.
A la situación argentina, se suma la situación de Uruguay, que viene teniendo enormes problemáticas con el empleo y la competitividad. Esto ha llevado a que nuestro país haya perdido más de 47 mil empleos en los últimos 4 años, con el cierre constante de empresas –muchas de ellas emblemáticas- que hacen tambalear el futuro de algunas industrias.
Uruguay necesita imperiosamente un nuevo rumbo, donde se atiendan los principales problemas que tienen los uruguayos. No podemos permitir que un país de una dimensión territorial controlable, tenga esta falta de seguridad que golpea a todos los uruguayos sin distinción de clase social y que cercena su libertad, necesitamos una educación que estimule, premie y dé oportunidades, debemos trabajar por una inserción internacional que ponga el trabajo de los uruguayos como prioridad número uno en los mercados. No podemos seguir quedando rehenes de las internas de un partido político que no sabe hacia dónde quiere ir, o en todo caso que quiere en su mayoría que sigamos el camino de Venezuela o Cuba.
Necesitamos acción. Uruguay está lleno de diagnósticos, tenemos que impulsar nuevas políticas que apuntalen al crecimiento con distribución como históricamente el Batllismo y los batllistas lo hicieron.
Es claro a esta altura de los acontecimientos, que ningún partido político tendrá mayoría parlamentaria en el próximo gobierno.
Por eso será muy necesario el rol del político a la hora de articular y lograr los consensos necesarios para lograr reformas en políticas de Estado. El país está precisando un cambio de rumbo, un nuevo tiempo para apuntalar hacia arriba a los ciudadanos que trabajan y se esfuerzan, de transparencia, de gestión responsable, que no dilapida los recursos como si no hubiera un mañana.
Un nuevo tiempo con equipos técnicos sólidos que sepan hacia dónde va el mundo, para que Uruguay no quede afuera de los progresos de la modernización; con equipos que no le erren en los números de la macroeconomía, provocando males mayores para los uruguayos, o que no nieguen de forma obstinada la realidad.
Es hora de un imperioso cambio de rumbo que dé certezas y seguridades a nuestro país, de la mano del conocimiento y la experiencia, que marque el camino con claridad y convicción, a todos los elementos nuevos y sanos que le den más fuerza a una impostergable transformación.
(*) Diputado del Batllismo – Espacio Abierto – Partido Colorado