La Cátedra SURA de Confianza Económica de la Universidad Católica del Uruguay presentó el informe “Ahorro en Uruguay: percepciones del consumidor” que muestra cómo y para qué ahorran los uruguayos. Los resultados muestran una alta proporción de ahorros fuera del sistema financiero, así como una escasa previsión de parte de los jóvenes al momento de pensar en la vejez.
Una de las principales funciones del ahorro es el de financiar, mediante el sistema financiero, inversión, y así promover el desarrollo sustentable de cualquier sociedad. Para esto, es imprescindible que los consumidores -en su defecto los ahorristas- hagan ingresar este dinero al sistema para ponerlo en circulación. Sin embargo, en Uruguay, solo la mitad de quienes tienen dinero ahorrado lo tienen volcado al sistema financiero en cualquiera de sus formas.
“Lo ideal es tener un ahorro que dure en el tiempo y más en mercados como el nuestro que son mercados con cierta incertidumbre”, dijo la economista Silvia Vázquez del Departamento de Economía de la Universidad Católica del Uruguay, durante la presentación del informe “Ahorro en Uruguay: percepciones del consumidor”, que fue elaborado por la Cátedra SURA de Confianza Económica, que también integra, además de SURA, Equipos Consultores.
Según expresó la economista, en base a los resultados de los sucesivos relevamientos realizados para el Índice de Confianza del Consumidor que elabora dicha cátedra, el ahorro en Uruguay ha estado creciendo en los últimos once años. “Cabe destacar que los años que no creció fue porque hubo una sobreexpansión del consumo y no porque haya habido problemas económicos. Hasta el año 2014 el crecimiento del consumo era mayor al crecimiento de la actividad interna, pero tuvimos la suerte que desde el 2010 estamos siendo favorecidos en términos de intercambio, lo que ha generado posibilidades de ahorro”, explicó la académica.
El informe recoge, además, un estudio realizado con anterioridad por SURA en el que se comparan seis países de la región. Allí se concluye que en Uruguay los consumidores asocian el concepto de “ahorrar” con el de “economizar”. “Si digo que me voy al shopping el día de los descuentos y me gasto todo, eso es economizar. Ahorrar hubiera sido no comprar nada y guardar el dinero”, explicó Vázquez.
A su vez, Uruguay es el país -entre los seis relevados- en el que más se ahorra en casa, “esto es preocupante porque si el ahorro no va al sistema financiero, por un lado, a la familia no le genera rentabilidad y por otro lado no le permite al sistema financiero canalizar inversión, o sea que no está cumpliendo la función de desarrollo que se le pide al ahorro”, agregó. La mitad de las personas que ahorra tiene el dinero fuera del sistema financiero. A su vez, cuando se pregunta sobre las intenciones para el ahorro, en general se le da poca importancia a los motivos de largo plazo. De hecho, solo el 5% de los jóvenes que ahorra lo hace pensando en su vejez.
Llegamos bien
En relación al rendimiento de los ingresos, el 70% declara que los ingresos que percibe les alcanza para cubrir la compra de alimentos y el pago de servicios. “A algunos les alcanza para ahorrar y otros tienen algunas dificultades”, destacó Vázquez.
“Lo que nos preocupa es que vemos que los que declaran tener más dificultades para ahorrar son aquellos consumidores que se encuentran en estratos socioeconómicos más vulnerables”, agregó.
En la discriminación por sexo el hombre se visualiza con mayor capacidad de ahorro que la mujer. Sin embargo, cuando se comparan los resultados respecto a 2014, la contracción se da de manera similar, pero las mujeres ajustaron sus percepciones antes que los hombres. “Esto refuerza la hipótesis de que las mujeres están más cerca de la administración de los hogares”, destacó la economista. A su vez, se ha ajustado más la capacidad de ahorro de quienes viven en el Interior, posiblemente afectados por la baja de los commodities agropecuarios.
En relación a la franja etaria, son los jóvenes los que más contestan que sus ingresos “les alcanzan”, mientras quienes se encuentran en el rango entre los 40 y 49 años, posiblemente por contar con una mayor carga de gastos familiares son los que tienen menor capacidad de ahorro.
La distinción entre los diferentes niveles de estudio muestra, de forma razonable, que en general tienen mayor capacidad de ahorro quienes cuentan con un nivel de educación superior. “El mayor ajuste se procesa en el sector en los consumidores con menor niveles de estudios. En los últimos años se estaría haciendo más regresiva la distribución de la capacidad de ahorro”, destacó Vázquez.
“Cuando les preguntamos la preferencia por monedas, no todo el mundo es tan optimista en cuanto a preferir el peso respecto al dólar, sin embargo, vemos un consumidor que está atento, que sigue la pizarra”, señaló la académica, quien además resaltó la gran mayoría de decisiones de ahorro en territorio nacional por sobre el ahorro en el exterior. “Seguramente se deba a la falta de información en muchos consumidores”, dijo.