Isabelle Chaquiriand, CEO de ATMA
Profesional y multifacética. Isabelle Chaquiriand no solo es una de las empresarias referentes del Uruguay, sino que además posee vocación por emprender, por germinar nuevos proyectos y ayudar a que estos crezcan sanos y fuertes. Por eso, además de destacarse como CEO de ATMA, es directora del programa Xcala que apuesta a acompañar a emprendedores, y fundadora de la fundación Corazoncitos, una organización que busca mejorar la sobrevida y la calidad de vida de los niños con cardiopatías congénitas. Devota de su familia y de su casa, asegura que el tiempo para la vida personal no es negociable. “Lo primero es mi familia”, remarca la ejecutiva que trabaja para ayudar a las emprendedoras a derribar sus barreras y apostar siempre a más.
Por María Noel Durán | @MNoelDuran
-¿Cómo recuerda sus comienzos en ATMA?
-ATMA es una empresa que actualmente tiene 68 años, posee una historia muy larga y ha pasado por varias etapas. Yo me incorporé en el 2003, en un momento muy especial. En ese entonces, la empresa, como tantas otras en ese momento, había sufrido un golpe muy duro por la crisis y estaba buscando la forma de salir adelante. Por ese entonces gran parte del personal estaba en seguro de paro y fue un momento de redefinir la empresa, repensar lo que estábamos haciendo para resurgir. Ese año, al mismo momento que yo entré a la empresa, se incorporó también parte del equipo de la antigua Niboplast, otro jugador relevante en la industria del plástico en nuestro país. Entonces, junto con el equipo que venía de antes en ATMA, empezamos a pensar cómo armar de nuevo la empresa.
En lo personal lo recuerdo como una época de mucho estrés. Yo era muy joven, y si bien ya tenía varios años de experiencia profesional, nunca había estado en posiciones de toma de decisiones tan importantes y, encima, en un momento tan delicado. Por eso, mirando de lejos, fue una etapa de mucho aprendizaje también; cada decisión era decisiva, no había margen para equivocarse. No se trataba solo de mi trabajo… Queríamos salir adelante para que los que estaban en seguro de paro volvieran, para poder pagar los sueldos, pagar lo que se debía. El compromiso era muy grande.
Su frase de cabecera es: “En la vida las oportunidades pasan y golpean a la puerta. Algunos lo escuchan y la abren, otros se quejan del ruido que hacen al golpear”.
-¿Cuáles han sido los principales cambios que tuvo que vivir la compañía desde ese entonces hasta el día de hoy? ¿Ha variado el modelo de negocios?
-Efectivamente, cambió mucho lo que era ATMA en ese entonces a lo que es ahora. Antes era una industria donde el diferencial era el capital: las máquinas y los moldes. En ese entonces el mundo también empezó a cambiar y aparecieron las opciones de Asia, que permitían traer moldes y máquinas similares por precios mucho más bajos. Por tanto, la máquina y el molde ya no eran una barrera de entrada. Fue ahí que descubrimos que nosotros teníamos algo que los demás no tenían, y era más de 60 años de conocimiento acumulado. Empezamos a trabajar en ese sentido, y al día de hoy nos definimos como una empresa que busca soluciones en productos plásticos. Esto es, no solo fabricamos los productos, sino que diseñamos junto a nuestros clientes el tipo de producto en base a su necesidad. Es decir, fabricamos el producto con los requerimientos de calidad y condiciones de fabricación que tengan, y luego hacemos el seguimiento de control de calidad y comportamiento de su producto en su línea. Esto nos llevó a ser una empresa con un gran énfasis en productos industriales, que trabaja mucho en envases (de alimentos, de productos químicos, de lubricantes, pinturas, entre otros). Pasamos a ser una industria al servicio de la industria uruguaya.
-¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?
-Por un lado, me motiva mucho la forma cómo hacemos las cosas. Estas ganas de hacer las cosas diferente, de ser una empresa que esta buscando innovar siempre, de estar preguntándonos permanentemente dónde queremos estar en cinco años. Por otro lado, y relacionado con lo anterior, disfruto mucho del equipo humano que tenemos en la empresa. Somos muy profesionales, pero nos divertimos mucho también. Trabajamos en equipo, hay valores claros. Y eso hace que uno vaya con ganas a trabajar todos los días.
-Es directora de Xcala. ¿Qué representa esta plataforma para usted y qué destaca de este proyecto?
-Xcala es un programa del IEEM -la escuela de negocios de la Universidad de Montevideo-, y del BID/Fomin para mejorar las condiciones de acceso a financiamiento de los emprendedores en toda América Latina y el Caribe. Es decir, trabajamos con más de 80 organizaciones en toda la región para que los emprendedores tengan más acceso a capital en la etapa más crítica, que es en lo que se conoce como el tramo de inversión “ángel” (que sucede cuando ya se le acabaron los fondos propios y todavía no acceden a crédito bancario porque son demasiado incipientes, entonces precisan de inversores privados para crecer).
Es un proyecto con el que me siento muy comprometida porque estoy involucrada desde su diseño, en la selección del equipo, la implementación… Pero además porque soy una convencida de que es clave apoyar a los emprendimientos en esta etapa que es donde crecen, donde generan puestos de trabajo y donde consiguen ese impacto en la economía que todos le pedimos a los emprendimientos. Es importante fomentar la creación de nuevas empresas, pero desde un punto de vista macro, los emprendimientos hacen la diferencia cuando se vuelven dinámicos, cuando crecen a altos niveles, porque es cuando dan empleo, innovan de forma sostenida y generan valor. Xcala busca, desde un enfoque integral, generar las condiciones para que estos emprendimientos puedan acceder a los fondos para lograr esto, y los resultados luego del primer año y medio de implementación efectiva -porque hubo casi dos años previos de diseño-, han superado todas las expectativas. Estamos muy contentos.
-Está haciendo su doctorado en emprendimientos y es investigadora en el tema. ¿Qué mensaje le gustaría dejarle a los emprendedores en esta materia?
-Emprender es la suma de mucha creatividad y visión, sumado a un trabajo metódico y riguroso muy grande. A veces la percepción que tienen los que recién empiezan es que emprender es solo la primera parte, tener una buena idea. Pero se requiere además de un enorme esfuerzo de perseverancia, de rigurosidad, de análisis que muchas veces es transparente porque solo vemos lo otro, pero que es tanto o más importante. Por eso, mi principal consejo es que se preparen, que aprovechen todas las oportunidades que hoy en día brinda el ecosistema emprendedor uruguayo para hacer proyectos profesionales, bien diseñados y bien implementados.
-Además es fundadora y presidente de la Fundación Corazoncitos. ¿Cuál es la razón de ser de la fundación y qué representa para usted?
-Fundación Corazoncitos busca mejorar la sobrevida y la calidad de vida de los niños con cardiopatías congénitas. Nacen unos 450 niños con esta afección por año en Uruguay y es una de las principales causas de muerte neonatal en nuestro país.
La creamos hace unos años un grupo de padres de niños con cardiopatía congénita -mi segundo hijo tiene una-. La motivación principal era que los niños con afecciones congénitas del corazón y sus familias no tuvieran que pasar por lo que pasamos nosotros: no entender ni saber de qué se trataba lo que tenían nuestros hijos, o tener que irnos del país porque no estaban dadas las mejores condiciones de tratamiento para ellos; y, en algunos casos, perderlos.
Por eso trabajamos en mejorar la detección precoz de las cardiopatías congénitas, en mejorar las condiciones de tratamiento y en darles apoyo a las familias que están pasando por esta situación.
Gracias a todo este trabajo, recientemente el Ministerio de Salud Pública incluyó las cardiopatías congénitas como prioridad dentro de los objetivos sanitarios de nuestro país, y junto a Fundación Corazoncitos estamos trabajando en un programa nacional de cardiopatías congénitas. Durante todo el mes de setiembre hicimos también una campaña de sensibilización y concientización sobre el tema, para que se pueda salvar la vida de más niños.
-Entre tantas facetas profesionales, ¿se hace difícil encontrar el tiempo para la familia y la vida personal?
-Yo diría que es al revés: encuentro el tiempo para hacer todo lo que hago, pero lo primero es mi familia. Porque lo que no es una variable es el tiempo que les dedico a ellos, lo que se ajusta son las horas de trabajo.
El tema fundamental para tantas mujeres con hijos que trabajan creo que no pasa por la cantidad de cosas que se hagan, sino por la flexibilidad que uno tenga para hacerlas.
En nuestro caso, en particular, mi marido tiene su negocio, entonces estamos en situaciones similares: tenemos mucha flexibilidad pero poca libertad. Nos vamos de vacaciones con el celular sonando a cada rato, tenemos que conectarnos y contestar mails, muchas veces tenemos que trabajar los fines de semana o de noche tarde… nunca nos desconectamos. Pero por otro lado, tenemos la flexibilidad de poder ir a las reuniones de padres o ir a buscarlos a veces al colegio.
Por otra parte, mis hijos están bastante acostumbrados a que su madre trabaja y a veces hay que compatibilizar. Más de una vez me han acompañado a una reunión de trabajo, me acompañan mucho en las actividades de la fundación, y cuando tengo que viajar por la empresa he llevado a alguno de mis hijos y mezclamos trabajo con paseos juntos.
Lo que sí seguro que está en el debe es la vida personal… pero al trabajar de lo que me apasiona, creo que eso se canaliza por ahí también.
No duda en afirmar que quisiera haber podido compartir un café con el escritor y periodista Gabriel García Márquez. “Soy una enamorada de sus libros y me hubiese encantado conocerlo para entender su forma de pensar, qué cabeza había detrás de esa literatura que me atrapó tanto”.
-Presentó datos del informe de barreras a la hora de emprender basado en el Global Entrepreneurship Monitor, un estudio confeccionado con la contribución del Fondo Multilateral de Inversiones del Grupo BID en el grupo del programa Más Emprendedoras, co-ejecutado por Endeavor Uruguay y OMEU. ¿Qué fue lo que más le impresionó de los resultados?
-Lo que más destaco de ese informe es que las mujeres tenemos distintas barreras para emprender que los hombres. No es que sean las mismas más marcadas, sino que son otras. Entonces, precisamos un apoyo distinto, y no es que precisamos más apoyo, algo que hasta ahora al menos yo no había visto tan claramente. Las mujeres, por ejemplo nos sentimos más fuertes que los hombres en los temas comerciales o de gestión de recursos humanos, mientras que vemos más dificultades en los temas financieros o de gestión.
Y a su vez, cómo condiciona en este sentido la maternidad más que el género. Creo que son todos temas sumamente interesantes para pensar el tipo de apoyos a dar a las emprendedoras, pero también a la hora de conformar equipos a la hora de emprender.
-¿Cuáles son las principales barreras que deben superar las emprendedoras uruguayas?
-Las dos principales barreras que encuentran tanto hombres como mujeres a la hora de emprender son la no disponibilidad de recursos financieros y los compromisos familares y personales. Pero son barreras que están mucho más marcadas en las mujeres, especialmente aquellas con hijos.
Sin dudas, aquí hay que trabajar en crear instrumentos de acceso a financiamiento para emprendedoras y de informar y capacitar más a éstas para que puedan acceder a los que ya existen; y el gran tema de compatibilidad trabajo-familia, del que veníamos hablando en las preguntas anteriores.
-¿Percibe un trato diferente al ser mujer y ocupar un cargo gerencial?
-Quizás hace 10 años lo notaba un poco más, pero actualmente no tanto. Creo que nuestra sociedad está evolucionando mucho en este sentido, y hoy en día hay muchas oportunidades para las mujeres en puestos de decisión. Oportunidades de participación en organizaciones, de ser escuchadas, de dar opinión. No hay muchas mujeres en puestos altos, entonces las que están tienen una oportunidad muy interesante de marcar la diferencia.
¿Hay algún emprendimiento o deseo profesional que tenga pendiente?
Siempre tengo una lista interminable de temas pendientes, tanto personales como profesionales. Y espero que sea siempre así. El día que deje de querer hacer cosas, de soñar con lo que vamos a hacer el año que viene o dentro de cinco años es porque voy a haber perdido la motivación. Si eso pasa, es porque es hora de dar un paso al costado y buscar otra cosa que me genere la motivación nuevamente.