La temática de la lactancia y los derechos de la mujer impulsaron a Tatami a impulsar un emprendimiento con impacto social que se convirtió, además, en un negocio con potencial internacional.
Fundada en 2017 por Carolina de León, Patricia Román, Marie-France Bourgeois y Pelayo Soria, Tatami crea estructuras que funcionan como salas de lactancia para oficinas. Se trata de módulos que brindan a las mujeres que deciden prolongar la lactancia luego de su regreso al trabajo condiciones óptimas para realizar extracciones de leche o amamantar. Además, lo hacen en espacios reducidos, con piezas encastrables fácilmente desarmables y en tiempo récord.
El concurso Chivas Venture, que ganó Tatami en Uruguay, fue un fuerte impulso para lograr este objetivo. En esa instancia, Tatami compitió con más de 500 emprendimientos y a comienzos de enero representó a Uruguay en Argentina. “Chivas destina dinero para ayudar a los emprendimientos con impacto social”, recordó Román y señaló que gracias a esto, Tatami también obtuvo mayor visibilidad en la región.
El mayor número de consultas llegó desde México, Argentina y Chile, y ahora trabajan en el rediseño de un módulo escalable que sea fácilmente exportable.
“No hay nadie que desarrolle módulos de este estilo”, señaló al respecto de las posibilidades en la región, e indicó que en Argentina ya hay una normativa que obliga a los entes públicos a tener sala de lactancia y está en camino que las empresas privadas deban adoptar la misma medida.
“Chile también obliga a las empresas a tener salas”, señaló Román e indicó que también han recibido muchas consultas desde México. “Este año iremos seguramente junto a ProExport para ver por dónde empezamos”, proyectó la emprendedora.
El origen
Román recordó cómo en 2015 las cuatro profesionales fundadoras de Tatami se unieron en pos de trabajar en proyecto común que tuviera un impacto social.
En ese momento, Unicef lanzaba una campaña protagonizada por Natalia Oreiro que apostaba a prolongar la lactancia hasta los dos años del niño. “Se generó muchísima polémica”, recordó la emprendedora.
En Uruguay aún no regía, ni siquiera, la ley actual de maternidad que permite el medio horario ni los días de licencia para los padres.
“Analizando esa campaña, nos dimos cuenta que había algo para investigar sobre el tema, los espacios de trabajo y el derecho de la mujer de poder volver a trabajar y continuar con la lactancia”, apuntó.
De esa investigación surgió el anteproyecto de la ley -hoy vigente- que obligaría a las empresas con cierta cantidad de empleados a contar con salas de lactancia.
ANDE fue el primer organismo en confiar en el emprendimiento, al que luego se sumó el apoyo de ANII.
Este preámbulo hizo posible que en 2017 se comenzaran a comercializan los módulos.
“Las empresas no contaban ni con espacio, ni con tiempo ni con dinero para construir una sala de lactancia”, reconoció la empresaria, a la vez que señaló que este fue el disparador para poder ofrecer un producto “llave en mano”. Tatami son, en definitiva, piezas que se encastran y vienen con todo incluido: sillón, mesa, papelera, e insumos, como alcohol en gel y toallitas. “Es un espacio de 1.90 por 2.0 metros y aseguramos que cumpla con todo lo que la mamá necesita”, resaltó Román.
En regla
Patricia Román reconoció que en lo que respecta a lactancia en Uruguay hay “leyes de avanzada” en comparación con la región, aunque reconoce que cuesta incorporar los cambios.
“Trabajamos muy bien con el Estado: OSE, ANCAP, UTE, Mides, Utec, pero las empresas privadas van de a poco”, señaló.
Esto se suma a que, según la emprendedora, “hay zonas grises en la reglamentación de la ley”, que hacen que las empresas no se lancen de lleno a cumplir con la normativa.
Alguno de estos “grises”, se refieren, por ejemplo, a cuál es el alcance de la ley cuando se trata de empresas con sucursales. “¿Debe haber salas en todas las sucursales o solo en aquellas donde hay una mamá en etapa de lactancia?”, cuestionó Román y ejemplificó con el caso de UTE, empresa en la que trabajan trasladando los módulos de una a otra sucursal. “En definitiva, UTE no sabe si eso está correcto o no”, apuntó. Asimismo, es incierto si habrá o no multas a las empresas que incumplan.
Actualmente, Tatami trabaja con el Ministerio de Salud Pública para aportar luz a la normativa y fomentar su implementación
“El espíritu final es el de capacitar y educar”, señaló la empresaria, y agregó que el emprendimiento trabaja en este sentido junto con la organización Yulay.