Brasilia, 7 may (EFE).- El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, junto a influyentes empresarios y algunos ministros, acudió este jueves a la sede de la Corte Suprema para abogar por el retorno de la actividad económica, suspendida en todo el país por el COVID-19.
«Tenemos que evitar que el país se sumerja ahora en una crisis económica de la que no podrá salir», declaró el mandatario frente al presidente del Supremo, José Antonio Dias Toffoli, quien recibió a Bolsonaro y a los empresarios para una audiencia que no figuraba en su agenda.
Bolsonaro, junto a los empresarios, reiteró su opinión de que «algunos estados y municipios fueron muy lejos» con las medidas que restringen la circulación de personas por la pandemia, pese a que según los balances oficiales del COVID-19 ya ha dejado más de 8.500 muertos y 125.000 casos, y aún está lejos de llegar al pico.
Sostuvo que esas medidas de aislamiento social, que en algunas regiones del país ya llegan al confinamiento total, «van a colapsar la economía» y harán de Brasil una «nueva Venezuela, pero no por el régimen, sino por la miseria que existe» en esa nación.
Esa visión fue subrayada por el ministro de Economía, Paulo Guedes, quien explicó que, a pesar de millonarios ayudas a empresas y trabajadores informales aprobadas por el Gobierno, las actividades productivas del país pueden aproximarse a un colapso.
«Hasta ahora, la economía tiene señales vitales, pero eso puede no durar mucho y dentro de un mes pueden comenzar a faltar productos y materiales», con lo que el país podría dirigirse también «hacia un colapso social», declaró Guedes.
El presidente del Instituto Aço Brasil, Marco Polo de Mello, dijo en nombre de los empresarios que la industria nacional opera en este momento a un 40 % de su capacidad y las ventas han caído en promedio en un 60 % en todos los sectores.
«Tenemos la constatación de que entramos en una crisis de demanda profunda, muy severa», que responde en buena parte a «las decisiones de cierre por parte de los estados y municipios», declaró.
«Nuestra gran preocupación es que esta crisis ocasione una crisis social como consecuencia del desempleo», por lo que es necesario «evaluar la situación con sentido de urgencia», porque «la industria está en terapia intensiva y si no sale la situación será gravísima», alertó Polo de Mello.
El presidente del Supremo, tras escuchar a Bolsonaro, sus ministros y los empresarios, sugirió «prudencia» y consideró que Brasil, en su conjunto, está «llevando bastante bien la situación» desde que el, pasado 26 de febrero, fue detectado el primer caso de coronavirus en el país.
«El Gobierno federal ha tomado medidas muy importantes» de apoyo financiero a los más pobres y a las pequeñas y medianas empresas, y subrayó que, en relación a las decisiones de gobernadores y alcaldes que Bolsonaro critica, están dentro de los parámetros definidos por la Constitución.
Dias Toffoli consideró que se deberá tener «una planificación organizada para la retomada de la economía», lo cual consideró «fundamental» para una «vuelta a la normalidad ordenada».
También sugirió a Bolsonaro la creación de una especie de «comité de crisis», en el que participen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, junto con los gobernadores, alcaldes, empresarios y trabajadores, para «pensar en esa retomada» económica.
Antes de esa audiencia, Bolsonaro recibió a los empresarios en el Palacio presidencial de Planalto y junto a ellos y un numeroso grupo de unas cuarenta personas, atravesó a pie la plaza que separa a la sede del Gobierno del edificio en que funciona la Corte Suprema.
Una vez concluido el encuentro con Dias Toffoli, todos regresaron por el mismo camino, sin mantener la distancia recomendada por las autoridades sanitarias y con varios integrantes de la comitiva sin usar las preceptivas máscaras sanitarias.
Antes de regresar al palacio presidencial, Bolsonaro insistió en una breve declaración a los periodistas en que «es mentira que se tengan que cuidar primero las vidas y luego la economía», porque el desempleo y el hambre «también matan».