Un país de encuentros

Por Mariano Tucci (*) | @MarianoTucci46

El 1º de marzo trajo consigo el perfume de un tiempo nuevo que pretende ser revulsivo y radical con la pobreza infantil, la inseguridad y otras dificultades que atraviesa el pueblo uruguayo.

Eso implica la clara renovación de confianza en una fuerza política que durante 15 años realizó transformaciones profundas en áreas de la vida nacional que redundaron en mejoras sustantivas en la calidad de vida de la gente.

Cuando Lacalle Pou le colocaba la banda presidencial a Yamandú Orsi, me di vuelta para ver a la masa de gente agolpada sobre la Plaza Independencia. Apenas una pincelada de los cientos que acompañaron el andar del mandatario en el trayecto que unió el Palacio Legislativo con el espacio público donde se gestaba el acto protocolar, a los pies del monumento al general Artigas, donde prometió trabajar incansablemente por la pública felicidad de todos, sin exclusiones.

Era conmovedor sentir y ver en los ojos de cada uno/a de los que allí estábamos, la esperanza de quienes depositaron su confianza con el anhelo de vivir un poco mejor.

Por tanto, la responsabilidad de quienes llegamos al gobierno se multiplica, no solo por concretar cada uno de los planteos volcados en el proceso electoral, sino por cumplir con las expectativas de miles, que a lo largo y ancho del país levantaron las banderas, reivindicaron sus raíces y militaron incansablemente por el Frente Amplio y su fórmula presidencial.

Los desafíos son enormes en un país que tiene un déficit similar al del 2019, pero con niveles de gasto y de deuda superiores. No será sencillo enfrentar algunos “clavos” que la administración Lacalle le deja al país, pero sabemos que el equipo de ministros/as estará a la altura y el Parlamento responderá sin vacilaciones a las necesidades que el país enfrenta. 

No hay lugar para bloqueos. La mano tendida del oficialismo y la tradición republicana de los partidos de oposición serán la clave de un país que dialoga, que acuerda y que antepone el interés general a los espurios. Ese es nuestro anhelo, y trabajaremos para que así sea.

Uno de los ejes centrales de las transformaciones que abordaremos tiene que ver con el crecimiento económico con inclusión social; conceptos divorciados en gobiernos liberales, y estrechamente vinculados en proyectos progresistas como el del Uruguay de Orsi.

Para ello, el país deberá recorrer el camino de la innovación, el desarrollo tecnológico y la eficiencia en la gestión pública. Será imprescindible ponerse al lado de quien trabaja y produce, de los actores de la ciencia y de quienes invierten.

Esta estrategia tiene un claro foco en lo social, porque en la construcción de las propuestas se colocó especial atención en el cuidado y la protección de la ciudadanía. Y para que esos cuidados cristalicen con éxito, tenemos que reformar el sistema de protección social con un énfasis especial en la infancia para garantizar que ningún niño, niña o adolescente y joven se quede afuera o sienta que el Uruguay le dio la espalda y lo dejó sin oportunidades. 

Recuerdo al hoy presidente Orsi señalando que es honesto reconocer que el Estado no está cuidando a su gente y hay un Uruguay en el que muy pocos festejan y muchos sufren.

Finalmente, uno de los desafíos más complejos es el de la seguridad pública. El proyecto del Frente Amplio jerarquiza a la convivencia como el eje central de las políticas públicas que se ejecuten desde el Ministerio del Interior.

Es necesario retomar la convivencia, enfrentar al crimen organizado y apelar a la integración como el eje vertebrador de la paz social. «Hay que poner a la seguridad por encima de las disputas. La seguridad es un derecho humano y por tanto hay que actuar con urgencia; recuperar el espacio que no se controla, recuperar la tranquilidad en los barrios», dijo el presidente, y así se hará.

La conformación de mayorías y el diálogo franco y honesto son la clave para echar el país a andar. Sin actitudes refundacionales deberemos construir juntos un país de encuentros. La historia lo demanda.

Para ello es imprescindible profundizar en todas las acciones de gobierno, la articulación interinstitucional necesaria para asegurar la ejecución más eficaz de las políticas públicas en los dispositivos territoriales de educación, salud, vivienda y acceso a las prestaciones sociales, de las y los destinatarios de las políticas públicas.

Estamos comprometidos en continuar avanzando en las formas e instrumentos de participación social y de integración en organismos, que contribuyan a un mejor diseño de la planificación, de sus objetivos económicos, sociales y culturales y al monitoreo del cumplimiento de los mismos.

Estamos convencidos de que en la gestión pública debe existir un compromiso firme con la gestión de los recursos públicos: transparencia, control, eficiencia y eficacia deben ser valores centrales para que la gestión pública pueda ser orgullo de la población.

La austeridad y la transparencia en el desempeño de responsabilidades públicas son principios centrales que requieren firmes compromisos ético-políticos y vocaciones personales junto con la imprescindible participación y el control ciudadanos en materia pública.

Allí están nuestros compromisos. Allí estarán enfocados los esfuerzos del gobierno para comenzar a trabajar en un país para todos.

(*) Diputado del Espacio 609, Convergencia Popular (Lista 46).