Tatiana Fosalba y Daniela Sosa llevan adelante Integratic, un emprendimiento que ofrece talleres de robótica como canal para fomentar el trabajo colaborativo, la creatividad y el debate. Además de aportar para conformar la educación necesaria para el trabajo del futuro, las empresarias están abocadas a desmitificar que la robótica sea cosa de hombres: “Pensamos que la tecnología precisa la sensibilidad femenina para tener nuevas innovaciones”.
Por María Noel Durán | @MNoelDuran
¿Cómo comenzó el interés en la tecnología? ¿Y en la educación?
Desde niñas siempre estuvimos interesadas en la tecnología. Nos apasiona acompañar el avance y ver cómo impacta en los diferentes contextos y generaciones.
Al pasar los años, nos fuimos formando en diferentes áreas vinculadas a la educación, pero fue recién después de ser mamás que nos involucramos totalmente en temas educativos.
Creemos que la educación necesita ser transformada, y por eso buscamos a través de lo que hacemos ser parte del cambio.
¿Cómo nació Integratic y de qué se trata?
Dentro de un marco regulatorio de enseñanza primaria y secundaria, trabajando en el área de informática, nos dimos cuenta que los contenidos programáticos se podían adquirir de otra manera. Fui allí́ donde empezamos a aplicar el “aprendizaje basado en proyectos”, donde el estudiante es el foco. Enfrentándose a problemáticas del mundo real, obtienen en conjunto soluciones basadas en un aprendizaje profundo.
Actualmente, aplicamos esta herramienta en nuestros talleres para niñas, niños y adolescentes, de forma particular y en instituciones educativas. Ofrecemos talleres de robótica siendo éste un canal para fomentar el trabajo colaborativo, la creatividad y el debate.
Contamos con dos propuestas, una de robótica, en base a residuos eléctricos y electrónicos en los que fomentamos el uso consciente de la tecnología y la reutilización de nuestros propios desechos; y otro utilizando los kits de LEGO Education, en donde trabajan con la creatividad que el propio LEGO brinda tanto en hardware como en software.
Ofrecemos los talleres en Malvín de forma puntual y anual, en Punta del este, anual así como también en instituciones educativas.
Siempre estamos abiertas a recibir nuevas propuestas y a adaptar nuestros talleres para cada necesidad.
¿Qué valores y aprendizajes buscan transmitir?
Promovemos el uso de la robótica y de las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías que propician un aprendizaje innovador y colaborativo, y a su vez, estimulan el desarrollo de habilidades y competencias que requiere el mundo laboral y social.
Buscamos fomentar el emprendedurismo desde los más chicos. Trabajamos de manera colaborativa donde es muy importante saber expresar una idea y poder ejercitar la escucha para, en conjunto, alimentar las ideas que ellos presentan.
Debemos desmitificar que la tecnología es una cuestión masculina para la incorporación de mujeres en este ámbito. Pensamos que la tecnología precisa de la sensibilidad femenina para tener nuevas innovaciones. Para esto impulsamos a niñas y adolescentes a animarse y entusiasmarse en nuestros talleres.
Desde el punto de vista de la tecnología, ¿cómo ven la educación en Uruguay?
Las perspectivas futuras del uso de la tecnología en el aula están aún en etapa de ensayo y experimentación. Creemos que Uruguay va por buen camino, y que es un desafío que trasciende la esfera de acción de estudiantes y docentes y nos inserta en un compromiso social de construir juntos una tecnología capaz de estimular el empoderamiento necesario que permitirá nuevas formas de aprendizaje, aportando competencias valiosas para el mundo de hoy y del futuro.
¿Cómo se encuentra Uruguay en materia de robótica?
La Universidad del Trabajo de Uruguay también conocida como Consejo de Educación Técnico Profesional, institución pública de enseñanza científica y tecnológica, en julio del 2014 abre los centros educativos comunitarios (CEC) donde nos encontramos trabajando, puntualmente en el CEC de Bella Vista, que consideramos el escenario perfecto para validar todo nuestro recorrido profesional. Eso constata que Uruguay se encuentra en un momento de cambio de paradigma cuando hablamos de tecnología, educación e innovación.
En este centro hay tres grupos: Robótica, Informática y Audiovisual. Cada grupo tiene su docente referente al que se le suman las materias transversales como deporte, lengua, matemáticas y filosofía. En cada grupo los adolescentes adquieren herramientas específicas de cada área y son complementadas con las transversales.
Consideramos que la innovación tecnológica está en la especificación de cada grupo como también la tarea en duplas de los docentes, donde el trabajo colaborativo comienza por nosotros y ahí se ve reflejado en las clases para que ellos puedan implementar naturalmente el aprendizaje basado en proyectos, una mesa de discusión, la escucha, el trabajo colaborativo, validar una idea, un prototipo, el pensamiento crítico y computacional.
Creemos que Ceibal fue un facilitador de infraestructura y habilidades digitales para que la robótica se instalara en nuestro país.
En los últimos años ha cobrado mayor impulso y se están promoviendo nuevas instancias.
A nivel tanto público como privado se está trabajando con el objetivo principal de reflexionar en torno al pensamiento computacional y a sus eventuales aplicaciones en el mundo educativo.
Entre las propuestas que se realizan en la actualidad, se cuentan la Semana de la Robótica y Programación, organizada por el Codicen, las actividades e instancias del Plan Ceibal, los Clubes de Ciencias, las competencias organizadas por la Facultad de Ingeniería, los programas de Girls in Tech, entre otras iniciativas.
También han surgido varias academias con propuestas relacionadas a la temática que, como nosotras, buscan cautivar a niñas y niños en un contexto donde hay cierto recelo sobre las orientaciones tecnológicas.
Realizan workshop, asesoría y talleres. ¿Por qué apostaron por las diferentes modalidades y qué implican?
Los workshops están dirigidos a niñas y niños en una instancia puntual de cuatro horas, donde trabajamos las primeras dos horas, construyendo sus propios robots con material que nosotras brindamos para despertar el espíritu emprendedor reciclando sus propios aparatos o juegos electrónicos.
Los talleres anuales tienen una frecuencia semanal o mensual. Son en instituciones educativas y particulares, en Montevideo y Punta del Este. Está en nuestro objetivo expandirnos en más departamentos.
En las asesorías educativas ofrecemos una evaluación de los recursos tecnológicos y humanos de la institución para generar un diseño de estrategias de integración de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicacion) de forma transversal, tanto en las actividades pedagógicas como en la comunicación interna y externa del centro.
Más allá de las instituciones educativas, ¿las empresas uruguayas están apostando a la tecnología?
Creemos que lo virtual convive con lo real cada vez con más naturalidad. Es por esto que todos nos vemos en el desafío de estar acorde a los nuevos cambios que el mundo experimenta. El camino de la tecnología no es estanco y nos invita a estar en constante movimiento. Somos muchos los que apostamos a la tecnología, tanto personas como empresas.
Como dijo el reconocido periodista y escritor Tom Friedman, “las grandes innovaciones suceden cuando lo que de repente es posible se encuentra con lo desesperadamente necesario”.
Integratic logró financiamiento a través de Mujeres que Crean, de Ser. Con este impulso y con el acompañamiento de OMEU, ¿cuáles son los próximos objetivos?
Gracias al primer premio de Ser pudimos obtener kits nuevos de Lego y iPad para programarlos. Así pudimos ampliar la cantidad de niñas y niños por taller y aumentar el alcance de los mismos.
Estamos trabajando en la idea de crear el Kit de Integratic. Nos encontramos en el proceso de viabilización y buscando la posibilidad de financiamiento estatal o privado.
También queremos tener nuestro propio local para incorporar más horarios y actividades relacionadas a la temática.
Detrás de las herramientas
Integratic está liderado por dos mujeres: Tatiana Fosalba (35) y Daniela Sosa (40). Fosalba es licenciada en Ingeniería Audiovisual y asegura que su lugar en el mundo es la casa. Su espíritu lúdico se refleja en sus gustos: tocar el piano, jugar al sudoku y los juegos de mesa son sus hobbies de cabecera.
Por su parte, Daniela Sosa es educadora integral y en su tiempo libre disfruta de dibujar con grafito. Su lugar en el mundo, asegura, es la playa al atardecer.