Emilia Díaz, actriz, comunicadora y operadora en Psicología Social
Cansada de explicar que el feminismo no es lo contrario al machismo, y a raíz de un tweet del periodista Ignacio Álvarez, Emilia llama a los hombres a hacer su propia revolución y pide que no gasten energía en combatir la de las mujeres. Además, advierte por la voluntad política de retroceder en los derechos ganados, por ejemplo, desde el sector de Verónica Alonso. La comunicadora se refiere también a la ola de denuncias de abuso que tuvo lugar en Argentina, y opina que ella “no hubiera elegido esa forma”, en referencia al video de Thelma Fardín en el que denuncia a Juan Darthés de violación.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
Con 16 años empezó en el teatro y con 17 en la televisión, pero no se definió actriz hasta los 25. En paralelo, se formó en Psicología Social por miedo a no poder vivir de la actuación, pero nunca ejerció. Si bien está temporalmente lejos de los escenarios, sigue al firme en Consentidas y abocada a la crianza de sus hijos, que es una de sus grandes pasiones.
¿Cómo recordás tus comienzos en los medios?
Mis comienzos fueron muy emocionantes. Era una época donde uno tenía que trabajar más para llegar a quien decide esas cosas, porque hoy lo podés hacer a través de las redes, podés autoproclamarte youtuber y después que te contrate Tinelli. Yo entré al canal 12 a los 17 años de la mano del flaco [Jorge] Denevi, que me había visto en una muestra de teatro final de la escuela de Mary da Cuña. Empecé en televisión y a los dos o tres meses participé en una obra de teatro, “Las bicicletas son para el verano”, en el Teatro Stella D’Italia bajo la dirección de Denevi. Esa fue mi primera obra en Montevideo –ya había actuado en teatro independiente de Maldonado a los 16-. La experiencia fue preciosa y además los críticos consideraron que mi trabajo valía la pena ser mencionado como revelación del Florencio. Era un buen escenario de futuro. Igual no me definí actriz hasta los 24 o 25 y yo ya vivía de eso.
¿Por qué no?
No sé qué pasaba en mí que consideraba que todavía me faltaban horas de vuelo para ese título que me parecía muy prestigioso. Más adelante pude confiar más en mí y darme cuenta de que todo lo que hacía, lo llevaba a cabo desde la herramienta actoral –si me contrataban como conductora, como notera-. Paralelamente me fui formando como operadora en Psicología Social, porque uno como que no confía en que puede vivir de la actuación.
¿Qué fue lo que te atrajo de la Psicología Social?
A mí me resulta re interesante el espíritu humano y las personas, por qué hacen lo que hacen, por qué sienten lo que sienten, qué les pasó antes que hace que hoy sean y sientan así. También he vivido cosas que me han llevado a cuestionarme, a buscar por qué razón sucedió esto en mi vida, por qué razón yo procedí de esta manera. El alma siempre me pareció algo misterioso, insondable y muy atractivo.
¿Qué hace exactamente un psicólogo social?
Un psicólogo social interviene desde una distancia óptima en función de una tarea explícita que tenga un grupo; facilita la comunicación. Puede ser un grupo de fútbol, de trabajo, de familia. Existe una tarea explícita para ese grupo que puede ser llevar una empresa adelante, ganar un campeonato, y después está la tarea implícita que implica formar los vínculos necesarios, suficientes e imprescindibles para ganar el campeonato o llevar la empresa adelante.
¿Has ejercido la profesión?
No, jamás, aunque estoy todo el tiempo usándola. Cuando te capacitás como operadora en Psicología Social, en realidad es un entrenamiento para ver lo que está escondido. El psicólogo social ve los obstáculos que hacen que no se logren esos objetivos.
¿Qué importancia ocupa en tu vida la actuación?
Siempre está ahí latente, es donde más viva me he sentido. Es difícil de explicar, pero es como que yo vine para esto: vibra todo tu cuerpo, estás en un estado total de entrega. La maternidad también me hace sentir así. Son mis dos pasiones.
¿Tenés pensado participar de alguna obra este año?
He recibido muchas propuestas; por suerte me consideran como una persona que puede participar de proyectos y eso está buenísimo. El tema es que no he sentido el llamado fuerte de una propuesta que me conmueva tanto como para hacer una conciliación con mi familia. Mis hijos son muy chiquitos y nosotros como familia tenemos un proyecto. Si mamá no va a estar en las noches ni los fines de semana, eso cambia y está bien, pero por ahora no me ha llegado la propuesta con la que yo crea que puedo hacer convivir estos mundos.
“Hay una alianza entre sectores religiosos que se han unido para combatirnos a las ‘feminazis’”.
Así que teatro por el momento no, pero seguís en Consentidas.
Sí. Consentidas cumple 12 años y vamos a renovar nuevamente. Ya tuvo tres o cuatro cambios de formato y ahora la idea es cambiarlo bastante más, con el desafío de ir acompañando al público, que va creciendo. La idea de renovarse surge porque nuestro programa está basado en invitados y el público de famosos o figuras mediáticas uruguayas es restringido porque somos pocos. También sentimos que podemos hacer otras cosas y queremos mostrarlas.
¿Qué significa para vos que un programa como Consentidas, emitido los sábados en horario central y conducido por tres mujeres, siga siendo tan exitoso?
Es un logro que me llena el alma. No puedo creer que en este medio se sostenga algo en horario central con esa personalidad, porque es un programa que te guste o no, tiene su formato. De repente empiezo a ver programas que comienzan a tener cositas nuestras, y no me siento celosa, siento que abrimos la cancha. Nosotras fuimos creciendo lentamente hasta ser lo más visto de todo el fin de semana, pero fue lento el crecimiento. Si nos hubieran dado dos o tres meses de prueba, que es lo que están dando ahora para saber si un programa funciona o no, seguramente no estaríamos teniendo esta conversación sobre Consentidas. Nos dejaron, la gente nos fue eligiendo, y a lo largo de los años hemos construido algo que es una referencia para otros.
Como una referente del feminismo en los medios, ¿cómo ves el rol de la mujer hoy en ese rubro?
Tenemos que salir de ocupar tantos espacios de productoras de programas que conducen varones, o quizás animarnos más a presentar proyectos como conductoras. En la radio es increíble, el espacio radial está ocupado en su gran mayoría por varones y la cultura radial es masculina; se habla de cosas que les interesa escuchar a los varones. Esto está cambiando, hay más coconductoras, pero lo importante no es solamente estar, sino el lugar que ocupamos, la carga horaria que tenemos, el salario y los obstáculos para llegar a esos lugares.
Pero ¿se ha avanzado en igualdad de oportunidades o todavía falta?
Sí, por supuesto que habido un avance. Cada vez hay más gerentes sensibles a esto y más personas que necesitan escuchar otras versiones de la realidad dichas por mujeres.
¿Cómo viste la ola de denuncias de acoso hacia mujeres que hubo en Argentina, muchas ocurridas en el ambiente del espectáculo y los medios?
Yo le doy la bienvenida a todo lo que sea visibilización y sensibilización. Si esto ayuda a otras chicas a darse cuenta de la situación en la que están y después decírselo a una amiga –porque cada paso cuesta, es muy impactante y hay que estar muy bien acompañada-, entonces eso lo aplaudo. Después, sobre la forma en la que se hizo, yo no hubiera elegido eso, pero ¿quién soy yo para decirles a ellas cómo gestionar sus cosas? Cada colectivo tiene su proceso de construcción, de identidad y de acción, y Actrices Argentinas tiene esa modalidad de acción. Yo no soy quién para juzgarlas, [pero] de haber participado en un colectivo de actrices uruguayas, no hubiera elegido esa forma, no hubiera elegido ese video (en referencia al video de la actriz Thelma Fardín para denunciar a Juan Darthés de violación).
¿Por qué?
Porque no sé si estoy mirando una ficción o es un testimonial. Yo vengo de este palo, te puedo decir que había dos cámaras, había iluminación, había guion. Yo no lo hubiera producido tanto.
Lo cual no quita que la denuncia sea…
No, por supuesto, no quita que todo eso sea verdad. Lo que pasa es que esa es la forma que ellas conocen, y buscan generar un impacto porque quieren que esto termine de verdad y para siempre.
Quizás lo que se le cuestione al colectivo Actrices Argentinas es que se utilice la vía del escrache y no la judicial.
Yo estoy en contra del escrache. También pienso que las instituciones son muy lentas y muy ineficientes.
¿La Justicia?
Sí, y la Policía. Muy lentas, muy ineficientes, y a veces son incluso más violentas que la propia violencia que viven las personas. Hay una revictimización silenciosa: te hago ir, te hago dejar a tus hijos, no te cuido, te dejo sola en la calle, no te doy refugio, no te doy judicialmente los días necesarios para que pidas licencia, no cuido tu trabajo. Hay cosas que hace la Justicia, que están diagramadas por el protocolo de atención a las víctimas, que son violentas, entonces ojo con ir directamente a denunciar a alguien porque te podés comer un garrón, tenés que estar pronta para lo que va a pasar porque va a ser feo. Lo que te pasó fue espantoso y esto lo tenés que hacer, pero tenés que estar acompañada y preparada para saber lo que viene. Esto no es CSI. La gente cree que aprieta un botón en la app del 911 y ya tiene siete patrulleros. No es así. Además, la cultura del Ministerio del Interior no está pronta, las personas que trabajan allí y en el sistema judicial no están capacitadas todo lo que deberían. Sí se están capacitando, sí nos estamos acercando, pero a un ritmo de paso de tortuga.
“Yo no hubiera elegido esa forma”, dijo sobre el video de la actriz Thelma Fardín en el que denuncia a Juan Darthés de violación.
¿Ves un cambio cultural en Uruguay con respecto a la concientización para terminar con la violencia de género y los femicidios?
Sí, alucinante, sin presupuesto. Todas las ideas que hay son alucinantes, sin un mango. Vos podés contratar un arquitecto que te haga el mejor puente, pero después tenés que pagar la obra, si no, ¿para qué hacés el dibujo?
Más allá de eso, ¿creés que hay un cambio en la sociedad?
Sí, también hay peleas. Yo estoy cansada de explicar que el feminismo no es lo contrario [al machismo]. Hay conversaciones que me dan pereza y las dejo pasar. Después, creo que hay una voluntad expresa política importante de retroceder en los derechos ganados.
¿Desde qué sectores, por ejemplo?
Verónica Alonso, por ejemplo. Lo veo como un peligro y me duele que sea una mujer. Me hubiera gustado que fuera un hombre el que tomara esta bandera en contra. En realidad me gustaría que no existiera esta bandera, porque este no es un movimiento de valores morales sin cuentas bancarias, hay un patrimonio atrás muy importante respaldando esta movida que está yendo por toda Latinoamérica. Alonso es representante en Uruguay de eso, y no la odio ni nada que se le parezca; mis respetos por su carrera política, pero la verdad es que se ha deteriorado a partir de esto. No lo digo solo yo, lo dicen altos representantes del Partido Nacional.
¿Ves esto en otros partidos o sectores como algo institucionalizado?
No, no lo veo, y si lo veo no siento que vaya a picar. Sí es un peligro que no se diga, porque vos en ese caso no sabés lo que estás votando, que puede ser otra de las estrategias de este movimiento. Hay una alianza entre sectores religiosos que antes no existía, esto los ha unido para combatirnos a las “feminazis” (se ríe). Es así, hoy se dan la mano.
En las redes
El periodista Ignacio Álvarez dijo en Twitter: “El femicidio castiga el matar a una mujer “por el hecho de serlo”. Pero los asesinatos de mujeres no necesariamente son por su condición de mujeres, sino por celos, por considerarlas una propiedad, etc. De hecho hay hombres asesinados por esas mismas razones y no por ser hombres”. ¿Qué opinión te merece?
No lo había visto. Me da un poco de pena porque es un tipo bastante talentoso, inteligente. Hay periodistas, comunicadores y actores que admiro, y que piensen distinto a mí no los baja de ese lugar. Hay algunas cosas que hace Nacho que me resultan atractivas profesionalmente, pero últimamente hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo en forma fuerte. No me enojo, pero me da lástima que un tipo que es tan referente de mucha gente esté diciendo esto que no está bueno, que genera más miedo.
Dentro de lo que dice ahí hay cosas que son verdad, el tema es cómo unimos las pequeñas verdades y hacemos un discurso que en realidad estamos manipulando. Que hay hombres que se han muerto por celos, sí. ¿Quién los mata? Los mata otro hombre. Que una mujer mató a su marido por celos, sí, una vez, ¿cada cuánto tiempo? Cada 47 años. Además, por la explicación que está dando ahí, le falta una lecturita. Con dos o tres libritos que se lea, eso no lo va a poder decir más, porque va a entender que la mujer es considerada una propiedad porque somos subalternas, concebidas no ciudadanas. Eso sucede con las mujeres y los niños, niñas y adolescentes, que fuimos considerados incapaces hasta hace 150 años. No podíamos heredar, entrar a la universidad, ser propietarios de tierra.
Después está esto de “¿y nosotros qué?, a nosotros también nos matan”. Es verdad, a ustedes también los matan… otros varones. ¿Cuándo se van a unir para combatir al machismo que ustedes mismos proponen o a las masculinidades hegemónicas que están matándonos a todos? ¡Hagan ustedes la revolución gurises! Déjennos de romper las “pelotas” a nosotras, déjennos hacer nuestra revolución como queramos.
¿Ustedes hacen guardia de noche cuando saben que un amigo le está pegando a su novia o a su esposa? ¿Ustedes lo agarran? Porque nosotras corremos atrás de una compañera que está en problemas, les damos albergue a ella y a sus hijos. ¿Ustedes qué hacen con el tipo? Porque los amigos saben que se le fue la mano. Entonces, no pierdas energía en combatir mi revolución, empezá a hablar con los tuyos. ¿Dónde están esos varones tan indignados con los femicidios? ¿Y dónde estaban los amigos del muchacho que la mató? ¿No estamos perdiendo demasiada energía en esto?
Yo lo estoy viviendo, tengo amigas en esa situación en este momento y yo digo: ¿los amigos del pibe, dónde están? Tengo ganas de llamarlos a todos, que los conozco. Siguen compartiendo asados y hablando de la sub 20, pero saben que cuando mi amiga se va con el tipo pasa eso. Lo saben, sí, pero no se van a meter porque el tipo tiene la propiedad, que es ella. No es la propiedad, son los derechos humanos. Entonces, que un comunicador después de todo lo que ha pasado, de cómo han muerto las mujeres, haga un tweet de esas características, es re triste.
Señas de identidad
Emilia tiene 43 años y está casada con Fernando, con quien tiene dos hijos: Vicente, de 8 años, y Felipe, de 5.
¿Cómo te definís?
Soy inquieta, compañera, impredecible e intuitiva.
¿Cuáles son tus grandes pasiones?
Mis hijos, el arte escénico, la naturaleza y la murga.
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Estar con mis hijos, jugar con ellos, inventar cosas. Me gusta mucho leer, un libro me lleva a otro y ahí me florece el alma. Me gusta escribir, me calma, me reencuentra conmigo misma, con la voz de mi verdad.
¿Cuál es tu mayor logro?
Ver a mis hijos felices. Haberlos parido en mi casa para mí fue como un golazo de media cancha.
¿Qué te gustaría concretar este año?
Este año me gustaría terminar mi libro, que se llama Guardianas. Estoy haciendo entrevistas a mujeres que han sido transmisoras de un conocimiento relativo a la salud psicológica o corporal, que han tenido una capacitación para hacer prácticas sobre tu cuerpo con algunas ceremonias, sin tener que tocarte siquiera, para que te sientas mejor o vayas sanando por etapas algunas cuestiones relativas al malestar físico o emocional. Eso ha sucedido siempre, solo que en estos tiempos de gran velocidad necesitamos calmar el síntoma rápidamente, que se nos vaya rápido el dolor. Lo que trato de rescatar es cómo estas mujeres han sido guardianas de cierta sabiduría que permite entender nuestro cuerpo de otra manera, y qué razón tiene enfermar.
¿Tenés pensado algún proyecto a largo plazo?
No me pongo metas, pero me gustaría mucho viajar entrevistando mujeres “guardianas” por Latinoamérica y después por el mundo.
¿Algo que quieras agregar?
Soy muy feliz, soy una persona muy agradecida por todo lo que he recibido, intento compartirlo siempre y soy un ser en construcción.