El “ritmo fuerte” de crecimiento de la actividad económica local, y una inflación que “volvió a sorprender al alza en agosto”, respaldan la necesidad de que el Banco Central (BCU) continúe con su política de aumento de la tasa de interés, según un informe elaborado por el banco Itaú. No obstante, se espera una desaceleración de la economía en el último trimestre del año, y para 2023 la expectativa es un crecimiento más débil, debido a “políticas macro internas más estrictas y un peso argentino más débil, lo que probablemente limite la recuperación del turismo”.
En un informe para clientes del banco Itaú elaborado por Joao Pedro Resende, Diego Ciongo y Julio Ruiz, y al que tuvo acceso CRÓNICAS, se destaca que los últimos datos de crecimiento del PIB correspondientes al segundo trimestre del año (ver páginas 10 y 11), marcan una continuidad en el impulso económico del país. Asimismo, se recuerda que el indicador adelantado elaborado por el instituto Ceres, anticipa un nuevo crecimiento de la actividad en el tercer trimestre, con expansión en el 80% de las variables analizadas en el registro de agosto.
Este incremento mayor al esperado, hizo que Itaú revisara al alza sus previsiones de crecimiento para este año a 5,2%, desde el 4,9% anticipado anteriormente. Aun así, se estima que “probablemente la actividad se desacelere” en el cuarto trimestre del año, debido al débil aumento del PIB que se espera para Argentina y Brasil. En cuanto a 2023, se mantiene el pronóstico de crecimiento del PIB de 2,5% “debido a un entorno de actividad externa más suave, políticas macro internas más estrictas y un peso argentino más débil, lo que probablemente limite la recuperación del turismo”.
“La obstinada inflación”
En materia de inflación, se advierte que “volvió a sorprender al alza en agosto”, al aumentar 0,83% respecto al mes anterior, una cifra superior al pronóstico de Itaú (0,66%) y de las expectativas del mercado (0,64%, según la encuesta del BCU).
La mayor parte de la presión alcista provino de los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas, la salud y los costos domésticos. En cuanto a la inflación subyacente (que excluye frutas y verduras, y precios administrados) se situó en 0,83% en agosto, acumulando en el año móvil un aumento de 9,67%, prácticamente sin cambios con respecto a julio.
Debido a las presiones inflacionarias, el Comité de Política Monetaria (Copom) del BCU decidió en agosto aumentar la tasa de interés de política monetaria en 50 puntos básicos a 10,25%, manteniendo el ritmo de ajuste de la reunión anterior. Asimismo, anticipó ajustes de tasas similares para las próximas reuniones, lo que significa que la tasa terminal probablemente será de al menos 11,25%, según interpreta el informe.
Pese a la sorpresa inflacionaria de agosto, el banco mantuvo su estimación de inflación para 2022 en 8,8%. “La reducción de los precios de los combustibles con pleno impacto en setiembre está por detrás de nuestro pronóstico, ya que compensaría la sorpresa al alza de agosto”, argumenta.
Para el año que viene, se estima un descenso de la inflación al 7,0%, en medio de políticas monetarias y fiscales más estrictas y con la ayuda de precios más bajos de las materias primas. No obstante, se aclara que “eventuales desviaciones de los lineamientos propuestos por el gobierno en los acuerdos salariales suponen un riesgo al alza para nuestra previsión”.
También se prevé que la tasa de política monetaria cierre 2022 en 11,75%. “En nuestra opinión, la obstinada inflación y las expectativas de inflación por encima de la meta del BCU llevarán al Copom a reforzar el ciclo monetario con tres alzas consecutivas de 50 pbs en las próximas reuniones”, fundamenta. Pese a ello, se advierte que “la Fed con tono más hawkish (de halcones, como se denomina a quienes proponen una política monetaria más dura) y una inflación aún alta representan un riesgo al alza para nuestro pronóstico”.
El banco tampoco avizora recortes de tasas el próximo año.